Capítulo III

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Al final resultó que no era una vil broma. No importaba cuantas quejas soltase el moreno al respecto, las habitaciones no se iban a cambiar y se quedarían como estaban. El director se lo había dejado bien en claro.

— No significa no, Frank —el hombre mayor con cabello blanco y manos temblorosas repitió— Gerard es tu nuevo compañero y tendrás que aceptarlo.

— Yo dije no y eso significa no —el llamado Frank refutó con petulancia, manteniéndose firme a su decisión. Una mirada desafiante se podía ver en sus ojos— Me niego a que él sea mi compañero de cuarto —lo señaló a la vez que le dedicaba una mirada de odio.

El sujeto suspiró cansado. Aparentemente aquella no era la primera vez que lidiaba con aquel chico problemático. Parecía tener algo de experiencia en tratar con él y se le podía ver en su forma de actuar, como si fuera un padre harto de tener que regañar a su hijo.

— Gerard. ¿Porque mejor no esperas afuera mientras yo habló con Frank en privado? —sugirió.

Gerard asintió con la cabeza. Se había mantenido callado hasta ese momento porque realmente no le importaba. Claro que tampoco quería que aquel malcriado de segunda fuese su compañero, pero no tenía intenciones de permanecer allí mucho tiempo y podría soportarlo un día, pensó. Así que sin más decir salió de la decadente oficina del director. Sintió la inquisitiva mirada del moreno en sus espaldas, pero siguió su camino.

El extenso corredor se encontraba vacío. Gerard había tomado asiento en una de las sillas colocadas estratégicamente contra la pared con su bolso entre sus piernas. Una que otra vez veía a un estudiante solitario pasar por allí pero no había mucho más movimiento. No sabía que hora era pero el sol ya se había ocultado en el horizonte, o al menos eso era lo que Gerard podía decir al ver la ventana a su izquierda. Deseaba tanto poder estar allí fuera y huir lejos. Quería huir de ese lugar, de sus problemas y de todo. Casi sonaba como un niño. Un niño pequeño desesperado por dejar atrás sus incontables pesares.

Si tan solo sus padres estuviesen vivos las cosas serían diferentes, pensó. Pero no lo estaban y Gerard tenía que aceptarlo aunque le doliese. Mikey solía decirle que se preocupaba demasiado por las pequeñas cosas, algo que le parecía absurdo. Uno debería sentirse libre de preocupaciones, sostenía el de lentes. Quizás aquello funcionaba para Mikey, pero él no era Mikey. Él era Gerard y eso traía un montón de otras mierdas consigo.

Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando la puerta de madera junto a él se abrió de golpe y de ella salió un apesadumbrado Frank. Luego se planteó ante él y lo miró fijamente.

— Si tocas algo, te mato —le advirtió con su habitual tono amenazador. Y con eso Gerard confirmó su sospecha de que el moreno no había logrado salirse con la suya esa ocasión— Y si llegas a molestarme aunque sea una vez, te juro que...

— Calma tus bolas, ¿de acuerdo? —Gerard se puso de pie para estar a su altura, molesto por su tono. Sonrió al ver que era unas pulgadas más alto— De todos modos no pienso quedarme aquí mucho tiempo en este lugar.

Y con eso Gerard supo que había metido la pata.

— ¿Qué? —el moreno frunció el ceño, confundido por lo que acababa de oír.

— Nada —argumentó rápidamente. Pero Frank lo seguía observando con suspicacia— No tocaré tus cosas. M-me iré a dormir —se excusó, algo nervioso. Esperaba que no se diera cuenta de ello.

Frank hizo ademán querer decir algo más pero Gerard no le dio tiempo, puesto que tomó su bolso y salió de allí tan rápiro como se lo permitían sus piernas. Era un idiota, vaya que lo era. Había puesto en peligro los planes de su hermano y él. Sólo esperaba que el otro se olvidase de lo que había dicho por error.

~*~

No pudo dormir. Ni siquiera logró cerrar un ojo. Acordaron que partirían cuando todo el mundo estuviese dormido, de esa forma tendrían más posibilidades de escapar sin ser vistos. Gerard fingió estar durmiendo cuando su compañero entró al cuarto compartido. En realidad no tenía ánimos de hablar con él, en caso de que a éste se le ocurriese regañarlo por alguna idiotez. Así que prefirió hacer de cuenta que no estaba despierto.

Observó como el moreno se acercaba hasta su cama, para luego deshacerse de su camiseta y dejar al descubierto una colección de tatuajes en su extensa y tostada espalda. Gerard tenía que admitir que aunque el sujeto no le agradaba, no era nada feo. Lástima que su personalidad fuera una mierda. ¿Pero en que estaba pensando? Se regañó a sí mismo segundos después. No podía sentir atracción hacía... Él. No, no podía.

Frank entonces procedió a quitarse sus pantalones y pronto no llevaba nada más encima que sus bóxers. Y justo en aquel desafortunado momento se giró y lo atrapó mirándolo.

— ¿Te gusta lo que ves, niñita? —dijo en tono burlón, a la vez que subía a su cama y se cubría con las mantas. 

— ¿Gustarme? ¿Tú? —soltó una risa sarcástica— Mis gustos no son tan bajos para eso. 

— Lo mismo deben pensar todos de ti al conocerte —replicó Frank.

— Tú no me conoces, no sabes nada sobre mí. Y no me llames niñita.

— Como sea. Es tarde y quiero dormir —fafulló, dandóle la espalda— Solo intenta no ceder ante la tentación y violarme mientras duermo. Recuerda que hay un crucifijo colgado en la pared. Tampoco te toques a ti mismo pensando en mí.

— Eres un idiota, ¿lo sabías?

Gerard también se giró, molesto, y le dio la espalda al chico. Cerró los ojos a pesar de que no podría pasar al mundo de los sueños y espero. Espero a que el otro se durmiera y así poder escapar.

Run Away (With me) ↠ FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora