Capítulo 4: Claude

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Le dijeron que no se preocupara. Ni ella misma entendía por qué se sentía tan mal. Al fin de cuentas decía que le gustaba y bueno, podría ser cierto. Quizás. Quizás solo quería atención, quizás le caía bien, quizás estaba enloquecida por el. Pero en el momento en que sintió su olor a alcohol no sintió más que miedo y ganas de ir a su habitación.

No era lo que buscaba, nunca quiso si quiera hacerle creer que le gustaba. Nunca pensó que llegaría tan lejos. Era solo un flechazo adolescente, no era lo demasiado madura para enfrentar algo así.

Era una pequeña fiesta entre adultos. Unas carnes a la parrilla, un partido de fútbol, música y conversación. Sus padres la estaban pasando bien, ella igual. Su padre estaba comiendo mientras conversaba con su esposa. Algunos estaban bailando una canción lenta, pero Claude había ido al baño. Algunas conversaciones se le hacían aburridas. Cuando salió creyó que nadie la podría extrañar por un momento, y fue a su habitación.

Claude se calló.

—¿Por qué paras? —Lisa le acariciaba los hombros. Su mirada se notaba preocupada. Ella había ido a aquella junta con su padre pero se había quedado sentada mirando el partido de fútbol. Durmió casi toda la fiesta, hasta que su padre la levantó para marcharse. Claude no bajó a despedirse, sus padres dijeron que se había dormido.

—Aún no entiendo el fondo de esto. Sé de qué va... —Anastassia jugaba con las cartas del Pictionary. Habían estado jugando hasta que Claude llegó a la casa de Lisa llorando. Lisa y Penélope la callaron.

—Shh... Claude, sigue por favor —Penélope frunció el ceño y se sentó junto a Claude.

Estuvo un momento en su habitación, viendo "Belleza Americana". Eran casi las once cuando escuchó que le gritaban. Su padre estaba mostrando las fotos de ella cuando solía bailar ballet. Ella se paró frustrada y gruño. Seguro quería avergonzarla simplemente. Pero cuando abrió la puerta notó que la casa estaba demasiado silenciosa, seguramente estaban todos en el jardín. Caminó arrastrando los pies por el pasillo del segundo piso. Pero alguien apareció saliendo del baño.

Empezó a sollozar.

—Dios santo... —susurró Anastassia frustrada. Siguió jugando con las cartas sin poner atención a las miradas que le dedicaban.

Cuando Claude lo vio no sintió más que pavor. A simple vista se veía desorbitado y agresivo. ¿Qué debería hacer? ¿Llamar a su padre para que le ayude a guiarlo? Nunca había estado con alguien ebrio, era extraño. Así que retrocedió. Hizo un poco de ruido y entonces el Sr. Javier se dio cuenta de su presencia.

—Vaya, vaya. La pequeña Claude. ¿Ya apareciste? —se acercó a duras penas, secando sus manos en su pecho.

—Iba a bajar ahora... Bajemos, me están llamando... —Claude se tomó las manos y él negó con la cabeza.

—Nos tendremos que demorar un poco, ¿No crees? Dime, ¿Cómo te ha ido en la escuela, algún chico te molesta?

—No, ningún chico. Deberíamos... —Claude apuntó la escalera, el le agarro la mano rápidamente. Se sobresaltó al toque.

—Vamos a hablar —se acercó a ella, inundándose con su aliento alcohólico y jabón. No era romántico, nada como lo había imaginado. Ella se calló instantáneamente.

—Muy bien... —susurró mientras aguantaba la respiración.

—Bien... —él uso la fuerza de sus brazos para acorralarla en la pared. A ese acto de agresividad ella deseo escapar. No quería ser obligada a nada. Ella quería que la quisieran sin estar bajo ningún efecto, que la trataran bien y que la besaran con cariño. No esto, no así. El olor a rosas o a menta que se había imaginado no estaba. No se dio cuenta cuando él se había acercado, usando sus labios y tocando su cuerpo. Quiso responder, alejarse o negarse a ser manejada. Pero no pudo, pensó por un momento que era él quien la estaba besando, pero nunca se lo imagino así.

—¡Está bien, para JUSTO AHÍ! —Todas miraron a Anastassia que se había parado y pateado el Pictionary. No dijeron nada, quedaron—, estábamos las tres aquí, jugando tranquilamente al Pictionary, hablando de cuánto deseamos a la persona que deseamos, ¡¿Y vienes tu AQUÍ a llorar porque EL HOMBRE QUE TE GUSTABA TE BESÓ?! —se acercó a Claude apuntándola con el dedo— ¿Crees que nos hace gracia? Deberías agradecer de haber tenido esa remota y utópica posibilidad de PROBAR SUS LABIOS.

—Yo creía que... Me gustaba pero...

—¿Te gustaba? ¡¿Te gustaba, estás segura?! O lo idealizaste, ideaste una fantasía. No iba a impedir que entrases a este club, pero ahora... ¡Ahora sin lugar a dudas no dejaré que vengas aquí!

—Demonios, An. Mi padre está abajo... -Anastassia siguió sin siquiera mirar a Lisa. Claude sintió un escalofrío, no quería que su tío supiese nada.

—Aquí todas estamos enamoradas de alguien y no de algo. Y si piensas lo desafortunada que eres porque quien creíste que te gustaba te deseo y te besó. Pues, ¡Vete! ¡MI CLUB ES PARA PROBLEMAS REALES!

—¡¿MI club?! —Lisa se paró inmediatamente— ¿Sabes? hay problemas reales, los adultos atraen problemas. Tu sabes eso, ¿no?

—Por más que quieras negarlo aquí seguimos siendo niñas inexpertas y torpes. No lo sabemos todo, no sabemos que queremos... —Penélope habló tranquilamente.

—Yo sé lo que quiero...

—Primero que todo esto es NUESTRO club. Y sé lo que quiero ahora, quiero votación. Alcen la mano quien quiere que Claude participe en el club. —Penélope y Lisa levantaron la mano— Ahora quién no quiera —Anastassia frunció el ceño. Lisa sonrío de lado. Ya no hablaron más del tema, de ese ni de ningún otro. Pero Claude seguía repasando el recuerdo en su cabeza.

El olor a alcohol era tan fuerte que era lo que más recordaba. No fueron sus labios duros, ni sus manos recorriendo su cintura. Porque eso era parte de lo que ella había idealizado. La besaba diciéndole cuan inocente y hermosa era. Y que desearía poder alejarla de su padre para cuidarla de crecer. Que la había visto cambiar y ser dulce con el, educada e inteligente. Era la hija perfecta, le decía. Eso fue la frase más repugnante que Claude le oyó decir. Siguió besándola y la guió hasta la habitación en la que ahora deseaba no haber salido. Y le sacó el gran polerón verde claro que tenía. La dejó al descubierto con sus pechos tímidos. Los ocultó luego de haberlo empujado con una fuerza increíble. Él la quedo mirando y luego cayó al suelo. Claude se vistió otra vez y le gritó a sus padres. Julianna fue la que subió. Claude un poco aturdida le dijo a su madre que el Sr. Javier estaba ebrio. Había intentado ayudar pero había caído la suelo. Julianna se rió, llamó a su marido y ayudaron a llevarle abajo. Claude les dijo que ya se iba a acostar, pero lo único que hizo en la cama fue llorar con desespero. Silenciada con el sonido de la música de la fiesta.

—Bien —dijo Anastassia antes de irse—, lamento haber reaccionado así. Hoy ha sido un día horrible y bueno, lamento que te sientas mal —le tocó el hombro a Claude, Penélope ya se había marchado y Lisa miraba desde la puerta— Pero trata de verlo de otra manera, nunca fue no-correspondido... Lo tenías aquí —Anastassia señaló la palma de su mano derecha.

—Adiós An... —Lisa la apresuró, ella la miró de reojo.

—Aún tenemos que planear lo del Profe, ¿Eh?. No vayas a cambiar de idea... —Lisa no respondió. Estaba cambiando de idea justamente. Se había vuelto mentirosa y caprichosa. Y Anastassia había estado demostrando ser eso también con el tiempo. Lisa pensaba que se estaba obsesionado. Claude giró a ver a Lisa— Adiós, chicas —Anastassia salió por la puerta, su madre la estaba esperando en el auto fuera. Justo luego de salir, y cuando Lisa estaba empezando a cerrar la puerta, An giró a mirar a Claude, como si su objetivo fuera darle a entender que no lamentaba absolutamente nada y que la veía como una clara y peligrosa amenaza.

Y lo era, Claude sólo había aceptado estar en el Club para vigilar de cerca a Lisa, y para evitar, a toda costa, que intente algo con quien no debiera.

Nymphet Club (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora