Por cuestiones de supervisión, Mariana debía continuar algunos días más en el hospital. Conversa con todos nosotros, juega a los naipes con su cuñada y amiga y lee sin parar. Sin embargo, no habla al respecto sobre cómo se siente o los pensamientos que pasan por su cabeza.
Los médicos no han dado ningún avance sobre su condición y si podrá caminar pronto o nunca. Ella se hace la fuerte, lo último que haría es quejarse con alguno de nosotros.
—Oye, el que me hayas ayudado a conseguir casa no significa que tienes vía libre para instalarte aquí. — Mi hermano está acostado sobre el sofá con una tableta en la mano mientras ve no sé qué cosa.
Le tiro la toalla con la que me sequé el sudor y este se la quita de encima en fracción de segundo.
—Eres repugnante. Y solo me quedaré unos días más porque tengo algunos tratos que cerrar, tampoco es que me encante tu casa sin decorar.
Me encamino al baño mientras escucho la palabrería de mi hermano. Dejé a Mariana con Sonya en el hospital y vine a casa a revisar algunas cosas del trabajo y demás antes de volver. Debo asearme y quitarme la barba. Parece que he envejecido más de la cuenta y sé que mis canas dejarán de verse cool si me descuido.
—Debo salir un rato, ¿te veo en la noche?
—Dormiré en el hospital hoy, será hasta mañana. — Contesto abriendo la ducha y dejando que el agua me caiga en todo el cuerpo.
Me remuevo el vello corporal y con gominola acomodo mi cabello viéndome más presentable. Tengo una novia muy joven así que debo mantenerme a la vanguardia.
Unos golpes en la puerta me hacen salir a medio vestir. —Idiota, por lo menos deberías llevarte una llave... — Mis palabras se quedan a madia voz cuando a quien veo del otro lado del umbral es a mi ex y no a mi hermano como esperaba.
Va ataviada en un vestido de cuero rojo y zapatillas de tacón alto. No ha dejado de ser hermosa, incluso con esas libras menos y los ojos hundidos por toda la medicación que ha estado tomando. —Lauren, ¿qué haces aquí?
Me da una de esas sonrisas ladeadas suyas pintada de un labial rojo algo corrido. Mido mis movimientos y futuras palabras. Lauren es inestable en todas las formas posibles.
—La misma, ¿me dejaras pasar o tendré que quedarme afuera? - pregunta ella con una sonrisa sarcástica.
—¿Qué quieres? - Le cuestiono sin dejarla pasar y su sonrisa se esfuma de su rostro.
- Hablar- contesta alzando los hombros con indiferencia. Pero yo aun poco convencido me niego a cederle el paso. Se que es mi exesposa, pero también sé que tiene grave problemas de bipolarida y comienzo de esquizofrenia y si aun continua con una vida normal es porque esta continuamente bajo supervisión médica y por demás que también tiene bastante dinero tanto ella como su familia. - ¿De verdad me dejaras parada aquí afuera? - vuelve a preguntar cruzándose de brazos y finalmente algo dudoso accedo su entrada.
-No tengo mucho tiempo Lauren, tengo cosas que hacer...- Me interrumpe.
-...Como visitar a tu estúpida noviecita- Espeta. Nunca creí que se llegara a enterar- ¿Creíste que no lo sabía? ja, las noticias llegan rápido cariño. Pero ese no es el tema, vine porque quiero comprar acciones en tu empresa. Tengo entendido que han perdido mucho dinero misteriosamente últimamente, ¿qué dices?
-Ni lo sueñes...- Contesto sin pensarlo dos veces.
-...Me necesitas y lo sabes, mi familia tiene bastante dinero y tenemos contactos que te pueden ayudar a investigar el caso.
-Por Dios, no sabes nada de negocios Lauren...-
-Pero tengo abogado y asesores que me pueden ayudar sin problema. - Afirma segura.
-No.
-Pero...-
-No Lauren, no te necesito, no quería decírtelo para no parecer rudo, pero no estas en condiciones de asumir una responsabilidad de este grado y además tengo a mis propios encargados de investigar el tema. Así que te pido que regreses a Alemania y continúes con tus medicamentos para ahorrarnos problemas. - Se acerca a mi repentinamente y se abalanza a besarme, pero la echo a un lado ágilmente- Estás mal y debes de irte- Digo alejándome de ella.
- ¿También crees que estoy loca? ¡pues no lo estoy maldita sea! - Exclama ya furiosa demostrando lo inestable que es.
- ¡Estás enferma Lauren! - le grito ya fuera de mis cabales. - ¡Muy enferma!
- ¿Sabes? - me mira con odio- Esta me la vas a pagar. Tu no serás feliz con esa idiota y escúchame bien Jorge Pineda Kush, esto no se va a quedar así.
Sale por donde entró y suelto un suspiro pesado. Llamo a Albrecht y me dice que había estado tras sus pasos desde que volvió al país, pero que nunca se dio cuenta de cómo pudo dar con mi dirección.
Termino de vestirme y le envió un mensaje a Mariana diciéndole que ya saldré para allá y antes iré por comida. No me responde, pero seguro debe estar entretenida.
Unos 40 minuto más tarde llego al parqueo del hospital, una sensación extraña recorre mi piel y echo un vistazo a mi alrededor, pero solo estoy yo y un montón más de vehículos estacionados.
Mi móvil suena y es Sonya. De inmediato me preocupo porque esta no me llama nunca.
—Jorge... hola, ¿ya vienes? — La ansiedad en su voz es notable. Me doy cuenta de inmediato de que hace lo imposible para no llorar.
-Estoy por subir en el ascensor, ¿sucedió algo? - No puedo evitar preguntar.
-Es Mariana, ella... ella ya no está aquí. - Presiono fuerte el botón del ascensor sintiendo como mi corazón late muy deprisa y empiezo a asustarme.
-¿Cómo que ya no está?
-Creo que la secuestraron...- Pero es lo último que escucho antes de que una voz se alzara detrás de mí.
-Duerme imbécil- Un fuerte golpe y caigo en la oscuridad.
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Señor... Quedése [#2]
RomanceMariana Joulen emprende un viaje a Grecia para escapar un poco de la realidad, lo que no sabe es que allí reencontrará a Jorge Pineda, sin duda, el amor de su vida. #2 parte de Señor... - no adaptaciones. - no plagio.