La historia de Fuego y Nieve. (i)

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Depresión me contó la historia de Fuego y Nieve.
Fuego no tenía edad, no se sentía de nadie, no se sentía querido, no padecía, nunca le preocupó nada. Estaba tan consumido, que no le importaba que llegase el momento de irse con Muerte. A veces lo deseaba. Era ciego, nunca le importaron los cuerpos. Había algo que, aunque sólo sintió rara vez, no salía de su cabeza cuando entraba. Era la necesidad. La necesidad de que le mirasen a los ojos intentando transmitir algo, más allá del desprecio. La necesidad de que otro concepto le esperase, escuchase, mimase, acariciase, mirase como si fuese lo único que tuviese cabida en sus ojos. La necesidad de ser necesitado.
Fuego estaba dentro de un cuerpo. Lo odiaba. Odiaba todo lo que no fuesen sentimientos, todo lo que no transmitiese. Él era un concepto que muy pocas personas habían creído entender. Dudaba de ser entendido jamás, más allá del tiempo y sus acciones. Sufría ansiedad por estar en un cuerpo, por no saber transmitir, por no saber expresar, por no saber nada.
Fuego tenía demasiado dentro de sí mismo, pero le frustraba su incapacidad para poder mostrar todas y cada una de sus sensaciones, escribir todas y cada una de las palabras que estaban en su cabeza, contar todos y cada uno de los sentimientos que recorrían su cuerpo.

Deathamphetamine.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora