Normalmente, después de clase, me gusta echarme una siestecita detrás de la facultad de medicina. Hay un banco escondido tras unos arbustos, estos me dan privacidad y algo de sombra cuando da mucho el sol. Encontré este pequeño paraíso un día que iba con prisas y en un descuido se me cayó el estuche, no me di cuenta hasta llegar a clase. Cerca de la hora de comer estuve buscando por los alrededores y cuando di con él, también encontré este lugar. Desde entonces ha sido un secreto de uso privado. Aunque me parece extraño que nadie lo haya encontrado todavía, supongo porque no da a unas grandes vistas o no hay espacio para mucha gente o para comer. Pero cuando te tumbas aquí y miras al cielo sientes que te invade una paz increíble e infinita. Un cielo azul puro con tímidas nubes blancas que lo cruzan lentamente abanicados por la suave brisa que los árboles susurran entre sus ramas.
Suelo pasar los descansos aquí, sin mucho que decir y con la tranquilidad de eso trae. Hay que pensar no solo en trabajar y estudiar, sino en apreciar los momentos tranquilos de infinitos cielos azules que la gente omite, pues esos pequeños detalles son los que nos insufla de satisfacción.
Un delicado cielo azul, donde las nubes son suaves algodones de azúcar y la brisa entre los árboles verdes atrae a los cantos de las aves. Y tú allí, tu existencia y problemas, algo tan diminuto para algo tan brillante y especial.
Tan tranquilo y apacible. Ideal para dormir.
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Historias de un Observador (Publicada y finalizada)
RandomConsiga estas historias y otros relatos inéditos en Amazon: : https://www.amazon.es/dp/B0BTMV61D8 Son historias cortas que relatan pequeños detalles de la vida o entorno de los protagonistas, que aunque insignificantes a primera vista, una mirada m...