Capítulo 9= La curiosidad no mata al gato.

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Rick y Azul volvieron en un incómodo silencio a la choza.

-¿Y eso?- Preguntó Elías.

-Trajimos recursos de mi casa. Ropa, zapatos, botiquines, cosas de higiene y algo de comida.

Rick se rascó la cabeza.

-¿Podemos ir a bañarnos? Tengo más que sucia la cabeza.

-Claro. Como somos caballeros, primero las damas.- Dijo el Don.

-Quieren que veamos cómo está el agua ¿No?- Dijo Azul.

-Sep.- Respondió Rick.

Las nombradas fueron a buscar su ropa, mientras los "caballeros" hablaban en el comedor.

-¿Qué pasó en la casota?- Preguntó Elías.

-Nada, juntamos las cosas y vinimos.- Respondió Rick.

-¿Y no vas a contar que seguiste a la de pelo arcoiris?- Lo delató el viejo.

-¡No la seguí! Simplemente había un árbol de bananas cerca de su casa.

-Y yo me tiré un pedo de color verde y olor a frutilla.- Bromeó Elías. Igna rió a carcajadas con eso.

Rick los miró mal, y salieron las chicas.

-¡No nos vayan a espiar!- Dijo Trin.

-¿Para qué querríamos ver un Michelin y un palo bañándose?- Bromeó Rick.

-Cállate, seguro me vas a querer ver las tetas de un palo, pervertido.

Se cagaron de risa, y las chicas se fueron. Habían llevado dos batas. Una de la madre de Azul y otra de la misma.

-Ahora, decime con detalles lo que pasó en esa casa.- Insistió Trin.

-La puta madre, que no pasó nada.- Respondió Azul, quitándose la remera.

-Yo sé que algo pasó ahí.- Dijo, imitando su gesto. Pero paró de inmediato al ver una sombra a lo lejos.

-¿Qué pasó? ¿Rick Riordan está en esta isla?- Rió Azul, pero paró de inmediato al ver lo mismo que su amiga.

Se colocaron a la velocidad de la luz su ropa, y susurraron entre ellas.

-Corre hacia la choza, yo me encargo.- Dijo Azul.

-¿Estás loca? Pueden tener armas, y no podés defenderte de eso.

-Tranquila, Michelín, los distraigo, traes a los chicos y peleamos.

-Siempre querés pelear vos.

-Bueno, si tanto quiero, hechiza a estos mirones y yo voy a buscar a los pendejos.

-Entendido, esqueleto arcoiris.

-Callate, Michelín oscuro.

Azul caminó normal hacia la choza, mientras que Trin hacía lo suyo.

-¿Hay alguien ahí? Espero que no quieran mirarnos.-Rió, hizo un gesto con las manos, y unos hombres armados se acercaron como zombies.

Azul pateó la puerta, y les avisó apurada, temiendo por la vida de Trin.

-Ya mismo vamos.- Dijo Elías. -Estás por quemar toda la choza.

Azul se tranquilizó, y dejó pasar a Rick, a Igna y a Elías.

-Nosotros nos encargamos, Don.

Sigilosamente, se acercaron a unos arbustos. Trin reía coquetamente, mientras los hombres le toqueteaban el cabello.

¡Malditos Frutos!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora