II

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La tribu no estaba del todo bien, ese día por la madrugada corrió un viento tan aterrador que su sinfonía principal era ese horrible crujir de ramas, sopló tumbado así las casas de varios de nuestros amado hermanos, los cuales refugiados en nuestras carpas ya amarradas con un montón de sogas para que no se las llevará la revuelta, en ese momento esperamos con ansias el amanecer para observar la destrucción fatal de todo lo que se había realizado dentro de esta humilde tribu; los vociforeos de lenguas un tanto inentendibles se escuchaban cuando los rayos del sol de asomaban y abrazaban sin espera el pequeño pero triste paisaje de un sombrío pueblito ya por partes destruido.
Los pozos, las plantaciones de tuberculos, las chozas de Palma para clases bíblicas y lenguas extranjeras, ¡todo! Pero ¡todo! reducido a escombros, ¿comenzar de cero, después de 2 largos años de esfuerzos? Tanto que había sido difícil que nuestros hermanos de ese país tropical, hacernos llegar las semillas, todo el trabajo labrado ¡ay Dios mío! Es inevitable no querer llorar; pues ¡cómo no! ¡claro que lloramos! Otros sólo se frustraron, pero no nos quedaba otra opción que levantarnos, Deivid se dirigió a mi bastante preocupado, esforzándose en no llorar, y rozó mi hombro con su mano, sin poder evitar ver mi tristeza.
-Tenemos que empezar por las chozas. Dijo. Las lecciones no se dejarán, es urgente dar la lección a nuestros amados hermanos, nuestros pequeños.
-Si Dey, tenes razon, Sharon y tu deberían prepararse, para que en dos horas todo este listo.
-¿estarás bien, Hanna?. Interrumpió.
-Claro, sobre todo Dios tiene el control, confiemos vamos a ver que nos quiere enseñar.
-ohhh bien. Dijo mientras dejaba ver su espalda.
Nuestra tribu era la segunda de tres tribus descubiertas había sido colonizada hacia ya 4 años, hasta ese momento sus habitantes se alarmaban al ver una gran ave volando por encima de su pueblo, y reaccionaban con lanzas que torpemente alcanzaban cierta altura, me contaron que los primeros que intentaron entrar no corrieron con la suerte de sobrevivir...¡que terror! Y como me dijo mi mamá, se convirtieron en su almuerzo, sólo de pensarlo me dio "cosa" como dicen, pero después de mucho insistir y estratégicamente hablar su idioma, lograron entrar ya hace 5 años, un año antes de colonizarla; al principio al mirar personitas muy diferentes a lo que hubiera visto en mi vida, me acabangue, creí que estaba en el lugar equivocado y pensé que no duraría mucho, pero el tiempo me enseñó que la diferencia de cultura, lenguas y tradiciones no son límites para cuando se quiere amar al ser humano, que el lenguaje único digno de ser entendido  es el AMOR, y aún mejor sabiendo que El Dios el cual les ibamos a presentar era la imagen misma de este, El Es Amor, un divino amor.
El día transcurrió ajetreado, levantar por aquí levantar por allá, abrazar un par de madres desconsoladas por la pérdidas, pero me hacía feliz escuchar al fondo de la aldea el sonido unísono de vocecitas  preciosas que decían con dificultad en nuestro idioma:
-¡Dios ...me...ama!
-¡muy bien!. Aplaudió Deivid con gran emoción.

Había sido un largo día, muy conmocionado por cierto y ya ahí mientras recostaba mi rostro en una vieja silla de paja, llegó un mensajero.
-Hermana Hanna.
-¿si?. Asenti.
-Nuestros hermanos de las otras tribus mandan a decir que tomemos precauciones, pues se dice que una tribu aún no colonizada esta atacando las aldeas, pues nos notan como enemigos, han asesinado ya dos personas y se dice que la tribu "ïmmo" le saquearon parte del alimento donado por American misions, es necesario mantenerse alerta hermana.
Me lleve las manos a la cara y no dude en restregarlas por ella, ¿que más podía ser peor? El desastre natural o enemigos desconocidos, Sólo Dios sabía como mi corazón quería estallar...sólo Dios.
-¿estas bien?Comento Sharon
Sonreí forzosamente.
-creo...
-¡Deivid!. Exclame.-¿dónde esta Deivid?
A lo lejos les escuché correr hacia mi.
-Dey, dile al jefe de la tribu que venga, por favor, trae a sus hombres debemos asegurar la aldea. Dije escandalizada.-Los niños y sus madres se moverán al sector este, estarán ahí hasta que el peligro pase y lleguemos al fondo de esto.
-claro, Hanna. Dijo Deivid.

Se movilizaron aún con lo poco que les quedaba al sector este, mientras tenían una seria conversación con el representante de la tribu. Aunque a veces enredado solia  luchar con esta lengua ya no desconocida, "el gran Bin" asi solía llamar al jefe de la tribu, me precisó en palabras y me explicó como podíamos evitar altercado y fue un alivio sentir la Unión de la tribu a través de este momento difícil, podía ver que Dios abundaba en su misericordia, suspire aliviada.

-¡Hermana!¡hermanos! ¡ya vienen!¡ya vienen!
Mis ojos reaccionaron exagerandamente y dejé escapar un grito absorto.
-¿quienes? ¿quienes?
Sharon me abrazó con júbilo y exclamó:
-¡Los colaboradores! ¡Los doctores!dijo ella.

¡Por el amor a Dios! Lo había  olvidado...que vendrían ¿cómo? Pero ¿cómo haremos? ¿cómo lo pude olvidar? Hay tan poco espacio y tantísimo peligro, ¡Abba una vez más, guiame!. Me dije a mi misma mirando al cielo.
La misión había enviado un comunicado sobre tres colaboradores que vendrían de algún país de sur América una pareja de médicos y un abogado... un abogado en la selva hmmm eso parecía ilógico pero igual, se dicen que eran los representantes de la misión de por alla. La tarde ya caía y sin la cabeza en este planeta, miraba a Deivid, Sharon y todos nuestros hermanos de la tribu agruparse alrededor del Traker algo lleno de lodo. -Parece que ese traker es mejor del llegamos hace unos años. Refunfuñe con mi nariz arrugada y seguí escribiendo el informe de todo lo sucedido y el plan de restauración para los siguientes meses.
-Es bueno un poco de ayuda. Dijo Deivid mientras llegó a mi, suavemente.
-De hecho la necesitamos más que nunca. Suspire dirigiendo mi mirada a ellos y allí estaban tres radiantes personas que por su tipo de piel y sus rostros claros concluí que no imaginaban la vida que les esperaba en estos 3 meses siguientes.
-Buenas tardes.
-¡Bienvenidos! Exclamaron todos los reunidos mientras yo trataba de estirar mi blusa un tanto arrugada.
-Buenas tardes, Dios les bendiga, mi nombre es Hanna y ellos son mis compañeros de mision Deivid y Sharon.
-¡mucho gusto! Dijeron sin preámbulos.
-¡que alegría, hermana Hanna! Mi nombre es Julián Antillas y ella mi Esposa Roxy de Antillas.-¡un gusto hermana!
-¡el placer es nuestro!dije sin esperar...
Derrepente sin decir nada más, una delineada mano de dedos largos, con un color claro entre esos dedos extendido por un Rosa muy juguetón, se extendió hacia mi, alze mi mirada y vi salir de entre medio de los dos a un hombre un tanto treinton y sonrió parecía algo altivo y me miró.
-¡Mucho gusto! Mi nombre es Diego Navarro Olivares, soy abogado de profesión y mis padres son pastores de una gran Iglesia en mi país. Dijo con algarabía. -Soy jefe en mando de un bufete de abogados en mi país. Expresó algo arrogante.
Y ¿Dios donde quedó? Pensé enojada, casi sacudi mi mano de la suya sin una palabra en mi boca, observandole, suspire en silencio y me diriji hacia la pareja de doctores, las sonreí mientra dejaba casi ignorado a mis espaldas a aquel señor bufete de todas las cosas, detrás de mi; dudo mucho que no haya sentido mi indignación hacia el.
-¡déjeme mostrarles donde se hospedaran amados hermanos! Le dije con amabilidad. -Deivid. -¿si? Asintió -¿Podrías llevar al señor contigo y mostrale su hospedaje?
-si. Me miró mientras me alejaba, tratando de entender mi enojo.

-acompañeme. Y los miré alejarse.

Amor DivinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora