Cuidar

402 30 1
                                    

-Ves ese lugar de ahí en frente?- me dijo señalando por su ventanilla y yo asentí con la cabeza- bueno, ese es mi estudio, de arquitectura, no de baile- aclaró riendo.

-Pero tuyo o que trabajas ahí?- pregunté curiosa.

-Es mío, asique soy como mi propio jefe- me contestó y yo me sorprendí- y ahora mirá por tu ventanilla.

-Que es ese lugar? No lo conozco.

-Es la sorpresa que te dije que tenía, esa es la academia de artes escénicas que te mande hoy.

-Marian perdón pero no entiendo la sorpresa.

-Sabía que no ibas a poder venir hasta acá pero yo puedo traerte, trabajo enfrente, y puedo hacerlo a la hora que quiera para acomodarme a tus horarios.

-Qué? De verdad?- pregunté asombrada, de verdad era demasiado lo que hacía por mí.

-Si, ya te inscribí en un taller que es solo por este mes, así aprovechas el tiempo que no están tus papás.

-Marian gracias, pero es demasiado, de verdad, no tenes que hacer todo esto por mí.

-No tengo que hacerlo pero quiero, es porque te quiero y me sale solo, no lo hago apropósito.

-Mas perfecto que vos no se puede ser, gracias de verdad, te quiero.

-Yo también te quiero hermosa- apenas dijo eso nos fundimos en un beso dulce que se volvió cada vez más intenso. Estuvimos por varios minutos así hasta que nos separamos y quedamos con nuestras frentes juntas sonriendo. Luego de unos hermosos segundos así nos separamos y Mariano volvió a arrancar el auto. Seguimos camino y paramos en una heladería, compramos un kilo de dulce de leche granizado, chocolate y frutilla. No había mucho tráfico por lo que en media hora ya nos hallábamos bajando del auto en el garage de Mariano. Pusimos el helado un rato en el freezer ya que se había derretido un poco en el camino mientras yo elegía una película y Marian buscaba la manta suave que usamos la otra noche.

Había pasado media hora y estábamos sentados uno al lado del otro como indiecito, pasándonos el pote de helado del cual al menos un cuarto de su contenido ya se encontraba en nuestros estómagos, y viendo la última película de Harry Potter. Cuando la película terminó me levanté para guardar el poco helado que había quedado y al volver lo encontré a Mariano dormido en el sillón como un bebé. Se veía tan lindo que no quise despertarlo asi que lo tapé con la mantita y apagué el televisor. Fui a su habitación para buscar una remera para poder dormir más cómoda y una vez cambiada me puse a ver las fotos que había ahí. En la mayoría estaba Mariano con personas que parecían ser familiares ya que todos eran parecidos, pero en la última foto que vi me detuve ya que me llamó la atención. Mariano estaba agarrado de las manos con una chica alta, flaca y rubia, parecían estar girando y que alguien les tomó la foto. Se veían en verdad muy felices y me dió curiosidad saber quien era ya que no se parecía a nadie de las fotos.

Dejé de ver las fotos porque me dió sueño, por lo que apagué la luz y me acosté en la cama de Mariano. Tal vez era algo apresurado el que hayamos dormido juntos y que yo ahora me acueste en su cama ya que no llevábamos juntos ni una semana, nisiquiera eramos novios con título, pero había mucha confianza entre nosotros y parecía que nos conociéramos de toda la vida. 

Me desperté porque la luz me estaba dando en la cara y me sentí atrapada. Al abrir los ojos pude ver que Mariano estaba acostado junto a mí abrazándome. Me propuse volver a dormir para disfrutar tan lindo momento, pero apenas cerré los ojos me dí cuenta que era ya había amanecido y yo debía ir al colegio. Me levanté de la cama sobresaltada de un salto, provocando que Mariano se despierte.

-Que paso? Estas bien Lali?- me preguntó Mariano confundido.

-Marian, que hora es? El colegio!- exclamé casi gritando provocando que el hombre frente a mí se ría- de que te reís? No hay nada gracioso.

No me puedo enamorarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora