Elías y Azul corrieron hacia la casa de el Don. Algo más podía explotar, y eso no sería lindo de presenciar.
Al llegar, tiraron todo en el piso y cayeron exaustos.
Claro, todos corrieron a socorrerlos.
—¿Qué pasó? ¿Y por qué traen las maletas?— Preguntó Trin preocupada.
—Bueno, digamos que la casa... Explotó.— Contestó Azul agitada por la corrida a la choza de Don Pedro.
— ¡¿QUÉ?!, AHÍ ESTABA MI CELULAR, ¡¿QUÉ MIERDA ES MI VIDA SIN ÉL?!— Gritó Trin, luego se largó a llorar tanto que parecía que se le murió la mamá.
— Esto es feo, muy feo.— Dijo Igna con los ojos abiertos como pelotas de Básquet embarazadas.
— Se pueden quedar acá, hay espacio de sobra. Tenemos una habitación grande que la usamos para guardar un cajón de bananas.— Saltó Rick en tono amistoso.
— Sería una gran idea, así también podría vigilar de cerca el progreso de sus poderes.— Agregó Don Pedro.
— Yo digo que sí, es el único lugar donde podemos quedarnos, o también si quieren dormir en una caja.— Dijo la pelicolores.
— Yo también me quedo, sólo si Trin e Igna no se ponen calientes en medio de la noche y no me dejen dormir.— Siguió Elías.
— ¡Callate!— Gritó Ignacio.— Me quedo, pero mi tarta de manzanas con canela tiene que hacerlo también.
Trin asintió con la cabeza, aún destrozada por lo de su celular, Que En Paz Descanse.
Después repartieron las maletas y se ubicaron cada uno en una parte de el cuarto. Luego entró Rick con una propuesta que le cambiaría la vida.
— ¿Quieren caminar por la isla?, Así saben más o menos como es.
—Dale. —Dijo Azul y todos se le unieron, Trin aceptó más que nada para pensar en algo que no sea su celular.
Ya caminando en la playa, Igna le preguntó a Rick:
— ¿Cómo es tu nombre completo?
— Ricardo.— Contestó algo avergonzado.
Azul se rió.
— Ese es nombre de viejo.— Dijo ella.
— Pobre, bueno a Igna no le gusta que le digan Nacho porque le da hambre.— Dijo Trin para Rick. Este rió. Azul y Elías asistieron con la cabeza.
— ¡Hey!— Exclamó Igna.— Me sigue dando hambre. Es algo innevitable.
— Vamos por la selva. Quiero saber como es, cuando estábamos en el avión, vi que la isla era inmensa.— Dijo Elías.
Giraron a la derecha y se introdujeron a esta.
Caminaron por todas partes varias veces para memorizar el camino que es transitable. Una vez a Rick le dio hambre y vio que había una pera tirada en el piso la agarró y la comió. Todos se empezaron a reír de la forma en que él comía la pera.
— Hey, estoy un poquito mareado.— Dijo agarrándose la panza.— Creo que la pera estaba demasiado rica para ser verdad.
— Chicos, ¿Ese no es el árbol alienígena?— Preguntó Azul señalando a una palmera muy familiar.
— Sí, reconozco lo que trepé alguna vez.— Respondió Elías.
— ¡MIERDA!, ¡SE CAE!— Gritó Trin.
De pronto, unos láseres empezaron a dispararse desde quién sabe qué, unas flechas salieron de la nada, una red colgante atrapó a Azul y sierras eléctricas salieron del suelo y casi rebanaron a Elías que estaba con Rick alzado como bolsa de papa.
— ¡Ay mierda!, ¡Que pesao'!— Gritó.
Azul maldecía a la red, Trin gritaba esquivando todo, si sus poderes no servían de nada en estas ocasiones, e Igna miraba una de las sierras, con intención de probar sus poderes al enredar la máquina fuertemente, pero Elías ya tenía pensado un plan, explotarlas.
Los dos alzaron sus brazos hacia la sierra, se acercaron los dos hasta que sus hombros se tocaron, nadie sabe por que, pero el instinto de los dos les indicaba eso y, oh sorpresa, el plan de los dos salió mal, haciendo uno mucho mejor. Unas raíces del grosor de una pierna de un adulto, emergieron del suelo y envolvieron a la máquina tanfuerte que la hizo explotar, lanzando chispas por todas partes. Un problema menos.
— ¡ESO ESTUVO GENIAL!— Exclamaron.
Azul fue la segunda en gritar, ya se hartaba de la red, luego la prendió fuego y cayó, pero rápido como avestruz se paró y lanzó unas bolas de fuego a la dirección de dónde venían los láseres y dejaron de dispararse. Luego estaban las flechas, pero también se encargó ella.
— ¡NADIE LE GANA A AZUL, PERRAS!— Gritó agitada por el esfuerzo.— Chicos, eso que hicieron fue increíble.
—Gracias, gracias.— Saltó Ignacio con voz de caballero, haciendo reverencias.
— Haría lo mismo si no tuviera a el Pedro Picapiedra sobre mí. Tenemos que ir a con Pedro, nos tiene que explicar lo sucedido con el aumento repentino de la citoquinesis de Igna.— Dijo Elías. Todos lo quedaron mirando el plan "¿Khe?".
—Ag, sólo vamos.— Y todos lo siguieron rumbo a la choza.
[...]
— Lo que acaban de hacer es combinar poderes.— Dijo el Don. Todos lo quedaron mirando raro también.— Verán, si combinan el ADN de dos frutas se aumentan las cualidades de una. Son frutas del mismo árbol, y como las frutas comparten una pequeñísima unión genética, ustedes tienen una conexión, y esa conexión es mental. Las frutas ya son ustedes, no necesitan combinar el ADN porque su conexión es mental, entonces para que esa conexión sea más fuerte, tienen que tocarse.
— Ahhhh.— Canturrearon todos al mismo tiempo.
— Bueno jóvenes, si quieren una demostración... Azul, Elías, agárrense el hobro y dirijan sus poderes a ese coco que está tirado afuera.— Ordenó Don Pedro. Lo hicieron, se concentraron en el condenado coco y un rayo salió de sus manos. Se soltaron a la velocidad de un relámpago, xD, y pegaron un grupito. Pobre coco, debe estar con el celular de Trin.
— ¡Oh Shit!, Estuvo de lujo.— Exclamó Ignacio.
Rick, que estaba desmayado sobre un sillón, se despertó sobresaltado.
— ¡Los láseres!— Gritó agitado.
— Ya no hay nada, te desmayaste por la fruta que te comiste. Era claro que era la quinta fruta del árbol alienígena. Ah, y te tuve que cargar hasta acá.— Le dijo Elías.
—Ahh, ahora tengo poderes. Creo que tengo que seguir durmiendo.— Y justamente eso hizo.
Todos rieron.
— Algo que deben saber,— Siguió Pedro.— NUNCA combinen la telequinesis con el síndrome de Cupido y el fuego con el agua. Si lo hacen, sería mortal.
— Yo solo tengo una duda, ¿Qué hacen trampas en mi isla?— Preguntó Azul.
— Ah, si, me persiguen agentes especiales.— Respondió Don Pedro.
Están jodidos
ESTÁS LEYENDO
¡Malditos Frutos!
AventuraCuatro adolescentes, una rebelde asquerosamente rica hasta para ella, un loco guasón y raro, una fangirl rosada bastante graciosa y su chico "perfecto", van de paseo en el helicóptero de los padres pijos de la rebelde arcoiris. Una tormenta, un mal...