Todas las tardes suelo salir a pasear con mi perro por el pueblo. En una calle llevaban una semana colocando una pared. El día que acabaron de colocarla, me pase y pude ver la espléndida pared blanca y limpia, recién pintada. Debido a un resfriado estuve en cama unos días, pero cuando volví a pasar por aquella calle, la pared estaba pintada de arriba a abajo, llena de letras con tonterías o nombres de personas. Hasta mi perro orinó encima de algunos nombres. Si escribieran frases filosóficas o poéticas aún se toleraba, pero eran frases tontas y con faltas ortográficas que dolían a la vista. Por otro lado, había algún dibujo bastante impresionante.
No duró mucho la cosa, porque al tercer día la pared volvía a estar blanca, pero lo mismo se invirtió, y en dos días volvía a estar pintarrajeada.
Bajé la vista a mi mascota que olfateaba la pared, y vi en la esquina arras de suelo, el dibujo de unas llamas. Tenían un tono precioso, de rojo y amarillo. Al día siguiente, aquellas llamas parecían trepar por la pared y comenzaron a engullir las tonterías que había en él. Pero no solo se dibujaba encima, también preservaba aquellos graffitis que si valían la pena. Mezclando los dibujos que ya había con la creación propia de las llamas.
Al cabo de un mes, la pared estaba increíble, las llamas que aparecieron en una esquina habían consumido toda la pared y ahora el brillante rojo y amarillo destacaba, mezclado con otros dibujos y colores que compactaban con mucha armoniosidad entre ellos. Los contrastes eran increíbles. Aproveche el momento y lo fotografié.
No pasó mucho más de medio mes y la pared había sido borrada de nuevo y ahora en vez de blanco, dejaron al descubierto las piedras para así dificultar la tarea del dibujo, pues la roca soltaba incluso arenilla cuando pase la mano. Me alegré de haber podido fotografiarlo antes de que lo borraran.
Las semanas pasaron y yo observaba la pared en espera de algo nuevo, pero todo seguía igual. Aun así decidí observar con más detenimiento. Entonces me percate de ello, entre las grietas, asomaban dibujados algo parecidos a los Susuwatari de la película del Viaje de Chihiro. Y no solo en una, en la mayoría si uno se fijaba podía verlos. No encontré nada más. A los siguientes días también los observaba sin ver ningún cambio, aunque tampoco me paraba mucho.
Un mes más pasó y otro más, y no había cambios en la pared. Pero dio casualidad que el perro tirara de mí, haciendo que cayera al suelo, y desde esa posición levanté la vista, aun sujetado al perro e intentando que dejara de lamerme, pude ver que había un dibujo oculto que solo desde el suelo se podía ver. Una especie de ave se dibujaba entre las brechas y grietas. Su plumaje era marrón por la pared, pero los Susuwatari se encargaban de darle las sombras y el relieve para parecer que intentaba alzar el vuelo.
Me levanté y me sacudí la ropa. No había nadie en la calle y me alegre, porque vaya torta me había dado y encima me quede un rato en el suelo. Mire la pared ahora vacía de nuevo, me acuclille e incline la cabeza para volver a ver el dibujo. Rápidamente saqué el móvil e hice una foto. La verdad es que estos grafiteros tienen ideas muy locas y extraordinarias.
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Historias de un Observador (Publicada y finalizada)
RandomConsiga estas historias y otros relatos inéditos en Amazon: : https://www.amazon.es/dp/B0BTMV61D8 Son historias cortas que relatan pequeños detalles de la vida o entorno de los protagonistas, que aunque insignificantes a primera vista, una mirada m...