En mi casa había un cuadro de una bella mujer de vestido blanco que llevaba un parasol y miraba hacia un brillante río. El dibujo estaba firmado bajo el apellido de mi familia. A fin de saber más sobre él hablé con mi abuelo, que era el propietario de dicho cuadro, y él me explicó la historia de su abuelo.
Su abuelo lo había heredado de su padre. Su padre era un aficionado al arte y un pintor amateur. Se dice que se enamoró de la hija de un terrateniente avaricioso. Ambos se habían enamorado, pero el padre de ella se oponía febrilmente, al punto de encerrar a la joven en casa. Ella fue obligada a casarse con un amigo del padre de muchísima más edad, pero adinerado. Él, en cambio, se sumió más y más en el arte, hasta que pasados varios años sus pinturas alcanzaron precios sin igual. Ella que hacía pocos años se había quedado viuda y había vuelto, se pudo por fin casar con él. Ambos tuvieron una buena fortuna, pero la suerte les dio la espalda pues acusaron al pintor de estafador. Según los expertos los cuadros y pinturas no eran de su propiedad, que en resumen, él no había pintado los cuadros que vendía. Aquello arruino a la familia. Nunca desmintió aquellos hechos, pero tampoco los afirmó. Unos meses antes de la muerte de ambos, él dibujó ese cuadro que teníamos en casa. Se lo regaló a su esposa para recordar los viejos tiempos. Tras la muerte de ambos el cuadro pasó a manos de la hija de ella, hija de la mujer y el hombre mayor adinerado. Pero entonces pudo recuperarlo el hijo de la pareja, a través de un trato, él daría todas las obras de su padre a ella y ella le devolvería el cuadro. Y así fue como lo recuperó. Para él, el cuadro de sus padres fue lo más importante, los demás cuadros carecían de significado y se los cedió. Así pasó de generación a generación hasta mis días.
Miré de nuevo el cuadro con otros ojos, ese lienzo había vivido de todo y mucho. Lo descolgué de la pared para observarlo mejor, pero me resbaló y se cayó al suelo partiéndose el marco. Empecé a recoger los cachos cuando vi que un trozo de pintura se había desprendido. Me asusté al verlo, pero me di cuenta que la pintura era más reciente en un lado y tenía otro color que aprecia solo notarse al tenerlo así de cerca. Usando un trozo del marco roto froté delicadamente ese sobrante de pintura y lo que había debajo me sorprendió. Junto a la mujer, agarrados de la mano había un hombre con ropa a juego con ella. Ambos de espaldas. Sentía que realmente estaban muy felices de estar allí parados juntos. El cuadro tenía una historia más profunda que el propio viaje de mano en mano y donde el amor duraría eternamente frente aquel claro río.
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Historias de un Observador (Publicada y finalizada)
RandomConsiga estas historias y otros relatos inéditos en Amazon: : https://www.amazon.es/dp/B0BTMV61D8 Son historias cortas que relatan pequeños detalles de la vida o entorno de los protagonistas, que aunque insignificantes a primera vista, una mirada m...