《Capítulo 12》

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La primera pelota dio en el borde del blanco, pero no con la fuerza suficiente para soltar el asiento.

-Vamos, puedes hacerlo -lo alentó Donghae, evitando mirar a HyukJae mientras el chico se preparaba para su segundo tiro.

-Donghae-lo llamó HyukJae.

El adolescente se detuvo.

-Por cada chico al que animes a hundirme -continuó HyukJae-, compraré una pelota cuando tú estés aquí. Y no pienso fallar ni una sola vez.

Todos los de la cola rieron.

-Eso podría costarte mucho dinero -replicó Donghae-. Y además, no me gustaría que te hicieras daño en el hombro con el esfuerzo. De hecho, voy a hacer un cartel de advertencia, porque ahora que lo pienso, los jubilados no deberían jugar en esta atracción. Es muy peligroso para su salud.

Más risas.
A HyukJae se le dibujó una sonrisa perversa.

-No te preocupes por mi salud, cariño. Yo estoy en muy buena forma.

Las hormonas de Donghae se descontrolaron totalmente. "Cariño..." Por poco las piernas volvieron a fallarle.

El adolescente lanzó su segunda pelota y dio de lleno en el blanco.
Los niños saltaron de alegría al ver caer a HyukJae y cuando volvió a la superficie, se sacudió el pelo y miró a Donghae directamente, que por dentro no hacía más que rezar para que el chico volviera a hacer aquel gesto con el pelo. HyukJae siguió mirándolo mientras se empujaba hacia arriba para volver al asiento. Mojado y reluciente, con el aspecto del dios pagano del pecado, mirándolo con ojos brillantes, HyukJae sonrió con malicia.

Donghae tragó saliva e hizo pasar al siguiente.

Una joven que lo miraba con tanto deseo como Donghae le dio los billetes, se humedeció los labios y se aseguró de estar tan cerca de la línea como pudiera.

-No me voy a mover de aquí hasta que lo tire -le dijo a Donghae-. No importa cuánto dinero me cueste.

Le costó cinco dólares. Y esta vez, cuando HyukJae volvió al asiento, miró a Donghae y murmuró:

-Dos.

Hae parpadeó.

-Conseguiste que me tiren dos personas -le aclaró HyukJae-. No creas que he olvidado mi promesa.

-Es mi trabajo.

No obstante, Donghae procuró no animar a la siguiente joven de la cola y respiró aliviado cuando falló. Pero entonces apareció la niña más adorable del mundo. No tendría más de cuatro años, tenía el pelo negro y largo, los ojos más oscuros que Donghae había visto en toda su vida. Iba de la mano de una mujer que llevaba una acreditación de voluntaria de la fundación a la que "Super Junior" se había ofrecido a ayudar.

-Es una de nuestros niños -dijo la mujer-. Thelma vive en un hogar cercano al centro recreativo, y parte del dinero que ganemos se dedicará a comprarle juguetes.

Donghae miró a la niña a los ojos y sintió que se le partía el corazón.

-En ese caso, cariño, invito yo.

-¿Me das una pelota?

-Te daré todas las que necesites para tirar a HyukJae al agua.

Sedúceme 《EunhaeYaoi》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora