Capítulo 11

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Llegamos al bar y estaba repleto de gente. El camarero nos llevó a la parte de arriba, donde no había absolutamente nadie, sólo nosotros. Nos sentamos y pedimos nota.

- Una cerveza por favor.- dijo Pablo

- Yo una Coca Cola.- dije y le sonreí al camarero.

- Enseguida os lo traigo. ¿Algo de comer?

Pablo me miró y contestó

¿Tenéis mini pizzas?.- dijo mientras miraba la carta.

- Claro que sí, ¿de qué las quieren? las tenemos de jamón y queso y barbacoa.

-Traiga un surtido de todas por favor.- dijo dándole la carta al camarero.

-¡Enseguida! 

El camarero se fue y nos quedamos solos.

- Bueno Lucía, cuéntame.- dijo sentándose correctamente.

- Pues verás, hace unas semanas que rompí con él, ya que cuando llegué de trabajar me lo encontré en la cama con otra. Y ahora el muy imbécil quiere que piense más en los dos y quiere arreglarlo. Y no para de enviarme mensajes arrepintiéndose de todo lo que ha hecho y llorándome ¿sabes? y estoy bastante harta la verdad, y ya hoy pues he explotado.

- Estoy alucinando en colores, la verdad. Es decir, que te engaña con otra y además te lloriquea. Pero una cosa... hoy te ha empujado y te ha chillado en medio de la calle, piensa tú si quiere volver.. ese lo que quiere es postureo con todas las que pueda. No des tu brazo a torcer Lucía, no le pases ni una ya.

- Eso es lo que haré, gracias de verdad por escucharme y darme consejo, amigos como tú hay bien pocos.- sonreí.

- ¿Sabías que tienes una sonrisa preciosa?.- dijo.

Me puse colorada y creo que se me notó porque empezó a reírse.

El camarero llegó con las mini pizzas y con las bebidas, estaba todo bastante bueno.

Estábamos hablando de nuestros oficios y demás cuando miré el reloj.

-¡Mierda!.- salté de la silla.

- ¿Qué pasa Lucía?- preguntó preocupado.

- No es nada Pablo, sólo que hoy venía mi mejor amiga de Málaga y se me ha hecho tarde.

- ¿De Málaga?.- sonrió y se puso rojo.

- Así es, de tu Málaga.- sonreí.

- Pues a ver cuando me la presentas, a lo mejor la conozco.

- Eso está claro, pero eso sí, cuidado con ella. 

- ¿Cuidado? ¿y eso por qué? 

- Porque es Alboranista.- reí.

Se rió conmigo.

- ¿Enserio? pues podríamos darle una sorpresa.- dijo poniendo cara de tener ideas.

- Le haría mucha ilusión la verdad, pero ahora tengo prisa, toma, yo pago.

- De eso nada, pago yo.- dijo retirándome el dinero.

- No sabía yo que fueras tan cabezota.

- Pues ala, ya sabes una cosa más de mí.- dijo riéndose.-a la próxima invitas tú, venga.

¿A la próxima? ¿Habría una próxima? Indirecta muy directa ¿no?

-Está bien.- me reí y le di un abrazo.- gracias por esto, de verdad.

-Toma mi número tonta, y no me des las gracias.

Salí del bar con una sonrisa enorme que no me cabía en la cara. De repente me sonó el móvil. Era un whatsapp de Martín.

- Ya he recogido a Marta, nos vamos a comer por ahí, luego te llamo cuando vayamos a casa

- ¿Ya has ligado? ¿que rápido no?

- ¿Y tú con Marco qué? ¿como habéis acabado?

- Luego te cuento, ya voy para casa, adiós pesado.

- Adiós imbécil, te quiero.


«Me buscabas justo cuando te encontré»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora