»46: Realidad:

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Terminé de arreglar mi cabello frente al espejo, o al menos de hacer el intento.

Al salir del baño de la habitación de Calum fui por mi teléfono, que reposaba sobre la mesita de noche. Estaba descargado, por lo que tuve que salir a buscar a Calum. En su lugar conseguí a una linda rubia en la cocina, portando nada más que una holgada camiseta y un cómodo short de jean.

En mi defensa, no conocía a la chica que preparaba algo en la cocina, dándome la espalda. Por lo que rápidamente los celos empezaron a hervir dentro de mí y no pude atinar a hacer otra cosa que quedarme allí viendo como cocinaba.

-¡Hola!de pronto exclamó ella, me sorprendí y respingué en mi lugar. Intenté no mirarla mal-. ¿Tú debes ser Luke, cierto?preguntó. Yo asentí lentamente, apretando el teléfono entre mis manos.

-Sí, soy yo-dije después-. ¿Y tú quién eres?-pregunté cauteloso. Mis ojos se entrecerraron y mis uñas encajaron en el interior de mis manos al cerrarlas con fuerza.

-Mucho gusto, Luke. Soy Mali, hermana de Cal.-entonces todo desencajó en mi estúpida historia mental, producto de mis celos.

Ella extendió su mano y una sonrisa amable afloró en sus labios. No pude evitar pensar que lucía similar a Calum, demasiado a decir verdad.

-Un gusto conocerte igual.-dije después de un largo silencio. Estreché su mano y sonreí un tanto avergonzado.

-Déjame adivinar, ¿tuviste celos de mí?-su pregunta me descolocó aún más. Empecé a balbucear excusas incoherentes, gesticulando demás mientras mis mejillas ardían como fogata por el sonrojo.

-De verdad siento haber pensado aquello.-solté finalmente. Ella soltó una leve carcajada y picó con su dedo una de mis mejillas.

-¡Qué tierno!-exclamó-. Ya veo porque le gustas tanto a mi hermano.-me sonrojé. Ella tomó su desayuno y pasó directo al comedor.

Iba a preguntar por Calum, pero el sonido de la puerta abriéndose detuvo mi acción.

-¡Buenos días!-gritó él entrando a la sala. Salí de la cocina y lo encontré quitándose los zapatos con ayuda de sus pies pues sujetaba dos bolsas con cada mano.

Me acerqué hasta él y le ayudé con uno de los pares, por curiosidad tomé una bolsa abriéndola con ojos inquisidores. El olor que ésta liberó al abrirla me recordó cuánta hambre tenía realmente hasta ese momento y con un vergonzoso sonido mi estómago lo confirmó.

-Al parecer alguien tiene mucha hambre esta mañana.-comentó un cómico Calum. Tomó mi cintura con su mano libre y me acercó hasta chocar nuestros pechos con suavidad.

Puse las manos contra lo firme de su pecho sonriendo con timidez al tiempo que sentía mis mejillas arder con más fuerza.

-Lamento eso.-murmuré apenas audible. Él sonrió como le es característico acercando su rostro al mio hasta rozar nuestros labios.

-Me encantas cuando te sonrojas, bonito.-con cada palabra que dijo sus labios rozaron contra los míos de forma lenta. Al dejar de hablar me besó y yo correspondí, cerrando mis puños entorno a su camiseta cuando mordió mi labio inferior con provocación.

-Eso duele, Calum.

-Lo siento, es tu culpa por ser tan lindo y tentativo.

-Tus argumentos me dejan sin aliento.-y cuando él estuvo por responder algo mordaz, su hermana, Mali, apareció detrás de nosotros diciendo lo malo, sin mencionar lo gravemente irrespetuoso que era besar a tu pareja frente a solteros. Como ella.

-Mali, deja de joder-dijo Calum tomando mi mano y caminando a su habitación, donde cerró la puerta con seguro para evitar penosas interrupciones-. ¿Cierto que es insoportable esa chica?-preguntó con una sonrisa pintada sobre su rostro. Tomé asiento en su cama y le hice un lado.

-Sí, es insoportable-coincidí-. Igual a ti.

-Eres tremendo, Luke Hemmings, alías mi bonito.-dijo y sus últimas palabras dolieron, dolieron porque realmente era suyo, me estaba entregando a un amor con los días contados y antes de echarme a llorar subí a sus piernas y me escondí entre lo cálido de sus brazos, como si pudiese detener el tiempo, como si pudiese retenerlo junto a mí más tiempo del que ya se acababa.

Él no dijo nada, sólo posó su barbilla sobre mi hombro y sus manos subieron y bajaron por mi espalda.

Cuando estuve seguro del todo de que no me echaría a llorar en cualquier momento me separé de sus brazos. En silencio delineé las venas marcadas de su brazo derecho, al terminar hice lo mismo con el izquierdo y subiendo con mi dedo hasta su hombro noté el tatuaje de un ave con el nombre de su hermana bajo este, marcado sobre el dorso de su brazo.

Sonreí, ¿era eso realmente querer a un hermano? Llevarlo en la piel de forma eterna, algo que jamás sería efímero, que te acompañaría hasta la tumba, que por más que tratases nada podría borrarlo, porque era parte de ti y lo sería siempre. Eso era querer a un hermano. Llevarlo en la piel lo era.

-¿Por qué lloras, lindo?-entonces preguntó Calum, no fui consciente en qué momento las lagrimas empezaron a caer, pero ya estaban allí, al igual que el sentimiento de vacío.

-¿Qué es ella para ti?-pregunté después, mirándolo directo a los ojos.

-¿Quién?

-Mali, ¿qué tanto significa ella para ti?-el nudo en mi garganta me ahogaba. Las lagrimas se detuvieron y Calum apartó con sus pulgares la humedad que escurría por mis mejillas.

El mantuvo sus manos en mi rostro, acariciando mis mejillas. Mojó sus labios con la punta de su lengua.

-Después de mi padres, Mali es la persona más importante en mi vida. La amo, hago todo por ella y sin importar cuan fastidiosa sea, es la mejor hermana mayor del mundo, siempre tan feliz y enérgica. Ella y mamá son las mujeres de mi vida.-respondió, sus palabras transmitieron tanto amor, aprecio, seguridad; fue imposible no llorar al pensar cuan vacía se sentía la vida, tan sin sentido al ver como el amor de las más importantes personas que se puedan llegar a tener se limita a una tonta etiqueta sexual. Porque aún se dibujaba en mi mente las caras de horror de todos ellos al saber de mis gustos, porque la fobia y el asco que estalló en sus facciones esa noche se había grabado a fuego vivo entre mis memorias y ahora entendía porque estaba allí en Sydney, sólo con el abuelo, porque como lo hicieron con él, ellos querían deshacerse de mí.

Entonces todo estalló en mi, y sólo pude llorar.

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Un verano en 50 palabras - cakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora