Capítulo 23

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- No sé si debo meterme...

- Oh, vamos José; no seas niña - me reí  después de decir ese comentario.

- No, no.... Él perdió a sus padres, nadie sabe cómo... - hizo una pausa y continuó -Ahora vive con su tío.

Flipé, flipé mucho; definitivamente, no me lo esperaba. Ahora le comprendía un poco, pero por pasarlo mal él no tenía porque ser borde con los demás.

-¿Y por eso fuma como un descosido?

- ¿Barea fuma? - ¡Mierda! Olvidé que estaba prohibido fumar.

- No, no.... Era una broma - reí como si fuera una simple broma.

Entramos en clase sin darle más vueltas al asunto, pero yo seguí pensando en lo que me había dicho sobre Arturo. Y como niña entrometida y cabezota que soy decidí, en el aburrido trascurso de la clase de matemáticas, hablar con Barea.

Acabó la clase y fui decidida a hablar con Barea.

- Barea, espera - me miró extrañado y paró.

- ¿Qué? - lo dijo seco, ni enfadado ni intrigado.

- Oye, que entiendo perfectamente que estés triste, bueno no perfectamente porque no sé qué pasó, pero....

- ¿Qué estás diciendo? - me cortó en seco.

- Lo que quiero decir es que siento lo de tus padres.

- Tú no sabes nada - me fulminó con la mirada y esta vez sí que lo dijo enfadado, se le notaba muy nervioso, nunca le había visto así. Quiero decir, que nunca había visto a Arturo Barea fuera de su máscara de indiferencia y aversión.

Salió andando en dirección a la siguiente clase, pero le alcancé.

- No seas borde, porque te haya pasado algo a ti no tienes porque ser así con la gente - ahora la que se estaba enfundando era yo.

- Pero eso, a ti, no te incumbe - lo dijo despacio, pausado.

- Me da igual lo guay o machito que te creas, no tienes derecho a ser así con los demás - estábamos discutiendo, en medio del pasillo y yo casi me pongo a gritar.

Me echó una mirada de profundo resentimiento y ,tras empujarme ligeramente, siguió andando.

Decidí no ir a la siguiente clase e ir a la biblioteca; allí me encontré con Pedro, que tenía la hora libre, y le conté lo que me había pasado y lo enfadada que estaba.

- ¿Cómo se puede ser tan... -gesticulé con las manos - tan así?

- No le culpes, se siente mal; aunque nadie sabe que pasó en realidad.

- ¡Me da igual!

- Shhh... - me riñó el bibliotecario.

- Me sigue dando igual, - murmuré por lo bajo - no le soporto.

- Alex, piensa en que si a ti se te muriera alguien si te gustaría que te lo recordaran o hablaran de ello.

- No, pero... - me callé porque Pedro tenía razón.

- Exacto, y si le sumas que nuestro amigo Barea ya es terco y frío por sí solo...

- Lo intenté hacer con buena intención - me quejé suspirando.

- ¡Shhhh...! - me repitió el bibliotecario. Le miré con cara de profundo asco.

Pedro asintió. Dejamos el tema y estudiamos un poco; al rato decidimos volver a las habitaciones. La de Pedro estaba cerrada por dentro, supuso que Barea se habría encerrado, molesto con el mundo. Pasamos a la mía que estaba vacía, y se empeñó en enseñarme a jugar a algunos juegos de cartas.

 Dear time diary ( Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora