Pesadillas

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Me desperté y fui a buscar a Mariano a su habitación, pero no estaba. Seguí buscándolo por el resto de la casa y no había señales de él, hasta que encontré una nota sobre la mesita del living. Lali esto fue un error, me arrepiento. Andate apenas puedas, gracias. No esperaba eso en absoluto y me dolió más de lo que me había dolido lo que me hizo Nicolas. Podía escuchar mi corazón romperse en el medio del silencio que habitaba la casa, la cual parecía achicarse cada vez más. Mi respiración comenzó a volverse agitada y cada inhalación se volvía más difícil. De repente la casa que segundos antes era blanca y luminosa comenzó a volverse negra y oscura, hasta que todo se puso negro y me sentí caer.

Me desperté en el piso junto a la cama por la caída. Había sido una pesadilla horrible y tenía ganas de llorar, sumado a un miedo enorme de que sea realidad. Salí de la habitación y seguía siendo de noche y todo estaba oscuro. Encendí la luz del pasillo y me dirigí a la habitación de Mariano. Tratando de no hacer ruido abrí la puerta y al verlo durmiendo en su cama me relaje mucho, tanto que las lágrimas salieron de mis ojos para aliviarme aún más. Sin querer hipe en mi intento por dejar de llorar, lo que hizo que mi Mariano se despierte.

-Lala que pasó? Estás llorando?- preguntó sentándose en la cama y encendiendo la luz de su velador.

-Perdón, no te quería despertar Marian, es que tuve una pesadilla y me asusté- contesté secando mi cara con mis manos. Miré a Mariano y me miraba atento, como esperando a que le cuente lo que había soñado- soñé que me despertaba y vos no estabas, te habías ido dejando una nota diciendo que todo esto era un error y que me vaya- las lágrimas que ya habían cesado comenzaron a salir nuevamente y Mariano no dudó en levantarse a abrazarme. Dio un paso para atrás llevándome con él y nos sentamos en el borde de su cama. Seguíamos abrazados y él acariciaba mi cabeza  para que me calme.

-Mirame- dijo y yo me separé para verlo a los ojos- eso nunca pero nunca va a pasar, te lo prometo hermosa- me besó en la frente y volvió a abrazarme.

-Puedo dormir con vos? Quiero sentirte cerca y saber que estas conmigo- me atrevía preguntar cuando ya estaba quedándome dormida.

-Por supuesto que sí, vení- se acostó en la cama y yo me acosté en el medio cerca de él, quería abrazarlo toda la noche. Me tapó e hizo lo mismo con él. Por debajo de las sábanas lo abracé poniéndome de costado, mientras él estaba boca arriba. Me daba un poco de vergüenza hacerlo ya que aún no sentía tanta confianza, pero de a poco debía ganarla. Así me dormí y no pude evitar sonreír antes de hacerlo.

Me desperté porque me sentía observada. Me di vuelta hacia el lado donde estaba Mariano y al no verlo junto a mí me invadieron ganas de llorar porque recordé mi sueño. Afortunadamente esa horrible sensación se fue enseguida cuando me senté y vi a mí Marian sentado en los pies de la cama con una bandeja que tenía un desayuno para dos y una sonrisa enorme en su rostro.

-Buen día mí Lala, cómo dormiste?- me preguntó sin que su sonrisa se borre ni un segundo.

-Bien, me asusté al no verte porque recordé mi sueño.

-Y no recordas la promesa que te hice?

-Si y confirmé que es cierta cuando te ví- me levanté y gateando por la cama me acerqué a él para dejar un corto beso en sus labios- que preparaste de rico?

-Café con leche, tostadas y dulce para ponerles, no tenía nada para hacer algo elaborado.

-Encima que me lo traes a la cama no voy a pedir nada elaborado, mientras lo traigas vos no me importa que sea una tostada quemada de hace una semana- le di otro beso y reímos. Nos acomodamos para poder comer y eso hicimos. Estuvimos jugando con la comida, dándonos en la boca y riendo cuando alguno se manchaba.

No me puedo enamorarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora