Capítulo 5: Pequeña Lu

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La sombra le protegía de la luz del sol, que ese día estaba bastante fuerte. Su colegio le quedaba cerca de casa, pero no tenía ganas de llegar aún, así que se sentó a la sombra de un árbol en el parque. Lucienne era su nombre, pero le llamaban Lu. Y ese día no tenía ganas de nada.

Tenía 14 años y era baja. A veces le molestaban porque era demasiado sensible y lloraba mucho. Tenían razón, estaba llorando en ese preciso instante. Pero a ella nunca le importó. Su pelo era liso y saludable, sus ojos cafés y brillantes. Era inocente, demasiado para una chica de su edad. Y soñadora, demasiado para un mundo como ese.

Le molestaban en la escuela. Tenía una amiga llamada Beth que le había dicho a todos quien le «gustaba». Desde ese momento se burlaban de ella, en su cara y en sus espaldas. Todos le miraban mal, incluso los profesores, pero en el fondo era lástima. Lástima era lo que más sentían por ella.

Cuando creciese quizás recordaría esto como una anécdota graciosa. Porque había entrado en la pre-adolescencia y le había dicho a su mejor amiga que encontraba lindo al nuevo profesor de Educación Física. Y ella no había podido quedarse callada. Y todos pensaron que sería gracioso molestarla, que sería gracioso burlarse. Era una anécdota divertida, pero no ahora mismo para Lu. Que tampoco tenía el valor de desmentir eso, ¿Cómo si no valía la pena? ¿Los tontos no son ellos para divertirse con algo que les dijo una chica en busca de atención? Se decía que ni siquiera lloraba por eso, ella lloraba porque sí. Porque lloraba por todo y por nada en específico.

—¿Estás bien? —dijo una voz atrás de ella. La voz de una chica que nunca antes había escuchado. Seguramente no era de su escuela, ellos nunca le hubieran preguntado eso.

—Estoy bien. —No volteó. Se abrazó más a sí en el banco donde estaba sentada. Pero la chica caminó hacia el banco y se sentó. Tenía el pelo castaño con trenzas que le hacían parecer más pequeña de lo que era. Y una sonrisa sincera. La chica negó.

—Si tu estás bien yo soy la reina de Inglaterra —Lu rió.

—No sabría decirlo, no te conozco

—Anastassia, como la película -Se acarició las trenzas y le sonrió.

—Anastassia... —An asintió— como la hija del Zar de Rusia.

—¿Y qué sucede? —Anastassia la miró dándole ánimos de seguir llorando. Lu se negó, ella ya no era de contar secretos ¿Quién juzgaría eso si estaba en todo su derecho? Así que hablaron de otras cosas, de películas y de juegos. An le invitó a juntarse con sus amigas el fin de semana. Por que irían al cine y deseaba levantarle el ánimo. Aunque lo que más deseaba era saber el por qué estaba llorando. De alguna forma An sintió que podía contagiarse un poco de inocencia, la que le faltaba. Prometieron juntarse en ese mismo parque a las tres de la tarde el viernes. Lu caminó hacia su casa lentamente después de eso. Era miércoles pero deseaba con ganas que el viernes llegase pronto. Y como ella lo quiso, no sucedió. Aquellos dos días fueron largos y solitarios, para cuando llegó el viernes deseo quedarse en casa con su madre y ya. Pero luego recordó que no estaba en condiciones de rechazar amistades. Así que se arreglo con lo que le quedaba de ganas y le avisó a su madre, bueno, por un papel que dejó en la cocina. De todas formas estaba en el trabajo, como siempre. Cuando llegó al parque a eso de las tres con diez minutos vio a cuatro chicas conversando. Anastassia, una de coleta, una que se vea más grande y otra chica que se le veía no tener ganas de estar allí. La primera que la miró es An, quien corrió hacia ella, le agarró de la mano y la llevó con las otras.

—Esta de aquí es Lucienne, pero le dicen Lu —Anastassia la presentó a las demás antes de que ella pudiese hacerlo.

—Hola Lu, encantada de conocerte —La chica mayor, que llevaba un short azul oscuro que lucían sus largas piernas le ofreció su mano y le sonrió. Lu la estrechó, y se sintió toda como una mujer adulta.

Nymphet Club (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora