Capítulo 2: Lisa

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Atractiva, temeraria pero inocente. Atractiva, temeraria pero inocente.

Se repetía Lisa a sí misma, mientras guardaba sus libros en la mochila. Los alumnos empezaron a salir y ella estaba retrasándose a propósito. An le había dicho que tenía que estar segura en apuntar su meta hacia el Profesor Antonio, y hacerlo enloquecer. ¿Pero cómo? Ella no era de esa forma, siempre se consideró tímida e introvertida. Pero An tenía razón, ella no quería sufrir la tortura de enamorarse en silencio nunca más. Su amiga le dijo que tenía que seducirlo de forma implícita, como si existiese la intención y no pueda detener tus actos. Si no estás haciendo nada, ¿cómo podría decir que te detengas? El objetivo es que te deseen sin que tu lo "notes", era algo que adoraban, según An, pero lo peligroso de una "Nínfula" es que lo sabe perfectamente: todos los efectos que tiene en un hombre.

Anastassia salió última de la sala, volteó y le guiñó el ojo.

Le había dicho claramente lo que tenía que hacer, le dio todas las frases, todos los movimientos. ¿Cómo es que sabía tanto?

Ahora ella estaba sola con el Profesor, quién miraba el libro de clases. Ella sentada, con la mochila en la espalda y con una mirada confusa, empezó a llorar. El profesor se paró de inmediato y se acercó a ella. No había vuelta atrás. An estaba en la puerta haciendo guardia, si la Directora o la Psicóloga veían la escena ya no iba a tener solo el consuelo de su profesor, si no de la Psicóloga, la Terapeuta, sus padres y todos los demás profesores.

— ¿Te sientes bien, Lisa? ¿Te duele algo? —Sí, el corazón. Pensó lisa.

—No pasa nada... yo... —Cayeron más lagrimas— Lo siento, no quiero retrasarle.

—-¿De qué estás hablando? Claro que no te sientes bien, ¿Quieres que te lleve a Enfermería? —¿Es que puede ser más tonto?

—Es solo que... —Negó con la cabeza. Tragó saliva antes de hablar—. No quiero llegar a mi casa. Papá... está triste —Él solo arqueó las cejas y le acarició la espalda. Lisa casi se desvanece—. Está de mal humor y aquí... —No, no iba así— ... con usted, me siento más segura.

—Vaya, Lisa. Lo lamento. ¿Hay algo que pueda hacer? —¿Si hay algo que puedas hacer? Lisa se apoyó en su hombro y lloró un poco más. Él la dejo mientras le acariciaba, de repente un sentimiento extraño invadió a Lisa; una advertencia.

—No, me siento mejor... —Lisa se paró y recogió su bolso, él seguía de rodillas en el piso. Ella volteó y de un momento a otro, como cuándo se inicia una batalla, se lanzó a abrazarlo—. Gracias.

Lisa se fue sin más. Creía que iba a vomitar. No lo había hecho exacto como debería pero salió bien. Por lo menos lo abrazó. Olía a una colonia masculina, a papel y a marcador de pizarra.

An le dijo que no había estado mal pero faltó un poco de seducción. Digo, cualquier persona consuela a otra, la cosa es que le desee mientras lo hace. Pero no le dijo nada, Lisa estaba haciendo su mejor esfuerzo. Ambas se fueron a la casa de Lisa.

—¡Papá, ya llegué! Vine con An, se quedará a cenar ¿Está bien?—El papá de Lisa salió de la cocina con un mantel en las manos y una gran sonrisa. Jacques, el padre de Lisa, era joven pero por alguna razón tenía muchas canas, tenía buen físico porque le gustaba salir a correr, la casa era casi siempre un desastre, ninguno de los dos le gustaba limpiar. Pero cocinaba exquisito.

—¿Que si está bien? ¡Claro que está bien, estoy preparando una Pizza! Cariño, ¿Estuviste llorando? —Lisa abrió los ojos e inmediatamente miró al suelo.

—En clase vimos un video motivador de un hombre sin piernas ni brazos. Casi nadie lloró, pero a Lisa le afectó mucho... —Dijo An, como si hubiera practicado la mentira durante una semana.

Nymphet Club (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora