Muchas veces, las hadas tenían trabajos que hacer, bosques que cuidar, flores para colorear y muchísimas otras tareas, pero Galatea siempre quería jugar.
Ocurrió una tarde. Cada una de las hadas estaba haciendo su trabajo, cuando Galatea las sorprendió y las empapo con agua.
-¡ basta Galatea! No podemos estar todo el día bromeando, ¡mojaste nuestras alas y ahora tenemos que esperar que se sequen para seguir trabajando!-, grito enoja una de ellas