Capítulo 8=Rick no juega con meada

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A la mañana siguiente, el Don iba a experimentar con ellos. Ya no les molestaba, total, ya están ahí, no hay más que hacer ¿No?

Los llevó a un pasillo escondido tras un cuadro de monos en el comedor. Bajaron y el Don lea dió las consignas.

—Bueno, van a meterse en esas cajas transparentes de allá. Elías, ve a la primera, Trin, ve a la segunda, por favor, Rick, quítale ese tubo te la mano a la chica y llévala a la tercera. Luego, ya sabes donde ir.

Azul forcejeó el tubo, pero al final lo soltó, le pegó en la cabeza a Rick, y refunfuñando se metieron en sus respectivas cajas.

—Ahora, van a manipular el objeto que caerá desde el techo, lo usarán para salir.

En el preciso instante en el que terminó de hablar, cayeron los respectivos objetos en las cabezas de los chicos.

—¿Qué carajo voy a hacer con una papa?— Se quejó Esteban.

—¿Y qué mierda haré con una bolsa de aluminio?— Preguntó Azul.

—No te quejes, tengo un cactus.— Dijo Rick.

—¿Una vara? ¿Esto es una broma?— Trin casi explota de pensar en una infinidad de usos que no le servían para nada en ese momento.

—Yo tengo tres monedas.— Comentó Elías, frotándose la cabeza.

—Usen la imaginación joven, no la lógica.—Dijo el viejo. Se sentó en un asiento que no pintaba nada ahí, y los observó.

"A ver." pensaron, como si tuviesen telepatía. Pero sin saber que pensaban lo mismo.

Rick miró su cactus, sin saber qué hacer. Usó sus pensamientos de niño estudioso para intentar encontrar algo.

"Un cactus es una planta la cual usan los animales del desierto para beber... "

—Agua...— Murmuró citando lo que decía su libro de biología.

Puso sus manos al paralelo, concentrándose en levitar el cactus, y, haciendo el gesto de explotar, el líquido salió disparado. Él, lo juntó en una bola, y, golpeándolo contra el material, una y otra vez, iba logrando su objetivo.

Luego Azul, a su lado, veía la bolsa de aluminio, la frotó con los dedos un poco, y sintió un poco más espeso el material.

"Oh sí, eso es, ahora veo que el viejo no está loco."

"¡Está completamente loco!" Pensaba Trin. "¿Cómo se supone que salga de esto con una vara?"

Vió a su lado a Esteban, y entendió luego de dos minutos mirándolo.

"Espero que me perdone por esto"

Tomó la vara, he hizo como si hechizara a Esteban. Él, tomó la papa, hizo que germinase, y, con la presión, salió de la jaula, y, a base de patadas, sacó a Trin.

Elías tenía algo parecido a Rick. Alzó las monedas, afiló los bordes y se puso a cortar una salida.

En ese momento, un círculo de material transparente misterioso cayó al suelo, y salió Azul, con un aire de orgullo alrededor suyo. Y, casi a su vez, Rick rompió toda la parte delantera de la caja.

Esteban sacudió la cara, y vió todo medio confundido.

—¿Ya salimos? No sentí como si hubiese hecho algo. No entiendo nada.

Trin rió nerviosa, le dió unos toquecitos con la vara, y dijo, intentando sonar inocente.

—Jeje, tontito, eh... Tal vez te tuve que hechizar un ratito, jeje...

Él la abrazó, y rió.

—Al menos le diste un buen uso a tu poder, mi árbol de azúcar.

Mientras ellos se decían cosas empalagosas, Rick y Azul hacían gestos de asco.

—Si me enamoro, espero no verme tan estúpida.— Comentó Azul.

—Ni me lo digas.— Asintió Rick.

—¡No sean inmaduros, par de pendejos! ¡Si ustedes dos van a estar igual en menos de un mes!— Rió Elías. Los dos mencionados le quedaron mirando con cara de "Callate, idiota."

—Lo hicieron muy bien, chicos— Dijo el Don.—. La idea es que sepan usar sus poderes en estos casos...

Desde ahí nadie escuchó nada, total, lo importante ya estaba dicho. Luego, Azul tuvo una idea, pero no la quería compartir por precaución, así que dijo:

—Yo voy a tomar aire. El olor a aluminio quemado no es muy rico.

Todos asintieron. Era medio día, así que el sol quemaba, pero no era mucho camino, así que decidió simplemente llevarse una gorra.

No había puerta, ya que todo había volado. Miró con nostalgia la cocina, y vió un pedazo de queso tirado, en una esquina del cuarto. Subió las escaleras, encontrándose que su cuarto no había sido tan afectado, ni el baño sufrió consecuencias, a excepción del agua.

Tomó de sus cajones unos zapatos que usaba antes, pero que ya no le gustaban, sus pantuflas, perchas (ganchos de ropa, básicamente, un palo con un gancho para colgar prendas), y todo lo que pudiese ser necesario. Luego fue al baño de sus padres, y llevó para ella unas camisas y remeras de su padre, ya que él guardaba algunas allí, toda la ropa de su madre, para Trin, y de paso desodorantes, cremas y todo lo que le parecía estúpido. Cuando iba a agarrar un reloj, apareció Rick, chusmeando.

—¿Qué hacés acá?

Ella se sobresaltó, y se dió la vuelta violentamente.

—Busco cosas para la casa, no todo se perdió, por suerte.— Respondió.— La pregunta es ¿Qué mierda hacés siguiéndome?

—Curiosidad, nada más.

—No me apetece saber de curiosos en este momento, vuelve a la choza, que yo ya voy.

—Llevás un montón de cosas...

Ella resopló, sabiendo que no iba a ceder.

—Agarrá el bolso de allá, meté todo esto, yo voy a ver si quedó comida.

Cuando Azul quiso levantarse, él la paró.

— ¿Por qué tanta violencia contra mí? ¿Acaso hice algo?

Ella estaba que un poco más y lo golpeaba a muerte, pero intentó relajarse, y responder tranquila.

—No es tu problema, ahora suéltame y déjame buscar algo de comer.

—No.

—¿No?

—No.

Y ahí se quedaron un par de minutos. Él observándola, y ella preguntándose por qué no miró atrás mientras iba. Luego ya se aburrió, y soltó:

—¿Me pensás dejar ir o nos jubilamos agarrados a una valija?

—Soy capaz de hacerlo, si es que no das una respuesta antes.

Ella lo miró, algo confundida y enojada. Confundida porque no pintaba nada este teatro y enojada porque a este paso se iban a pudrir ahí.

Si es que no respondía, claro.

Ella tenía otros planes.

—He dicho que no es tu problema.— Se soltó, y se fué a la heladera, dejando a un Rick, ordenando ropa, frustrado.

¡Malditos Frutos!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora