cap 8

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Jorge pov 

Cuatro días después no hay avances significativos, pero por los menos le han quitado el soporte vital a Mariana y puede respirar por sí misma. Tanto su hermano, como Kendall y Sonya, se turnan para que yo pueda venir a descansar de vez en cuando. 

Marco me mostró la casa que escogí ayer y es aún más preciosa en persona, a Mariana le va a encantar, así que le dije que cerrara el trato con el vendedor ayer mismo y en pocos días ya podré instalarme. Por suerte no está alejada de la casa de su madre y podrán frecuentarse cuando deseen. 

Los médicos me han dicho que hay mejorías e incluso en sus análisis de ondas cerebrales, responde a ciertos estímulos como la música de piano, los chistes de Mario o mi voz. 

Albrecht ha insistido en que use una seguridad privada, tiene a creencia de que esos disparos no iban para ella sino para mi así que me ha recomendado un sinnúmero de empresas para que escoja alguna. Mientras tanto pasa, salgo a correr por las mañanas buscando despejar la mente. 

Al llegar al hotel, el móvil me suena, mi hermano otra vez. — Habla. 

—Buenos días para ti también solecito. Me acaba de llegar información de Alemania, Lauren dejó el país hace 11 días en un vuelo privado para acá. 

Saco cuentas rápidamente y es más o menos la misma noche que me llamó estando con Mariana en el hotel. 

—Conseguí dar con sus evaluaciones médicas. Esa mujer no está bien...

Aprieto el teléfono en mis manos sin decir ninguna palabra. 

—Y a todo esto, creo que también podría tener algo que ver con el dinero que ha desaparecido. 

Pensándolo bien, estuvimos juntos varios años, aunque ella se dedicada a su modelaje y no metía las narices en mis negocios, es muy probable que pueda tener acceso a algunas cuentas o haciéndose pasar aún por mi esposa, consiga pase para sus idioteces. 

—Suspende las cuentas de Alemania y transfiere el dinero al número de cuenta que te enviaré por teléfono. Dile a los de administración que paguen a los empleados con cheques hasta que esta mierda se solucione. 

Cierro la llamada frustrado y sintiendo la ira quemarme el cuerpo. 

Lauren es inestable, sí, pero no creo que por sí sola sea capaz de hacer este mierdero, alguien tiene que estar ayudándola.

Tomo una ducha y no dejo de pensar hasta que un nombre me cruza la cabeza y al mismo tiempo me eriza los pelos de la piel. 

Termino y me cambio rápido. Salgo de la habitación, bajo hasta dar con el valet y a lo poco me traen el coche. Busco en el GPS el nombre del lugar y en 20 minutos estoy allí. 

El frenesí no me da brecha a pensar y evaluar la situación. ¿Quién más podría ser? Solo alguien furioso, abrumado, con sed de venganza y enamorado... 

Empresas Haché marca el logo en grande. 

Un concesionario de vehículos de alta gama y de lujo. 

Los guardias me ven con cautela cuando me dirijo hasta el ascensor y para mi buena suerte, hay un listado por piso de las oficinas y sus ejecutivos. 

Jules Haché— Senior manager

Obviamente es un pijo privilegiado que ha conseguido lo que ha querido por el dinero de su familia. 

No me detengo a tocar ni anunciarme. Si le doy tiempo a pensar, no lo tomaré con la guardia baja. 

—Tienes 3 para que me digas si tuviste que ver con el atentado de Mariana antes de que te rompa la cara. — El pánico en sus ojos parecía casi real, lo tenía agarrado por el cuello de su traje azul estirado.

—No...No sé de qué hablas. 

—Si que lo sabes, es imposible que no te hayas enterado de que a mi mujer le pegaron dos disparos y casi pierde la vida. 

—Suéltame animal, estás demente. No sé cómo ella terminó con una bestia como tú. 

—¿Y con quien iba a terminar? ¿contigo? —Me mofo mientras escucho como pasos apresurados se asoman por la puerta. — Te recuerdo quién fue que llegó creyéndose luchador la última vez que nos vimos.  — Tiro más de su camisa y este se pone rojo por no poder hacer demasiado. Le saco al menos dos cabezas de altura y ni hablar de músculos. 

—Por lo menos conmigo no le pasan todas las desgracias que contigo sí. No sabes ni podrás cuidarla y de eso te vas a arrepentir toda tu vida... bueno, los años que puedan quedarle a un costal de arrugas como tú. 

—¿Me estás amenazando? porque créeme, ese jueguito infantil también puedo jugarlo y en eso te saco muchos años de ventaja. — Se queda viéndome apretando la mandíbula muerto de rabia. 

—Quién debió estar en el lugar de ella, eres tú, pero debido al historial que llevo con Mariana, ambos se merecen todas las mierdas que le pasen. 

—Señor, aléjese o sino tendremos que llamar a la policía. — Le echo una última mirada de odio y segundos después, lo tiro sobre su propia silla. — ¿Está bien jefe? 

No le quito la mirada hasta que salgo de su despacho con las manos hacia arriba indicando que no me acercaré más a él. 

No conseguí que confirmara su participación en esto, pero definitivamente sé que tiene algo que ver y una vez pueda probarlo, le sacaré las cuencas de los ojos. 

Piro del lugar con una seguridad escoltándome hasta la salida. Una vez en mi carro de camino al hospital, mi celular vuelve a sonar. Es Kendall. 

—¿Sí? — Digo al descolgar. 

—Jorge... Mariana, ella... 

Mis sentidos pierden función cuando termina la oración y piso el acelerador a fondo. 

Señor... Quedése [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora