Capítulo 5

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- Nos estás diciendo que por algún extraño motivo, has viajado en el tiempo y ahora crees no poder regresar, ¿cierto? -asentí rápido ante la pregunta de Pedro.

- Pues yo no me creo ni una palabra, son todo una sarta de sandeces -añadió Francisco.

- ¡Puedo demostrarlo!

- ¿Cómo? - Arturo Barea era uno de esos chicos al que teme todo el mundo, o eso me pareció a mí; ya sabemos todos que es extremadamente guapo, pero desde que había llegado a su época se comportaba como si me odiase, cosa que no podía hacer porque no me conocía, ¿es que este chico nunca ha oído la expresión: No juzgues un libro por su portada?, al parecer no. Ahora es cuando el Pepito Grillo que todos tenemos dentro me dice: Pero Alex, tú estas haciendo lo mismo con él. Maldito Pepito Grillo.

- Mirarme la ropa, ¿creéis que en los años cuarenta alguien vestiría con tanto estilo como yo? - pregunté mientras giraba suavemente y me miraba los vaqueros y la sudadera.

- Tiene razón, Barea, que mujer en su sano juicio vestiría tan desarreglada y con ropa de hombre- golpe bajo, eso había dolido; mis vaqueros eran levi's y mi sudadera de Abercrombie, yo iba monísima.

- Fran, puede venir del extranjero, dice mi hermana que en París hay nuevas modas todas las semanas - dijo Pedro.

- ¿Y esto? - dije con aire de superioridad mientras enseñaba mi móvil. Los tres me miraron asombrados, les enseñé las fotos, algún juego y alguna que otra canción pop de esas que están de moda una semana y a la siguiente nadie se acuerda de ellas. Me creyeron.

Cruzaron miradas una vez más y se alejaron un poco para hablar, pero como la habitación no medía más de dieciséis metros cuadrados podía oírles claramente; panda de cetrinos antiguos.

- Yo creo a la señorita - murmuró Chapa.

- Chapaaa, a ti lo que te pasa es que las mujeres bonitas te nublan el cerebro- con ese comentario Francisco se ganó una buena colleja; reí por lo bajo, me había llamado bonita.

- Yo también creo a la chica, es imposible, pero la hemos visto aparecer de la nada.

- Fran, Barea tiene razón; además no tiene a dónde ir, tenemos que ayudarla. - Pedro era un cielo, en mi época sería el amigo perfecto, y ahora que me fijaba.... era bastante guapo, un poco bajito, pero eso se arregla con no ponerme tacones.

- ¡Sí, por favor! Tenéis que ayudarme, no tengo a dónde ir, ni qué hacer... - las lágrimas volvieron a mis ojos, estaba hecha una llorona de esas que berrean hasta con una película de dibujos para niños...

- Fran, tú habitación está libre, llevémosla ahí hasta pensar en algo mejor- cuando acabó de hablar encendió otro cigarro e inhaló suavemente, como cuando tu tío que fuma está nervioso porque su segunda mujer está embarazada.

Abrieron la puerta lentamente, mirando a ambos lados para no ser descubiertos por nadie. Serían las ocho de la tarde, había una ligera oscuridad; me fijé de que el colegio parecía nuevo, las baldosas estaban blancas y las pareces recién pintadas.

- Aquí es - la voz de Pedro me sacó de mis pensamientos y entramos en la habitación.

 Dear time diary ( Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora