Capítulo 4

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Ya no podía esperar para el 1 de septiembre. Todos estos últimos días de agosto, no recibía ningún mensaje de mis padres, sólo de Cedric (que con tan solo ver que era él quien las enviaba, las rompía en pedacitos y las lanzaba a la chimenea) Tenía pensado llevar mi Barredora 5, pero descarté enseguida la idea al acordarme que los de primer año no podemos llevar escobas.

Le pedí a la señora Sorensen si me podía llevar a la estación de trenes King's Cross y extrañamente aceptó de inmediato con una sonrisa sin siquiera preguntarme el por qué.

A la mañana siguiente, me desperté a las nueve, muy emocionada e ilusionada. Me levanté y me puse una camiseta verde, pantalones azules sueltos y unas Converse negras:no quería andar por la estación con mi túnica de bruja, ya me cambiaría en el tren. Miré otra vez mi lista de Hogwarts para estar segura de que tenía todo lo necesario y luego me paseé por el living para esperar a la señora Sorensen.

Treinta minutos más tarde, mi pesado baúl ya estaba dentro del maletero de la señora Sorensen. Llegamos a King's Cross a las diez y media. La señora Sorensen cargó mi baúl de en un carrito y lo llevó por la estación.

-Vas a Brasil, ¿cierto?-me preguntó- Supongo que extrañas tanto a tus padres y a tu hermano que les quieres dar la sorpresa de encontrarte con ellos allá.

Me hubiera reído a carcajadas por los pensamientos ridículos que pensaba la señora Sorensen, pero me contuve y asentí con la cabeza con una sonrisa muy falsa. A pesar que la señora Sorensen tenga treinta años, tiene una mente de una anciana.

-Sólo que los veré por unos cuántos meses, así que le pediré el favor de que si pudiera volver a buscarme aquí cuando regrese. Obviamente le mandaré una carta diciéndole cuando regreso-le dije.

Sonrió y asintió. Se despidió de mí con un beso en la frente y luego se fue.

-Ya, veamos-me dije a mi misma a la vez que con una mano empujaba el carrito y con la otra sacaba el billete que Hagrid me había dado-. Tengo que coger el tren que sale del andén nueve y tres cuartos, a las once de la mañana. Tengo tiempo. Pero...-miré los números de los andenes, había un gran número nueve, de plástico, sobre un andén, un número diez sobre el otro y, en el medio, nada-... ¿dónde está la estación nueve y tres cuartos?

-Eso mismo me lo preguntó yo-dijo una voz conocida a mi espaldas.

Me di la vuelta y vi que era Harry, seguía igual que antes, sólo que también cargaba su baúl en un carrito.

-No está la estación-continuó diciendo.

-Busquemos, juntos. No creo que Hagrid nos haya pasado el billete para usarlo de llavero.

Él asintió y nos pusimos de acuerdo de que cada uno le preguntaría a un guarda si algún tren salía a las once (no les vamos a decir:Hola, ¿sabe en donde puedo encontrar el tren hacia Hogwarts?). No sé cuanto tiempo estuvimos preguntando, pero todos los guardas de la estación decían que ningún tren salía a las once.

Harry y yo volvimos al punto de encuentro.

-Nada-dijimos al unísono desilusionados.

Miré gran reloj que había sobre la tabla de horarios de llegada, para ver cuanto tiempo nos habíamos demorado y según decía, teníamos diez minutos para coger el tren a Hogwarts y no teníamos idea de qué podíamos hacer. Estábamos en medio de la estación con un baúl que casi no podíamos transportar y unos bolsillos llenos de monedas de mago.

(Nota autora:Tranquilos, no me olvidé de Hedwig y de la lechuza de Ala, aparecerán pronto ;) )

-Hagrid debió de olvidar decirnos algo que teníamos que hacer-dijo Harry, asentí informándole que estaba de acuerdo.

Alanna Diggory, comienza la magia [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora