Otro día más en la escuela. Ya queda menos para que llegue el verano. ¡Por fin!
Este verano lo voy a aprovechar al 100%. He pensado en irme a la casa de la playa, sí, donde solíamos pasar todos los veranos. Cada vez que voy allí, me siento sobre el borde de tu porche. Me paro, y miro fijamente al mar. Cierro los ojos, y por cada movimiento y choque de las olas, veo tu sonrisa.
Pero al mismo tiempo me siento confusa, porque no se si entiendes que deseo ser la única persona de tu vida.
No sabes que me hieres, pero lo haces. Porque no te tengo. Me gustaría sentirte cada mañana a mi lado. Poder decirte cuánto te echo de menos. Quiero ver que nuestros dos corazones se unen por un mismo sentimiento. Pero todo no se puede tener.
Intento imaginar que somos algo más que amigos. Pero sólo pienso en ella y en ti. No se si comprenderías que te extraño y que no soy nada sin tí. Y me jode saber que la amas. Me jode aún más saber que aún siendo tu amiga, nunca hayas notado que yo te quería de verdad.
Regresa por favor. No deseo que lo dejes con ella. Sólo te pido que me des un poquito más de tu tiempo, como solías hacer.
Porque es que te echo de menos joder, y me haces falta tú. Y que me vida no es nada si tú no estas aquí.
Pero luego abro los ojos. Y me encuentro aquella playa. Arena blanca y fina. Como el vestido que me regalastes por mi cumpleaños. El que llevo puesto cada día antes de irme a dormir. El que me recuerda que todavía estás a mi lado aunque parezca que no.
Porque al fin y al cabo, nuestra amistad ha sido mi mejor error.
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Cuando encienda el Wi-Fi.
RandomOs animo a que leais la historia hasta el final. Ahí esta la verdadera gracia, y comprendereis el verdadero sentido.