Capítulo 1

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-¿No sabes que día es hoy?-le pregunté enojada.

-Claro amor, es el día de irnos con nuestro queridísimo Cedric a las playas de Brasil-exclamó emocionado mi padre mientras empujaba una de las miles de maletas para que pudiera entrar en compartimiento del auto.

-¿Pero justo hoy?, ¿30 de julio?, ¿no te resulta familiar?-seguí preguntando mientras me acercaba a él.

-Ya...casi...

La maleta salió desprendida hacia la cerámica del estacionamiento y lo que había dentro quedó desparramado por todo el lugar. Papá, sin responderme todavía, puso los ojos en blanco, sacó de su bolsillo su larga, café y delgada varita mágica y con un solo movimiento, todo lo que estaba en el suelo volvió su lugar.

-No tengo más remedio que hacer un hechizo expansible-dijo para sí mirando todas las maletas que estaban apretujadas en el auto.

-¿Al menos escuchaste lo que te dije?-dije alzando la voz a la vez que mi padre hacía su hechizo.

-Ya te sabes cuidar sola, Alanna, podrás hacerlo-me "respondió" sin dejar lo que estaba haciendo.

-Esa no fue mi... Olvídalo.

5 minutos después...

-Te dejamos comida en el refrigerador y también el número de la señora Sorensen al lado del teléfono, por si acaso. No hagas estupideces con tu Barredora 5 ¿vale?, sólo para practicar.

Me abrazó mi madre por unos segundos y luego fue al auto, abrió la puerta del copiloto, se sentó en el asiento al lado de papá y cerró la puerta. Cedric, que todavía no había entrado al auto, subió los pocos peldaños del porche con su Nimbus 2000 en la mano hasta que quedamos frente a frente.

-¿Acaso quieres presumir tu escoba?-le pregunté enojada con los brazos cruzados.

-Sólo quería darte esto como regalo de cumpleaños-respondió con una sonrisa en su rostro a la vez que me extendía la escoba.

-No gracias-aparté bruscamente la Nimbus 2000 de mi cara con el ceño fruncido.

Me miró con tristeza.

-Feliz cumpleaños hermanita.

Pero cuando se me acercó más para abrazarme, retrocedí unos pasos hasta que choqué con el marco de la puerta principal.

-Sólo andate-le dije fríamente apartando la vista de su rostro.

Hubo un breve silencio.

-Te quiero mucho, no lo olvides.

Lo miré, pero ya no estaba ahí. Luego mi vista se fue al auto y ahí estaba, mirándome en la parte trasera junto a unas pocas maletas. Escuché el ruido del coche arrancar, el único que se molestó en despedirse tras la ventanilla con la mano fue él.

Y de un segundo a otro, el auto se perdió de vista al doblar en una esquina.

Enseguida entré a la casa y cerré la puerta de un portazo. Comencé a llorar mientras miraba el comedor. Las sillas y paredes estaban decoradas con globos, lo que resaltaba eran las letras plateadas que estaban también en las paredes. Formaban una frase: "Feliz cumpleaños Alanna".

Fui y las arranqué de un solo tirón, los globos los reventé con mi pie y todo eso lo tiré a la chimenea del living. Luego fui a la cocina y cogí unos fósforos, volví al living y con un solo movimiento, encendí el fósforo y lo lancé a la chimenea. Contemplaba con los ojos rojos e hinchados como los globos ya reventados y mi nombre ardían en las llamas.

-Cumpleaños a mí, me deseo a mí, cumpleaños Alanna, que los cumplas feliz...-y reventé a llorar otra vez, con el calor del fuego chocando contra mis mejillas.

Alanna Diggory, comienza la magia [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora