Nacer o morir

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En la edad antigua, remontándonos a la época de la intelectual Grecia, más específicamente al año 239 a.C. Una mujer de nombre Adara, da a luz a un pequeño niño.

Era el menor de tres hermanos, su padre, Ilias Savvidis, un guerrero jubilado, que en su vejez se había dedicado a sus tierras y a su familia. Decide darle el nombre de Calímaco, el que lucha con valor, con la esperanza que cuando creciera, este se convirtiese en un gran soldado que protegiese a su nación con valentía, como él lo hizo toda su vida.

Sus hermanos, Deucalión y Hesiquio, eran unos niños buenos, serenos, y, peligrosamente ingenuos. El primero tenía seis años para cuando él nació y el que le seguía tres.

Solo unos días después del arribo de Calímaco al mundo, Deucalión es separado de su hogar, según la ley, al cumplir los seis años de edad, los niños debían pues ser enviados a la escuela militar, para formarse e ir a la batalla cuando Esparta lo necesitase, y así, seguir forjando a uno más entre los que, aún hoy se consideran, son los mejores guerreros de la historia antigua, un soldado espartano.

Despidieron a su hijo mayor con un profundo dolor en sus pechos, pues ni su madre ni su padre lo verían hasta que cumpliese los dieciséis años, lo cual, en ese entonces, era la mayoría de edad para la sociedad griega.

Unos días después, el menor de los tres hermanos es enviado a que se le revise para verificar que era un niño sano y fuerte, esto porque no se admitían niños defectuosos en la sociedad espartana. A los bebés que estaban saludables y bien formados se les permitía vivir, por el contrario, a los que nacían con algún defecto en sus cuerpos, se los arrojaba por un abismo. Así de simple era perder la vida y pender de un hilo mientras tu destino no dependía de ti, una cuestión que en este caso recaía en que los médicos, te examinaran y te considerasen apto para vivir y formar parte de ellos.

Erasmus y Desdémona se encontraban ansiosos, preocupados mas bien por la decisión que podría definir si su recién nacido hijo vivía, o se perdía en el olvido de una prematura muerte.
Unas cuantas horas pasaron y los hombres que habían evaluado a su progenie les devolvieron a su pequeño de brazos y advirtieron que se hallaba de buena salud, y tenían expectativas con respecto a este.
Los reconfortados padres, al recibirlo acallaron sus preocupaciones y se les devolvió la sonrisa, otro hijo más había pasado tan temible prueba, y siendo así, no encontraron motivo para quedarse y regresaron sobre sus pasos de dónde habían venido.

Cuando hubieron arribado a sus tierras, el ambiente de entre los muros de su hogar se sentía vacío, unos de sus hijos ya no estaba, y ellos sabían que en los próximos tres años sería el siguiente en edad en tener que dejarles. Después de Hesiquio, se iría finalmente Calímaco, y entonces, se quedarían amargamente solos.

Los siguientes años fueron duros para toda la familia, la partida de su siguiente hijo había dolido tanto o más como la del primogénito. Erasmus trabajaba la tierra con cada vez menos fuerza, y Desdémona vagaba por la casa haciendo cualquier cosa que se necesitase, Calímaco resintió esta tristeza y debido a esto, conoció solo una infancia de soledad y poco amor paternal, apenas si recordaba el rostro de su hermano mayor Hesiquio, solo era una figura borrosa en su memoria.

Transcurridos los otros tres años que le hacían falta a él para cumplir los seis, fue enviado a la escuela militar para seguir a sus hermanos, con la esperanza de encontrarlos y darle alivio a su alma herida.

Éste ingresó con mucha expectación al lugar donde se entrenaba a la mejor infantería del mundo antiguo, pues los médicos que lo revisaron cuando era solo un bebé, y que seguían con vida aún, recordaban el nombre de Calímaco Savvidis, y fue puesto a practicar con la espada para una mano casi de inmediato.

Vida Espartana :VolumenI Guerra por EspartaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora