Ethan
Apenas me siento en el taburete de la barra al lado de los muchachos, le ordeno a la chica de los tragos, un trago fuerte de vodka. Ellos están en silencio, pero no les durara demasiado. No sabiendo que les cancele, y de repente aparezco aquí con un humor de perros.
La chica con pelo rubio y mechas rosas deja el vaso delante de mis manos, con una servilleta escrita debajo. Un número telefónico está escrito en ella, aún no lo tiro. Solo trago todo el contenido de un solo sorbo, mi garganta quema y mi organismo me pide más de esa cura. Vuelvo a hacerle señas a la misma muchacha para que me alcance uno igual.
Estaba enojado, de eso estaba seguro.
Todavía no sabía si mi rabia estaba relacionada con ella, conmigo o con ambos. En mi vida me habían rechazado, pero; ese detalle era lo de menos. Me importaba poco que una mujer me rechazara, pero si era de mi incumbencia cuando esa mujer me hacía sentir asco por mí mismo. Nunca me había ocurrido algo semejante.
Estaba contrariado con lo que había hecho, y no dejaba de repetir mis movimientos dentro de mi cabeza, buscando en qué momento sobrepase una línea, una línea que paso por alto todo el tiempo, y jamás me vi martirizado por ello.
Esa mirada de horror, miedo y vulnerabilidad, había tocado muy hondo en lo profundo de mi ser. No podía olvidar la forma en que me había mirado, justo cuando pretendía besarla. Estaba demasiado cerca de probar su boca, y en un instante se encontraba aterrorizada, queriendo escapar de un monstruo.
Era una completa mierda de monstruo.
Alguien me palmea en el hombro derecho, dándome ánimos. Restó importancia a dicho gesto.
— ¡hermano! —Exclama Christian, colocándose al otro costado—. Esa cara tenía mi cuñado cuando embarazo a Cinthya.
—Júrame que no es eso, amigo —Comenta nervioso, Trevor a mi derecha.
Niego con la cabeza. Alcanzando la botella de vodka que está en la parte baja de la barra. Me sirvo el vaso entero del fuerte líquido, y atino a llevarme el vaso a la boca, pero Christian me lo arranca a la fuerza.
Venía arrastrando problemas desde principios de la semana, primero Jeremy poniéndome contra la espada y la pared para que gestionara su club privado, luego esa chica recordándome un fatídico error de tiempos difíciles en mi vida, y por último, esta chica, que ni siquiera sé que hago al estar encima de ella.
¿Qué si era atractiva? Claro que lo era, tenía un trasero de infierno, y unos ojos grandes y azules que te obligaban a mirarla por largos ratos, pero su actitud, eliminaba su belleza en un chasqueo de dedos.
<<¿Qué mierda hacia yo detrás de alguien como ella? ¿Cómo ella?>> Me pregunte en mi cabeza. <<No, no como ella de esa forma, sino más bien...>>
No le había contado ni a Lucas —mi primo—, ni a Trevor y mucho menos a Christian de la noche en que Georgina Fairchaild una joven chica, se quitó la vida delante de mis ojos al lanzarse a las vías del tren, delante de muchos ojos, incluidos una chica, que ahora perseguía de cerca cuando la veía cerca de mí.
Tampoco había mencionado, que una linda chica con una personalidad tan introvertida, era compañera de mi clase, aunque supongo que Trevor sabría quién era, si yo tan solo le mencionaba sobre ella. Pero, extrañamente, mientras veía a Christian como un ejemplo a seguir por lo fuerte que había sido, cuando tuvo que serlo por él, y por su hermana pequeña, a ella, intentaba descifrarla. La veía como mi reto personal, como algo que estaba completamente entre nosotros, un secreto que nadie tenía porque saber.
—Ya superaste esa época de borracheras —Espeta él, refunfuñando algo, que no llego a oír con claridad— Así que en vez de despecharte con esto —Levanta la botella y la sacude—, agárratela con nosotros.
—No tengo ganas de decirles nada. —Bramo, casi gruñéndoles—. Dame el vaso.
—Christian tiene razón, deja de ser una escoria y suéltalo —Insiste mi otro amigo, a mi otro lado.
—Me siento como un pervertido, o un abusador —Lanzo, con asco haciendo una mueca con la cara.
Trevor que es quien suele ser el que se toma todo con un aire diferente, con más humor supongo; lanza una carcajada al aire, riéndose de lo que les dije.
—Cállate, imbécil —Le regaña Christian—. Esto es peor que haber embarazado a una mujer, hermano.
—Soy un tremendo hijo de puta.
— ¿Qué hiciste para pensar eso? —Pregunta él, entregándole mi vaso a la mesera que me dio su número.
—Eso es lo que no queda muy claro.
—¿Cómo? —Pregunta entre risas Trevor, tomándome como el circo de la noche, algo que está fastidiándome más de lo que otras veces hace.
—Nada que les incumba —Suelto, me bajo del taburete, y saco de mi billetera un billete de cien dólares y mirando a la mesera, que me come con sus ojos negros—. Quédate con el cambio, preciosa.
Antes de irme, tomo la servilleta.
Lanzándole una mirada cómplice a la muchacha con el pelo desaliñado en una coleta alta, que permite la vista de su protuberante escote.
No tardo mucho en estar dentro de mi coche de nuevo, miro la servilleta con el número escrito en tinta negra, y tomo mi móvil para marcar el número.
Al tercer tono, ella responde.
—Te espero en el motel de la esquina, te mando un mensaje con el número de habitación —Cuelgo la llamada, antes que ella se niegue a si quiera hacerlo.
Miro de reojo el asiento de copiloto donde esa chica estuvo sentada hace unas horas, y de nuevo, esa mirada me toca fondo. Cierro los ojos, para olvidarme por un rato de ella.
Eres todo un acertijo, Kathleen Michelle.
De hecho, vuelvo el tiempo dos horas atrás, justo cuando ella estaba sentada allí, con los labios apretados, mirando al frente, pálida y nerviosa. Una niña pequeña parecía, una niña que por alguna extraña razón me impulso a querer besarla, y en el proceso, me había encontrado con fuego ardiente, un fuego que me quemo antes de si quiera estar con su cara chocándose con la mía.
No termino de dejar el celular sobre el asiento que este vuelve a iluminarse en la pantalla, dejando ver la foto de alguien a quien no habría imaginado que llamase en tanto tiempo, al principio, dudo de atender a la chica rubia de ojos verdes y sonrisa burlona que está en mi pantalla, y me paso tanto tiempo, dudando de si tengo que atenderla o no, que la pantalla se apaga.
Y no es hasta, que la pantalla se prende por tercera vez, que reacciono y comprendiendo porque su insistencia, atiendo el llamado con el teléfono contra la oreja.
—Tienes que venir a por mí —musita ella.
Me olvide de haberle dicho a la otra tía que no nos veríamos en el motel, tal y como le había avisado hace menos de cinco minutos, hasta inclusive me olvide que tenía muchos problemas en este momento como para agregar uno más a la lista, y la chica que se oía claramente desesperada en el teléfono, era uno de ellos.
Aunque, internamente, sabía porque estaba llamándome, y yo tenía tanta culpa de eso, que no pude dar un paso hacia atrás.
—Vale, espérame.
Y colgué igual que lo hice siempre, impidiendo que diga algo más.
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Amor Poder Y Obsesión: Nivel I
RomanceCONTROL. El mundo entero se basa sobre el control de la vida de las personas, pero mi vida se basa en controlar cada aspecto de mi vida. No hay cosa que no quiera tener controlada, por eso mismo no soy un adolescente normal, porque los adolesce...