Las puertas del ascensor se abrieron con ese característico chirrido metálico que denotaba la falta de aceite en ellos. Dentro, como siempre, todo era el puro revuelo de una mañana cualquiera.
Kate parecía haberse acostumbrado a la ajetreada vida de las comisarías, pero cada día encontraba algo nuevo.
Tal vez un detenido con las manos esposadas contra la espalda la miraba de arriba abajo al pasar por su lado, deteniéndose todo lo máximo posible en su trasero hasta que el agente lo empujaba para que siguiera su camino, y ella hacía como si no le importaba.
O, también, en muy pocas veces, era una testigo más entre un encuentro agente-sospechoso que lograba poner los pelos de punta.
Llevaba varios días frecuentando la planta de Homicidios, por lo tanto, el camino a la mesa de Espósito sí que le era familiar.
-Katie, Katie, Katie...-canturreó el moreno totalmente divertido cuando se posó frente a su mesa.
La aludida sonrió, y como todas las mañanas, respondió:
-Te estás ganando una patada donde menos te gustaría recibirla.
Espo alzó una ceja, ladeando la boca, para así conseguir una sonrisa cargada de picardía.
-Eso es que Rick está entrenándote bien.
Pensó en las veces que habían rodado por el tatami en busca de nuevas llaves que aprender. Rick cuidaba de ella, procuraba no hacerle daño, y nunca se apartaba de su lado aunque la situación lo requiriera. Desde aquella vez, nada había vuelto a suceder, y se sentía cómoda por ello.
-Estamos practicando con los guantes.-golpeó la mochila que colgaba de su hombro y caía por su cintura.
Espo se encogió de hombros.
-Rick es buenísimo dándole al saco.-añadió sin mirarla, ya que estaba demasiado ocupado tecleando algo en su ordenador.
-A todo esto...-rodeó la estancia con la mirada.- ¿Dónde está?
-Ha subido hace una hora al gimnasio.
Kate frunció el ceño. O ella se había retrasado, o él tenía mucha prisa para entrenar. Echó un vistazo a su reloj negro de pulsera, coincidiendo con la segunda opción, pero no dijo nada.
Se limitó a sonreírle, aferrarse al asa que colgaba de su hombro y subir las escaleras con decisión.
Arriba el aire comenzaba a ser más denso y asfixiante, o por lo menos, eso creía Kate. Sentía como su camiseta de tirantes se pegaba contra su pecho sudado, intentando agobiarla.
Por suerte, llevaba una coleta, así que no tenía que preocuparse de la molestia que podría suponer su pelo suelto.
Se deshizo rápidamente de la mochila, donde llevaba una toalla y un botellín de agua fría. La lanzó contra el suelo.
Una de las cosas que Rick le había enseñado desde el primer momento había sido la importancia de la hidratación cuando perdías sales minerales gracias al ejercicio.
Ambos dejaban sus respectivas botellas en el estante, cerca del reproductor de música por si necesitaban un trago antes de reponerse.
No se molestó en mirar si Rick estaba ahí tal y como había dicho Espósito, los golpes contra el saco resonaban por toda la habitación.
Se paseó un poco por los alrededores del tatami, atenta a cada movimiento del agente. Realmente no quería molestar, lo veía demasiado concentrado.
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•DE ARMAS TOMAR•
FanfictionRichard Castle es un policía del FBI capaz de controlar todo lo que entra en su campo visual. Menos a Kate Beckett. A Kate Beckett nadie puede decirle qué debe hacer o cómo debe vivir su vida. Desde el primer momento, el huracán moreno de ojos verdo...