CAPÍTULO 5

58 3 0
                                    

"La tempestad es la manera de crear la oportunidad de ser fuerte."

Los pastores Josué y Nancy les vi por primera vez como por alrededor de casi diez años atrás, a tan corta edad entrando a los diecisiete, me admiraba ver cuanto se amaban pero aún más cuando se apasionaban por la obra de Dios en los sectores lejos de tanto modernismo y fanatismo, en ese campamento fueron llamados a hablar para compartir un poco de su experiencia como misioneros y pues con aquel caminar simple y a la vez elegante se dirigieron hacia ese público juvenil y comenzaron a hablar de lo maravilloso de la obra misionera y repentinamente... mi corazón explotó en gozo y quería saber más y más, no sabía lo que me estaba pasando era un tanto confuso, pero muy muy emocionante...asumo que fue ahí donde Dios empezó a trabajar con mi vida por entero; ellos dos eran personas sencillas pero destilaban satisfacción y felicidad divina en sus rostros, venían de un país un tanto conflictivo por su dictadura, pero fueron movilizados por la mano de Dios a mi país, era sorprendente como éstas personas trabajaban día con día arduamente para las comunidades llevando más que un pedazo de pan, llevando esperanza en JESÚS, no lograba entender cual era su motivación hasta que me acerqué a ellos y nos congeniamos como si fuéramos casi hermanos y fue así a través de Dios en ellos ame ¡ame la obra misionera! Cuando el viaje fue establecido para movernos como nueva oportunidad a tribus un poco aterradoras ellos saltaron de la alegría, cantaban con emoción y glorificaban a Dios por todo, me miraron con profunda ternura y dijeron: -¿no crees que Dios es bueno con nosotros?
-¿Mmm ah?¿nosotros? Dije con alegoría.
-¡Si!¡nosotros!¿contamos contigo?¿verdad?
-Pero, ¿pa-pa-pastores?¿yo?
-Si, tú...tu eres la indicada.

Cada vivencia cada sueño cumplido los pude compartir con mis pastores amados, cuando supimos que debíamos separarnos por cuestiones de distribución de tribus, quise correr detrás de ellos y decirles que no podía hacerlo sin ellos, fue entonces cuando me abrazaron, y soltaron palabras diciendo: "No Hanna, este es el momento que Dios tiene para nosotros, necesitamos que crezcas"
Ya han sido casi 3 años, y ahora... no puedo creer que seres malagradecidos le hayan hecho desaparecer. Esa mañana al levantarme y escuchar esa voz con malas noticias no me dirijio a imaginarme tal atrocidad... no se sabe como desaparecieron, dicen que ellos salieron de la tribu en un atardecer oscuro entre la jungla pues escucharon a un niño llorar de entre las oscuridad de los árboles y desde entonces... desaparecieron. ¿De donde podré sospechar?
-Estamos ante un enemigo invisible. Dijo Deivid con terror. -Tenemos que hablar a las otras tribus, se necesita apoyo.
Mis lágrimas secas por el viento ya no cedían más, mi cabeza quería explotar sólo un milagro podía salvarlos...¿¡por Dios estábamos ante canibales!? O ¿no? Prosegui a mi cuarto y Sharon me siguió preocupada, yo no tenía idea de la gente que estaba rodeandome en aquella hora, Sharon me abrazó y caímos de rodillas llorando un poco más y mi voz ya agónica susurraba: -Misericordia Padre, Misericordia padre. Mi oración se extendió por una hora más... Sharon ya hacia dormida en la orilla de aquella pequeña cama, mientras me levanté ya casi atardeciendo, me diriji al lugar alto de la tribu y me abrazaba con tristeza, ese cielo emblaquecido por la niebla que producía el frío del bosque me hacía querer llorar...mirando hacia arriba escuché detrás de mi una respiración un tanto agitada.
-¡aisssshhh! ¿porque tiene que caminar tan rápido?¿es así siempre?. Dijo el narcisista.
-¿Que hace aquí?. Le mire con un tanto de enojo con tristeza.
-¿Que que hago aquí?
-¡no tengo ganas de hablar y mucho menos con usted! ¡por favor! ¡VÁYASE!. Le interrumpi con vileza.
-¿Acaso piensa que yo recorrí todo ese trayecto por usted? ¡ja!. Bocifero.-debería darme las gracias que alguien como yo le haya seguido...
-¿ah?. Frunci el ceño.
-Bueno vine aquí para ver si podía brindar mi ayuda, no crea que es por usted señorita, me enteré de lo que sucedió y quiero ayudar en lo que pueda, Mis padres los admiran mucho a ellos dos y no puedo quedarme de brazos cruzados en esta situación...¿entiende señorita? Dijo acercándose lentamente hacia donde me encontraba a tal punto que ya hacíamos uno frente al otro con miradas directas y profundas, inclino su rostro hacia mi, la mirada por un momento se perdió en aquellos ojos marrón aclarados por un breve rayo de sol que se fundia entre las nubes y un atardecer, mi corazón se detuvo por un momento y de la nada una sensación de seguridad y paz me rodeó y no podía decir nada... sólo quería un poco más de esa mirada que me traía tranquilidad y seguridad y si sus ojos producían eso ¿qué tal un abrazo cálido? ¡por amor a mi creador debo estar loca! ¡mis emociones están locas! Pensé.

-¡ey! ¡ey! ¿señorita?¿esta bien? ¿señoriiiiita?¡SEÑORITA!.

-¿ah?. Dije con perdición.
-¿escucho lo que le dije? Se apartó esperando respuesta. Lo mire sin decirle nada y camine rozando su hombro mientras mi silueta entre la oscuridad del anochecer desaparecía... no dijo nada sólo pude escuchar sus pasos detrás de mi, a veces un tanto lejanos y otras veces un tanto cercano.
-¡HANNAA! escuché al pie del alto de la tribu.-¿estas ahi? ¡Ya regresaron! ¡están bien! ¡LOS HERMANOS MÉDICOS! ¡Ya están aquí!
Apresure mis pasos, pero el narcisista se adelantó con rapidez, lo mire bajar con tanto entusiasmo, que bueno que yacían en la tribu...que Bueno que Dios les había guardado.

Amor DivinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora