Capítulo 2=La isla misteriosa(Ahre plagio)

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La primera en despertar fue Trin. El avión estaba destruído. Lo único que no estaba tan mal era la parte en la que ellos estaban, y el baúl del equipaje.

Toda la parte del frente estaba hecha pedazos.

"Eso significa que..." pensó preocupada. "¡Los padres de azul están muertos! ¿Cómo se lo va a tomar? ¡Oh no!"

En eso, Elías se levantó, y vio todo algo confundido.

Al ver el frente, casi hecho polvo, pensó casi lo mismo que Trin. Sólo que un poco diferente.

"¿Y el champán?"

Sí, lo mismo.

Se quiso levantar Igna. Pero, un poco alterado, no podía desabrochar el cinturón.

-Mi pichulito... -Dijo dulcemente Trin, desabrochando su cinturón tranquilamente.

-Gracias mi polola. -Dijo, levantándose. -Acá falta algo.

-¿Te referís a Azul? -Dijo Elías.-Sigue dormida.-Señaló a la chica en cuestión, qué, afirmativamente, seguía más inconsciente que un zapato.

-¿Quién la lleva? -Preguntó inocentemente Trin.

-Eh... -Empezó Igna.

-¡Esta pendeja pesa mucho! ¡No sé qué come para ser un palo tan pesado! -Se quejó sinceramente Elías.

-¡Yo llevo las cosas! -Igna corrió hacia la parte trasera del Jet.

-Ahg, pesao' inmaduro.

-No llevas ventaja en madurez, Elías. -Rió Trin. -Deja, la llevo yo.

-Mejor, gracias.

Trin fue a sacar a la peliarcoiris, mientras Elías llevaba los bolsos de mano de todos.

-¡Engordó unos buenos kilos!-Se quejó Trin.

-No le llevas ventaja en peso. -Replicó Elías.

"¡Turn Dawn For What!"

Okay, mejor sigo narrando.

Trin, con Azul en la espalda, salió de la mitad del Jet maldiciendo entre dientes el peso de la muchacha.

Igna ya había roto la puerta, y tenía todos los equipajes.

-Qué verguenza. Una preciosa chica con lo más pesado. -Igna le dio un beso en la frente. -¿La cargo o quieres demostrar la fuerza que tienes muy, muy en el fondo?

Trin no tenía ganas de llevar tal saco de papas en la espalda, así que se la dio. Tomó unos equipajes, el resto que lo lleve Elías.

Antes de que pueda avanzar, ya empezó el quilombo.

-¡Auch! -Se quejó Igna.

Al parecer, Azul se levantó y le pegó a Igna.

-¿¡Qué hago encima tuyo, pedazo de animal!?

Se bajó de una. Tambaleaba un poco, pero igual caminaba.

-¿Estamos en la isla privada de mis padres? -Se giró, y vio medio avión destrozado.

"Oh no..." Pensó. "Mi padre..."

Frunció los labios. Y se quedó ahí parada.

En eso, Elías salió.

-¿Terminaron de besuquearse? -Luego vio la escena, Azul en un estado de "Lloro o no lloro, me cago en la puta" mientras los tórtolos miran, como con lástima.

Al final, Azul alzó todas las maletas, entró al avión y se quedó allí.

Fueron hasta el medio Jet.

-Te dejaste mi mochila, idiota.-Reclamó ella.

Tomó su objeto en cuestión, y empezó a caminar.

-¿Van a sobrevivir en el Jet? Hay una maldita casa llena de lujos por ahí. No sean pendejos.

Y empezó a caminar. Pero se cayó por tambalearse.

-Maldita sea.

-No te pases de lista, Batman. -Es el apodo que Trin le tenía a Azul. Su gorra lo decía todo.

-Cállate, Robin. Que estoy bien.-Replicó usando el mismo apodo.

No iba a ceder. Se miraron entre sí. Cabeceo por cabeceo, Igna avanzó rápidamente y la cargó por el hombro.

No ahorró patadas, gritos, golpes ni escupidas. Pero su cuerpo seguía en el hombro del chico.

-¿Sabes dónde queda la casa? -Desafió en su intento de bajar.

-Sí, tuvieron que decírselo a mis padres. Ellos me dieron las indicaciones.

-Maldito maricón.

Y no dijo nada más durante el viaje.

Debería de haberlo hecho. Igna es pésimo buscando, en sí, todo.

-Es por... ¡Aquí! O mejor no... ¡Por aquí!

Elías ya no aguantaba la situación.

- Callate boludo. Estamos más perdidos que mi media amarilla.

En efecto, estaban tan perdidos como la media en cuestión.

-Sos un idiota. -Maldijo Azul. Le pegó un codazo en el medio de la espalda y el chico cayó adolorido.

-Ahg, pegás fuerte.

-Más vale.

No sabían qué hacer. Trin no hablaba, Azul se acomodaba la gorra y Elías pensaba en qué hacer.

Bueno, de Igna ya saben. No es bonito un codazo en toda la columna.

En lo que estaban de acuerdo, es que tenían hambre. Hace como cinco horas que salieron, y no era cómodo estar así.

-¡Chicos, miren!

Pero la tentación los llamó. Unos frutos de colores caían de un árbol.

"Pueden ser venenosos."

"Se ven ricos"

"¿Y si morimos por toxina?"

"Hambre."

Ya se sabe quién ganó. Elías subió al árbol para tomar algunos. Tomó uno rosa, uno azul y uno verde.

-¡Azul! ¿Querés tu fruto?-Bromeó Elías haciendo referencia al color.

-Ja, ja. Muy gracioso. Acá a la vista tengo uno rojo que parece bueno.

Saltó y logró tomarlo. Pero no salía fácil.

"Si lo giro, me caigo. Si lo arranco, lo arruino."

Bueno, colgó las piernas y se giró un poco.

"Ahg, maldito mareo."

Valió la pena, el fruto se cortó y salió perfectamente. Una mordida y estaba fascinada.

Ellos no quedaron atrás. Elías bajó y les extendió los frutos. Trin quiso el rosa, obviamente. Igna tomó el verde y Elías se quedó con el azul.

-Ahg, me duele el pecho. -Se quejó Trin. Los frutos surgían un efecto raro.

-Me duele la cabeza, ahg. -Se quejaba Elías.

-¡Mis codos! ¡Ahh! -Exageraba un poco Igna.

-Mis malditas manos, sabía que no debía destralarme tanto los dedos. -Se arrepentía Azul.

Pero no era el dulce sonido de sus dedos la causa. Ni una aspirina curaría la cabeza de Elías, ni un masaje los codos de Ignacio, ni un marcapasos el pecho de Trin.

Eran los frutos.

Malditos frutos.

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No me maten por poner la misma chica en dos historias para el mismo personaje.

No hay tantas chicas con el cabello arcoiris.

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¡Malditos Frutos!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora