Cuando encienda el Wi-Fi.

2:08AM

No puedo parar de pensar en que mañana es el último día de instituto. Por fin podré ir a la casa de la playa, tomar el sol y disfrutar del verano.

Sólo espero que este verano lo pases bien. No vas a estar aquí, como todos los años. Pero al menos estarás bien. O eso creo. Estoy de segura de que con ella, vas a pasar un verano estupendo, y me alegro.

El verano me recuerda a aquel helado. El helado que compramos en la heladería "Heladísima".

Menta. Tu sabor favorito. Se te derramó en la camiseta que comprastes la tarde anterior. Cojí una servilleta y te froté la mancha. Buscamos una fuente y lavamos la camiseta.

Y allí estabas tú. Concentrado y aturdido. Sin camiseta, mirando a la nada. Haciendo caso omiso a lo que yo hacía, o al menos esa era mi sensación.

Me quedé mirando tus ojos color aceituna. Y tu suave pelo color castaño. Por un momento me imaginé la situación que tenía delante, pero en otro lugar. Cuando derrepente:

- ¡Ana! Ehmm..¿hola? ¡ANA!

Vaya, ¡que susto me distes! Yo estaba en mi mundo, imaginándome la noche perfecta, y tú llamándome.

Y seguimos nuestro rumbo. Explorando todo el pueblo, ya que no habíamos visto más allá de la playa.

Paramos en un paseo. Donde había unas escaleras que conducían hacia un pequeño puente de piedra, donde se podía divisar el gran mar. Allí creo que me di cuenta verdaderamente que estaba enamorada de ti. Es que lo tienes todo. Contigo siento que las nubes estoy acariciando. Eres tan perfecto, que adonde vayas, contigo voy.

Por eso te pido, que aunque estes con ella, no me dejes caer. Porque para mí lo eres todo, y perderte sería una gran pesadilla de la que nunca me despertería.

Tú eres mi bendición, y deseo que seas muy feliz...

¡Ay la hora! Ya es bastante tarde. Sólo te deseo buenísimas noches, y que sueñes con cosas bonitas. Te quiero.