Los sueños.

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Mírame. No quiero salir de la oscuridad, sentir, compadecerme, escribirte, dejar que la depresión me arrastre al fondo de nuevo. Tengo el cuerpo lleno de mentiras, dudas, historias que contar, tiempo que compartir, arte que admirar, música que sentir, ganas de tirarme en la cama a descubrir un disco, una película, un libro, escuchar todo lo que una persona tenga que contar, saber qué le apasiona hasta volverse loca, encontrar de una vez lo que quiero ser.
Cansado de la rutina que me invita a recordarte, he recuperado la necesidad de vivir, morir, querer y odiar. Tengo la mirada perdida donde no ha buscado nadie. Estoy cosiendo mis heridas con el hilo que unía nuestras mentes. No hay más distancia que me duela. Estoy quemando los retales de mi cuerpo para que nadie pueda recogerlos, por si en alguno de ellos he escrito las veces que me he preguntado cuándo podré volver a ver la luz del sol apoyado en tu ventana. De verdad, que no sé qué siento, qué quiero, qué nombre tienen los sentimientos que crecen dentro de mí.
Mentiré para verte unos minutos más. Andaré todo lo que haga falta con los ojos vendados por donde tú quieras mientras sea tu voz la que me pida que siga. No moriré por el alcohol, ni las drogas me matarán, pero si tengo algo claro, es que tú casi acabas conmigo. Destruiré tus sueños de tener al tío perfecto, ¿qué esperabas de mí? Si mis pulmones expulsan ántrax, mi corazón bombea napalm y no lloro por si mis lágrimas se las bebe mi piel y alimento mi dolor. Arruinaré tu vida consumiendo la mía, contigo. Soy consciente de que es demasiado tarde para pedir que nada de esto haya existido jamás.
Si fuéramos racionales no volveríamos a enamorarnos.

Deathamphetamine.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora