»18: Frustración:

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Ya estaba sobre la cama, con las cobijas hasta el cuello. La fiebre había mermado, aunque no del todo. Sin embargo no era eso lo que me mantenía despierto a esa hora.

Calum, ese era el motivo. Realmente me era difícil olvidar lo atento (más de lo normal) que estuvo conmigo el día de hoy, eso sin nombrar el beso que me dio antes de irse.

El abuelo ya había llegado, pasaban las siete con treinta de la noche y Calum y yo veíamos la televisión.

—¡El trabajo fue agotador hoy!—exclamó el abuelo saliendo de la cocina con su cena en la mano—. Por cierto, Calum, dale las gracias a Mali, y que recuerde pasar mañana por su pago.—Calum asintió efusivo, poniéndose de pie. Le miré.

—Bueno, yo me voy. Nos vemos, Arthur.—Calum dijo. Yo me puse en pie, él me dirigió una mirada confundida, a lo que respondí con una del tipo no molestes.

—Te acompaño, igual el abuelo me hará ir.—dije por lo bajo, empujándolo para que caminase.

—Hasta luego, Calum. Y de nuevo, un millón de gracias.—el abuelo se despidió, dedicándole una sonrisa de verdadero agradecimiento al moreno. Yo corté el momento empujando a Calum nuevamente.

—Múevete.—ordené.

Caminamos hasta la puerta, la que abrí con más rápidez de la que es debidamente decente.

—Vaya, sabía que no te agradaba, pero no pensé que tanto.—reaccioné. Mi mano izquierda presionaba en su espalda, tratando de empujarlo mientras que con la derecha sostenía el pomo de la puerta. Sentí como me ruborizaba de pronto, verdaderamente estaba actuando como un patán.

—Oye, siento que tengas esa imagen de mí—miré al suelo—. No eres detestable. Al menos no del todo—le miraba fijamente mientras hablaba. Al terminar, sin entender todavía por qué, me acerqué y besé su mejilla con cuidado—. Gracias, Calum.

Él en sí balbuceó una escueta despedida, luego de que yo, básicamente, le había besado y aunque fuese en la mejilla, seguía contado como una inderecta declaración de probablemente me gustas, probablemente. Pero él no dijo nada, sólo me observó desde la puerta con la mano en su mejilla.

Ahogué un grito contra la almohada.

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Un verano en 50 palabras - cakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora