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Capítulo 8

Los dos salimos del edificio y caminamos una cuadra donde estaba Brenda.

Ella corrió hacía mí y me abrazó, después abrazó a Lia.

  — Creí que los perdería, ya me había preocupado.

— No te preocupes, estamos bien, ahora lo que tenemos que hacer es encontrar un carro e irnos de aquí.

— Yo creo que deberíamos de quedarnos en una casa o algo así, es noche y pueden suceder muchas cosas. — Comentó Lia.

— De acuerdo...

— Yo vi una casa a una cuadra de aquí, podemos irnos caminando.

Caminamos hasta la casa, en el camino nos encontramos varios zombies, los matamos silenciosamente, lo que último que queríamos era que vinieran más zombies.

Llegamos a una casa, forzamos la entrada y nos metimos, iniciamos el proceso para averiguar si era una casa era segura. Estaba seguro.

Fuimos a la sala donde estaban grandes sillones y muy cómodos.

  Brenda fue la primera en acostarse y caer rendida.

— Tú duerme, te levantaré para que hagas tu el segundo turno.

Me acosté y de inmediato me quedé dormido.

"— Vamos Jason. — Dijo mi mamá.

 Dejé los juguetes y caminé junto a mi mamá, me subí al carro y fuimos a nuestra casa de campo, me baje de la camioneta y lo primero que hice fue caminar por el bosque, iba caminando cuando encontré un ave, el ave era pequeña y se movía por todo el pasto mientras hacía un sonido desagradable, corrí a la casa por mi padre, lo llevé hasta donde estaba dicha ave que seguí moviéndose por todo el piso.

  — Esta muriendo, ve a la casa.

  — No, ¿morirá?

  — Ve a la casa. — Repitió.

 — ¿La vas a matar?

  Él se agacho y me miró a los ojos.

 — Muchas veces en la vida tenemos que tomar decisiones, que al principio son malas y te causé mucho dolo, pero con el tiempo verás que es lo mejor, porque evitaste  un dolor."

  

Desperté  asustado y lo primero que vi era que me estaban apuntando con un arma. Voltee un poco mi cabeza y vi que estaba Lia abrazando a Brenda.

— ¿Quién eres? — Pregunté.

Ella guardó silencio.

— Escucha, déjanos ir, no queremos hacerte daño...  Solo venimos porque no teníamos un lugar donde quedarnos.

Esa persona me seguía apuntando a la cabeza.

La quitó y vi que era una joven pelirroja, tenía más o menos nuestra edad.

— Lo lamento, pensé que eran mercenares.

— No te preocupes, nos iremos. — Dije.

— ¿A dónde se dirigen?

— Vamos a la sexta zona. — Dijo Lia.

— ¿Existe la sexta zona?

— Sí y tenemos pensado ir hacía allá.

— ¿Puedo ir con ustedes? — Preguntó. — Yo no tengo a nadie y estando aquí puedo morir, por favor déjenme ir con ustedes, no haré mucho espacio o ruido.