Capítulo 12

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En cuanto lo vimos, salimos corriendo de la cabaña y nos fuimos de vuelta al castillo. Ya estábamos en los pasillos cuando escuchamos una voz:

-Buenas noches.

Asustados, miramos en donde provenía la voz y ahí estaba McGonagall, y pronto salió Malfoy detrás, mirándonos con una sonrisa de triunfo en su rostro. Maldito.

*** Sala de transformaciones.

-Nada justifica que un estudiante camine por la escuela en la noche. Como penalización por sus actos, les quitaré cincuenta puntos.

Los cuatro abrimos los ojos como platos.

-¡¿Cincuenta?!-grité.

Veía como Malfoy seguía con esa sonrisa tan asquerosa.

-A cada uno-completó la profesora-, y para que no se repita, los cinco recibirán un castigo.

Malfoy abrió los ojos y dio un paso al frente.

-Disculpe profesora, creo que escuché mal. Acaso dijo ¿los cinco?

-Escuchó, bien, señor Malfoy-dijo McGonagall, Malfoy abrió la boca- A pesar de sus intenciones, también estaba afuera de la cama en horas inadecuadas. Al igual que sus compañeros, usted también será castigado.

Al mismo tiempo, los cuatro sonreímos maliciosos al ver como Malfoy nos miraba enojado.

Después fuimos a nuestros dormitorios. Doscientos puntos perdidos. Eso situaba a Gryffindor en el último lugar. En una noche, habíamos acabado con cualquier posibilidad de que Gryffindor ganara la copa de la casa. Me sentía fatal. ¿Cómo podríamos arreglarlo?

No dormí en la noche. Podía oír el llanto de Hermione, que duró horas. No se me ocurría nada que decir para consolarla. Sabía que Hermione, como yo, teníamos miedo de que amaneciera. ¿Qué sucedería cuando el resto de los de Gryffindor descubrieran lo que nosotros habíamos hecho?

Al principio, los Gryffindors que pasaban por el gigantesco reloj de arena, que informaba de la puntuación de la casa, pensaron que había un error. ¿Cómo iban a tener; súbitamente, doscientos puntos menos que el día anterior? (no se los dije, pero ayer fue el partido de Quidditch contra Hufflepuff y Harry agarró la snitch en menos de lo que canta un gallo y por eso le regalaron puntos) Y luego, se propagó la historia.

Ahora los cuatro, súbitamente, éramos los más detestados. Hasta los de Ravenclaw y Hufflepuff nos giraban la cara, porque todos habían deseado ver a Slytherin perdiendo la copa. Por dondequiera que pasara, me señalaban con el dedo y no se molestaban en bajar la voz para insultarme. Los de Slytherin, por su parte, me aplaudían y me vitoreaban, diciendo: «¡Gracias, Diggory; te debemos una!».

A las once de la noche, bajamos al vestíbulo de entrada. Filch ya estaba allí y también Malfoy. 

-Síganme -dijo Filch, encendiendo un farol y conduciéndonos hacia fuera.

En el camino, Filch comenzó a quejarse:

-Es una pena que ya no se castigue como antes. Antes lo colgaban de los pulgares con una cadena.

Todos (incluyendo Malfoy) lo miramos con horror.

-Como extraño esos gritos-terminó de decir.

Marchamos cruzando el oscuro parque. Me pregunté cuál sería el castigo que nos esperaba. Debía de ser algo verdaderamente horrible, o Filch no estaría tan contento.

Delante, pude ver las ventanas iluminadas de la cabaña de Hagrid. Entonces oímos un grito lejano.

-¿Eres tú, Filch? Date prisa, quiero empezar de una vez.

Alanna Diggory, comienza la magia [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora