Capítulo 8 -Un antes y un después-

332 32 0
                                    

Recuerdo como en el penúltimo día de campamento mis ojos se abrieron de golpe ante el sonido del silbato. Habían pasado doce días, desde mi llegada a aquel sitio. Había pasado por muchísimos altibajos. Había conocido a muchísimas personas, y muchas de ellas me habían sorprendido, como Amelia. Y ahí estaba, apunto de comenzar mi penúltimo día en aquel campamento. Lo echaría de menos, cosa que no hubiese dicho los primeros días, pero todo había cambiado, y yo me había encontrado a mí misma. Estaba preparada para volver a casa, para enseñar a mi madre todo lo que había aprendido, y sobre todo, quería pedirle disculpas por mi falta de consideración desde la muerte de mi padre. Sentía que mi madre no se merecía cómo la había tratado en aquellos últimos años, ella se estaba dejando la piel trabajando para mantenernos, y yo no se lo agradecía, me comportaba como una niña estúpida.

Era mi penúltimo día en aquel sitio, para ser exactos, a la hora del mediodía del día siguiente, ya estaríamos recogiendo todo el campamento. Y ese día, tenía que aprovecharlo al máximo.

En la hora del desayuno nos dejaron sentarnos con quién quisiéramos. Matthew me llamó para que me sentase en su mesa, con Scott, Marie, Natalie, Amelia, Alexa y Travis.

—El año que viene, le diré a mi mejor amigo que se venga, se llama Adam, es un crack. —escuché que decía Scott, mientras me servía los cereales en mi bol.

—Yo le diré a mi amiga Lucy que se venga también. —dije. Matthew soltó varias carcajadas y me miró.

—No puedes estar hablando en serio. —siguió riéndose—. Lucy es agnóstica tirando a atea, ella no duraría ni dos días en este campamento.

—¿Porqué? —preguntó Natalie inocentemente.

—Lucy no es capaz de estar sobria ni veinticuatro horas seguidas. Y si lo consigue, es porque está hasta el culo de fármacos o de drogas. —le respondió Matthew.

—Ni que Lucy fuera una borracha y drogadicta. —murmuré, pero todos me oyeron.

—Tal como dice Matthew, lo parece. —dijo Travis—. ¿Es guapa?

Todos le miramos con cara de asco, ese chico siempre se estaba fijando en la cáscara de las personas. Rápidamente, Alexa cambió de tema.

—No os lo vais a creer, he oído que hoy en la cena vamos a tener de cenar todas las sobras de comida de los últimos días.

—Oh, no. —dijimos varios a la vez.

—Eso significa otra vez puré de patatas, lo odio. —dije, y nos reímos. Al fin y al cabo, había algunas cosas que nunca cambiarían.


Después del vídeo reflexión que nos pusieron, nos agruparon en grupos de ocho personas más dos monitores. Tocaba catequesis.

Me sentí muy identificada con el vídeo, pues trataba de una chica que tenía dos vidas. En su instituto, todo el mundo la trataba como si fuese una marginada y no valiese nada. En su barrio y en su casa, a todo el mundo le caía bien la chica, porque ella era ella misma, y porque los demás la conocían. En su instituto no sabían nada sobre su vida, y no la conocían, era todos unos superficiales, mientras que en su barrio, todo el mundo sabía como era ella, y todo el mundo la quería.

Mi vida era casi exactamente igual, excepto que en mi barrio todos me trataban igual que en el instituto excepto Matthew. Matthew siempre era la excepción, era mi mejor amigo. Y Lucy, bueno, ella simplemente, estaba ahí. Teníamos gustos muy diferentes, ella adoraba ir de fiesta y a mi me gustaban más los planes tranquilos.

Daría el mundo por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora