Estoy desayunando nuestras tostadas favoritas. Mantequilla con mermelada. Porque es que aunque intente olvidarte, no puedo sacarte de mi mente.
Aunque me toque cambiar, te intentaré olvidar, porque sentada aquí, me estoy dando cuenta de que nunca volverás. Dejando atrás la mente de chica adolescente enamorada, le doy razón a la verdad. Ya llevas bastante tiempo con ella, y no la vas a dejar.
Lo siento por la hora, pero es que necesito hablarte. Ya no me llamas. Ya no preguntas por mi. Ya no me buscas a la puerta de mi casa en bici.
Pero a pesar de los 10 meses sin hablarte ni mirarte, te quiero. Aunque poco a poco lo iré entendiendo.
Y ya nada es como antes. Solías darme los buenos días y me preguntabas cómo estaba, pero ya no. Ahora el único contacto que tengo contigo, es cuando te veo en línea, y me imagino que me hablas, aunque sólo fueran imaginaciones mias.
*Crunch* el ruido que hacen las tostadas al morderlas me encanta. Recuerdo que siempre cojíamos las tostadas y las mordíamos por las esquinas, hasta conseguir una cruz. Ahora lo hago, y pienso que me has cambiado. No quiero ser así. Pero es verdad. Ya no somos lo que éramos. Y te echo de menos.
Sentir que un amigo te ha sustituido, es duro. Pero más duro es sentir que el amor de tu vida sustituye su amistad por su actual novia.
Estoy harta. No puedo más. Necesito ir al lago y relajarme. Allí tiraré piedras, y pediré un deseo, como solíamos hacer cuando éramos unos niños.
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Cuando encienda el Wi-Fi.
De TodoOs animo a que leais la historia hasta el final. Ahí esta la verdadera gracia, y comprendereis el verdadero sentido.