Capítulo 10

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- De milagro, casi te descubren - me dijo el chico.

- Gracias, gracias... - creo que estaba temblando.

- Ahora tengo clase, después nos reuniremos todos aquí y lo solucionaremos; tranquila ¿sí? - asentí despacio, en realidad no quería quedarme allí sola - Hasta luego - se despidió y cerró la puerta despacio.

Conseguí tranquilizarme al cabo de un rato, y me recorrí la habitación para matar el tiempo. Después de una hora, aproximadamente ya eran las diez y media y yo ya me sabía de memoria todos los rincones de la habitación, la colocación de la ropa en armarios y cajones, y algún que otro secreto que Fran guardaba por ahí.

Otra hora después no podía con mi alma, me aburría demasiado y yo no soy de esas personas a las que les gusta dormir a cualquier hora del día para pasar el rato, no. Necesitaba hacer algo y claro, a esa hora todo el mundo estaría en clase, ¿verdad? Por supuesto; nadie se daría cuenta si salía un rato. Me puse el horrible uniforme, menos los zapatos, me quedaban demasiado grandes, así que me puse las converse. Me recogí el pelo como pude y me puse la gorra encima, no quería correr ningún riesgo.

Salí al pasillo con cautela, mirando a ambos lados varias veces: nadie. Recorrí el corredor por el que me había llevado allí el día anterior. Nunca había tenido tiempo para mirar el colegio tranquilamente, al parecer en ese momento se estaban construyendo los nuevos laboratorios y el gimnasio, que en mi época seguían utilizándose.

En mi camino a ninguna parte llegué al aula de dibujo y arte, me encantaba dibujar, esa sala también seguía igual en 2016; ya podían los del colegio renovar las instalaciones, hombre que para algo pagan mis papis. Estaba llenas de dibujos en las paredes a carboncillo, óleo o lápiz, unos mejores y otros peores. Había caballetes y banquetas. Sí, no me pude resistir, me puse en un caballete a dibujar y se me pasó el tiempo volando.

Sonó la campana, ¿cuánto tiempo había pasado?, si solo llevaba allí unos minutos ¿no? No, llevaba más de dos horas. Dejé el dibujo a medias y corrí, pero... ¿por donde había venido? En 2016 no había ya habitaciones, así que podría decirse que estaba un poco perdida.

- ¿Quién eres y qué haces aquí? - me habían pillado, dos veces en un día, pero era una voz de chico. Carraspeé un poco para hacer la voz más masculina y me giré.

- Tú eres... - era él otra vez, ¿qué pasaba con ese chico, nunca iba a clase?

- Arturo Barea.

- Lo sé - me giré y comencé a andar hacía no sabía donde.

- No sabes a donde vas, ¿verdad? - uyy.... me sacaba de quicio.

- ¿Y a ti qué más te da?

- A mi no me da nada, pero las habitaciones están por allí - me giré y vi que su brazo apuntaba en dirección contraria. ¿He comentado ya lo irritante que me parecía?

- Gracias... - murmuré entre dientes.

- Yo también iba hacia allí, voy contigo.

- No hace falta...

- No se si hace falta o no, pero yo también tengo que ir - idiota.

- ¡Deja de hablar así! - chillé exasperada.

- Aquí la que habla extraño eres tú.

- Yo hablo normal, ¿pero de qué vas...? - caí en que estaba hablando con alguien sesenta años mayor que yo, por ende no entendía mis expresiones y le perdoné, pero solo por esa vez.

 Dear time diary ( Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora