《Capítulo 19》

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Cuando los dos camiones de bomberos llegaron al estacionamiento ya no se podía hacer mucho por el viejo edificio. Donghae contempló el fuego; sólo sus ojos revelaban sus emociones, y HyukJae se sintió más impotente que nunca viéndolo mirar cómo su vida se hacía humo. No podía soportar que sufriera una nueva pérdida; ya había sufrido demasiadas. Quería dárselo todo; quería comprarle la luna, con tal de borrar la desolación que reflejaban sus ojos. Sin embargo, no podía reparar la situación ni devolverle lo que había perdido.

Trató de convencerlo de que volviera a sentarse y al tomarlo de la mano frunció el ceño. A pesar de la oscuridad, vio que tenía los dedos ensangrentados y sintió que se le paraba el corazón.

-Donghae, abre la mano.

Hae lo hizo y soltó un grito ahogado de dolor. Tenía un corte en la palma; probablemente se le había clavado un cristal al salir de la cocina.
HyukJae se la examinó con detenimiento y suspiró aliviado al comprobar que no tenía astillas.

-Está limpia -dijo, quitándose la camisa para hacerle un torniquete.

Los bomberos habían apagado el fuego casi con la misma velocidad con la que se había iniciado. Entonces comenzaron las preguntas. Donghae les dijo todo lo que podía con un tono tan monocorde y un gesto tan indescifrable que HyukJae se estremeció y pensó que estaba demasiado sereno.

-¿Se ha perdido todo? -preguntó Donghae-. ¿No se puede salvar nada?

-Habrá que ver qué opina el inspector -le contestó un bombero-. Pero parece que se ha dañado la estructura central.

Él asintió, inexpresivo; y HyukJae se angustió. Cuando llegó la ambulancia, Donghae lo miró con la cara manchada por el humo y con la camisa sucia y desgarrada, sus hermosas piernas también estaban escondidas bajo el color negro, y dijo:

-No quiero ir al hospital.

-Donghae...

-Estoy bien.

Necesitaba que le suturaran la herida.

-Te acompaño -dijo Hyuk-. Pero vas a ir.

Nueve puntos después, HyukJae volvió a llevarlo al coche. Alguna que otra vez, cuando era un niño, lo habían saturado a él, pero jamás había estado del lado del que sostiene la mano. Y cuando le clavaron la aguja en la herida a Donghae, vio las estrellas, pero no se permitió apartar la vista.

-Respira, Lee-le había dicho Donghae, secamente.

Estaba sentado en el coche, con la cabeza recostada en el respaldo y la camisa mugrienta debajo de la cual estaba el boxer negro en el que HyukJae no podía dejar de pensar, ni siquiera en aquel momento.

-Deja de preocuparte -insistió, con los ojos cerrados-. Estoy bien.

-No estoy preocupado.

Era mentira.

-Tengo que llamar a Sungmin y a Junjin. Alguno me dejará usar un sofá. No sería la primera vez.

-No.

Donghae giró la cabeza, como si estuviera demasiado cansado para mover otra parte del cuerpo, y lo miró.

-Vendrás a mi casa -añadió Hyuk.

Para sorpresa de HyukJae, Donghae asintió sin oponer resistencia:

Sedúceme 《EunhaeYaoi》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora