Sonrisas

313 21 0
                                    

Mis amigas entraron al salón pero no tuviera tiempo de preguntarme que había pasado ya que había empezado la clase de literatura inmediatamente, solo me miraron extrañadas. Cuando faltaban cerca de cinco minutos para que toque el timbre para el último recreo entró la preceptora suplente y dijo que habían venido a retirarme. Me resultó extraño ya que mis padres no me habían dicho nada y ellos eran los únicos que podían retirarme.
Luego de guardar mis cosas, una vez en la preceptoria pude ver a mi mamá que me sonrió y me abrazo cuando me vio, no podía significar nada bueno.
Una vez fuera del colegio subimos al auto y ninguna de las dos habló. Creí que íbamos a ir a casa pero paramos en un restaurante. Pude reconocer rápidamente el auto de mi papá y cuando me baje y me acerqué a las ventanas del lugar pude verlo sentado en una mesa, obviamente esperándonos.
Entramos con mi mamá aun en silencio y saludamos a mi padre. Me senté en la silla frente a ellos y me cubrí la cara con la carta tratando de pensar que me podrían decir.

-Hija...- comenzó a hablar mi papá.

-Antes de que hables te pido que vayas al grano ya que estoy cansada y por lo tanto de mal humor- dije poniendo mi mejor cara de seriedad.

-Está bien- miró a mi madre buscando su aprobación para hablar y ella cerró los ojos dándosela- estuvimos hablando del viaje y nos dimos cuenta que si bien sos madura no sos lo suficientemente grande como para vivir y mantener una casa sola, por lo tanto podes quedarte acá pero vivirías con alguna de tus tías, podes elegir cual o sino venir con nosotros.

-Bien, yo quiero ravioles con salsa, MOZO!- llamé al mozo fingiendo ignorar a mis padres o que lo que me dijeron no me afecto.

Pude ver como mi mamá miraba a mi papá buscando una señal de que había pasado por mi reacción, y el le acarició el hombro dándole a entender que se calme. Él me entendía y sabía que necesitaba tiempo para procesar la situación.
Terminamos de comer en silencio y cuando mis papás dijeron que iban a pedir el postre fui al baño y aproveche a ver mi celular. Tenia varias notificaciones de diversas redes sociales, y un mensaje de texto de un número. "Los Lagos 537, te parece a las 17 así tenes tiempo de repasar un poco luego del colegio?" No hizo falta que pusiera nombre ya que sabía quién era y no pude evitar sonreír como una estúpida. "Esa hora esta perfecta, nos vemos!" Fue mi respuesta y a continuación lo agende, obviamente como "Marian". Vi la hora y pude notar que eran casi las dos de la tarde, cuando pasó tan rápido el tiempo? Salí del baño y les dije a mis padres si podía saltearme el postre ya que tenía que hacer un trabajo con Cande y no llegaría si me quedaba. Me dieron permiso y me fui casi corriendo a casa, como me hubiera ayudado tener un auto.
Llegué a casa y abrí la ducha a la vez que me quitaba la ropa. Me duché muy rápido y luego me puse una bata. Así mojada puse los cuadernos de matemática sobre mi cama y me tiré sobre la misma a leerlos un poco. 15:30. Me levanté y me seque el pelo que por haber estado acostada seguía húmedo. Una vez que estaba seco comenzó el mismo problema de siempre: ¿Qué me pongo? Después de casi dar vuelta el ropero me decidí por unos jeans ajustados tiro alto, sandalias con plataforma no tan altas y una remera negra simple, pero con varios collares para darle onda. Una vez vestida me maquille un poco pero muy natural, solo un poco de corrector de ojeras y rimel para las pestañas. Miré la hora y eran las cuatro y media, ya estaba lista. Busque en Internet la dirección para ver si quedaba muy lejos y así saber cuanto esperaba para llamar un taxi. Por suerte no estaba muy lejos así que aproveché a guardar en una mochila los cuadernos, mi cartuchera, una campera por si volvía tarde y hacia frío, y el infaltable cargador del celular. Menos cuarto llamé al taxi y menos diez ya estaba en el. A las 17:05 estaba en la puerta de la casa de Mariano. Por algún motivo, que ahora parece obvio pero en ese momento no, estaba nerviosa. Golpeé las manos y a los segundos salió por la puerta con su sonrisa perfecta. Me saludó y entramos a su casa.
Cuando entré la verdad me sorprendí: todo era muy moderno, ordenado, ventanas grandes, cuadros, piedras, obviamente su único trabajo no era profesor.

No me puedo enamorarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora