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Cuando todo te come; cuando ya no puedes mas; cuando tu mente quiere otra cosa.

Cuando ya no quieres, una decisión es primordial, te quedas a sufrir o huyes lo mas lejos posible.

Soy una cobarde lo se. No puedo soportar estar tanta mierda. Ya no mas. No mas de la que cargo, no mas de la que viví. Me canse de vivir a sombras de otros, me canse de saber que no podre ser feliz, me canse de que las personas se crean superiores a mi, me canse de ver como las personas se roban mis sueños, me case de cambiar de sueños porque otras personas los hacen inalcanzables.
Esta decidido. Me iré.
Bajé del árbol con cuidado, cuando mis pies ya descansos tocaron la tierra, sentí como  nos conectábamos, empecé a correr en dirección a donde era la fiesta, antes de llegar me desvié a un lado y seguí corriendo, no sé cómo llegué a la cabaña. Todo estaba apagado, me colé al patio trasero, tenía experiencia subiendo por paredes así que no fue difícil subir hasta mi recámara, fui rápido al closet y busque algo cómodo. Una playera delgada blanca y un pantalón de yoga gris más unos tenis deportivos, me cambie rápido, busque una mochila y metí toda la ropa que pude y solo un cambio de zapatos, escribí una nota.

Lo siento Jack pero no estoy lista para esto. Espero me perdones .
Anie

Deje un beso en la nota, escuche ruido en la planta baja, apague la luz y salí por la ventana, corrí al bosque y escuche un grito.
-¡Anie!-era la voz de Jack, algo en mí se rompió-¡Anie!
No podía quedarme más a escuchar y seguí corriendo, cuando divise la carretera baje el ritmo, me acerque y empecé a caminar en lo que esperaba que algún auto se aproximara para pedir que me llevaran a la ciudad. Después de unos cuantos kilómetros una camioneta un poco vieja va pasando, me ve y se para a un lado, es una pareja de ancianos, la anciana rápidamente se baja.

-¿Niña estas bien?-su voz era muy dulce, me acorde de la madre adoptiva que me amo.

Las lágrimas empezaron a salir descontrolada mente, la mujer muy amable me envuelve en un abrigo y me mete a la camioneta, su marido me sonríe y avanzamos.

-Muchas gracias -digo sorbiendo de mi nariz.

-Oh... Muñeca debiste de pasar un mal momento- la mujer es tan amable que me conmueve, le regalo una sonrisa triste.

-No tiene idea.

-¿Como llegaste ahí?-pregunto el hombre con voz grave pero amable.

-Un loco me engaño para venir pero en cuanto supe que ocurría me fui, corrí lo mas rápido que pude, solo con esto de por medio-señale mi mochila.

-¿Donde vives niña?-pregunto la mujer.

-En el centro de la ciudad.

-¡Nosotros también! de hecho ahora vamos de regreso, si quieres te dejamos en tu casa.

-Muchísimas gracias.

En el camino me preguntaban cosas como, ¿Cual es tu nombre?, ¿Cuantos años tienes?, ¿Eres de aquí?, ¿Donde están tus padres?, cosas que para mi no tenían nada de importancia, entre mas nos acercábamos al centro mas me agradaban, llegamos a mi casa.

-Seguros que no quieren entrar por nada de tomar?-pregunte.

-No pequeña, tenemos que llegar a casa-dijo con una sonrisa la señora.

-Esta bien señora.

-Ya te dije que me digas Alaris.

-esta bien Alaris. Espero verlos luego.

-¿Tu estas segura de no querer ir a la comisaria para que detengan a ese mal nacido?-Dijo con voz grave el señor Lanson.

-Segura, si vuelve a molestarme llamare a la policía y a ustedes.

-Mas te vale pequeña-Dijo Alaris.

-Debo entrar, adiós-me despedí con una mano.

-Adios Anie-se despidieron y yo entre a mi casa.

Un paso adentro y no me sentia en mi hogar, faltaba algo, necesitaba algo, sacudí la cabeza y puse toda la seguridad que podía, subí a mi habitación, me bañe y me acomode para dormir, esta casa era tan sola sin mi pequeña hermana.
Al no poder conciliar el sueño me pare y fui a mi closet, en el rincón había una pequeña caja de plástico, la tome y la abrí lentamente.

Esta caja tenia mi pasado entero, tenia mi vida; fotos, cartas, objetos, perfumes. Toda mi vida.

Pero solo la abrí con el motivo de sacar una cosa, mi salida, una llave.

la llave que tanto tiempo conserve.

Tome una decisión y nadie me haría cambiar de parecer.
Me duche rápido y me vestí.
Saque la maleta las grandes que tuve en mi poder y empecé a meter toda mi ropa, todo lo que pude.
Tome mi movil y marque.

-Hola cerecita, ¿Qué necesitas?-la voz de Mark me tranquilizo.

-Llego la hora, dale un gran beso a Emy de mi parte ¿Si?

-¿Segura?

-Tatalmente. Si preguntan por mí ya sabes qué decir.

-Claro pequeña, cuídate mucho. Tu tarjeta está en mi cómoda tercer cajón.

-Gracias.

-Espero sepas a donde vas

-Yo también.

-¿Qué?

-Adiós.

Colgué y fui a donde estuviera mi tarjeta.
Lo único que me dejaron esos desgraciados fue una cuenta bancaria con mucho dinero. Mi ganancia por transportar su droga.
La tome y fui por mis maletas, salí rápido de casa, pare un taxi.

-Buenas noches señorita. ¿A donde la llevo?

-Al aeropuerto por favor.

-Claro que si.

-Por favor perdóname Jack por favor. No lo soporto. Has sufrido tanto que ahora sufrirás más por mi culpa, te quiero pero mi mierda es solo mía, no te puedo hacer eso, recuérdame de la mejor manera.

-Pequeña donde estás ¿No lo entiendes? Nunca nos podremos separar, nuestras almas están conectadas, escondemos un secreto que nadie te creería, debes volver antes de que te pase algo.

-¿Jack? ¿qué haces en mi cabeza?

-Lo acabo de decir muñeca, estamos conectados, nunca te librarás de mi.

-¿Sabes dónde estoy?

-Nuestro lazo no es tan fuerte. Por favor dime dónde estás. No comentas tonterías de las cuales te puedas arrepentir.

-Lo hago por los dos. No te puedo meter en mi mierda.

Luna RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora