Capítulo 9

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Cuando empezó el mes de noviembre, el tiempo se volvió frío. Cada mañana, el parque aparecía cubierto de escarcha. Por las ventanas de arriba veía a Hagrid descongelando las escobas en el campo de Quidditch, enfundado en un enorme abrigo de piel.

La mañana del sábado amaneció muy brillante y fría, el día de mi primer partido de Quidditch. Estaba muy nerviosa.

Yo y mis amigos estábamos en el Gran Comedor, minutos antes del partido.

-Vamos Harry, come-le decía Hermione, él sólo jugaba con la comida.

-No tengo hambre.

-Necesitas energía-dijo Ron.

-No tengo ganas-seguía insistiendo.

-Suerte, Diggory-dijo una voz fría a mis espaldas. Me giré y era el profesor Snape- Y también a usted, Potter-eso último lo dijo con asco y luego siguió caminando... cojeando.

-Eso explica la pierna-susurró Harry.

-¿Qué?-pregunté confusa.

-Miren, creo que Snape fue el que trajo al trol para distraernos y así ir donde el perro. Pero este lo mordió y por eso cojea.

-¿Quieres decir que él quiere robar lo que custodia el perro?-preguntó sorprendida Hermione.

-Sospecho que sí.

Le eché una última mirada a Snape. Que extraño.

***

A las once de la mañana, todo el colegio parecía estar reunido alrededor del campo de Quidditch. Muchos alumnos tenían prismáticos. Los asientos podían elevarse pero, incluso así, a veces era difícil ver lo que estaba sucediendo.

Mientras tanto, en los vestuarios, Harry, yo y el resto del equipo nos estábamos cambiando para ponernos las túnicas color escarlata de Quidditch (Slytherin jugaba de verde).

Wood se aclaró la garganta para pedir silencio.

-Bueno, chicos y chicas. Éste es...

-El grande -dijo Fred Weasley

-El que estábamos esperando -dijo George.

-Nos sabemos de memoria el discurso de Oliver -nos dijo Fred a Harry y a mí-. Estábamos en el equipo el año pasado.

-Cállense los dos -ordenó Wood-. Éste es el mejor equipo que Gryffindor ha tenido en muchos años. Y vamos a ganar. Bien. Ya es la hora. Buena suerte a todos.

Harry y yo nos dimos un saludo que inventamos para la suerte, luego seguimos a Fred y George fuera del vestuario y, esperando que las rodillas no me temblaran, pisé el terreno de juego entre vítores y aplausos.

La señora Hooch hacía de árbitro. Estaba en el centro del campo, esperando a los dos equipos, con su escoba en la mano.

-Bien, quiero un partido limpio y sin problemas, por parte de todos -dijo cuando estuvimos reunidos a su alrededor.

Noté que parecía dirigirse especialmente al capitán de Slytherin, Marcus Flint, un muchacho de quinto año. Me pareció que tenía un cierto parentesco con el trol gigante. Miré de reojo a la multitud y pude ver entre ella un gran letrero de un león de Gryffindor trazado con letras que brillaban y cambiaban de color que decía:

«Harry y Alanna son los mejores». Supe de inmediato que el dibujo lo había hecho Dean y el hechizo para las letras lo había hecho Hermione. Nuestros amigos nos estaban apoyando. Sonreí, me sentí más valiente.

-Monten en sus escobas, por favor-dijo la profesora Hooch.

Me subí a la Barredora 5.

La señora Hooch dio un largo pitido con su silbato de plata. Todos nos elevamos, alto, muy alto en el aire.

Alanna Diggory, comienza la magia [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora