Guerra de sexos

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Más no imposible, Evan lo pensó muchas veces y luego de varios minutos en silencio por fin logró decidir algo concreto, la única forma era, dar pelea a las mujeres, sonaba loco e imprudente pero no había otra alternativa, las mujeres no debieron de levantarse contra lo que era un ejército tan poderoso como el Espartano y menos aun cuando saben que este no tiene piedad alguna con sus rivales, aunque no iba a ser pan comido, puesto que las mujeres en Esparta no son las típicas amas de casa indefensas, cuando sus esposo salen a la batalla por mucho tiempo otros hombres las intentan cortejarlas y si a ellas no les gusta pueden acabar con él por que gracias a la necesidad, aprendieron a pelear tan bien como un hombre, eso Evan lo sabia y temía que esta batalla no la pudieran ganar tan fácilmente, pero aun así se reunió a sus hombres para comunicarles, se colocó encima de unos escombros casi en llamas, y se aproximó a hablar, los soldados fijaron su atención y formaron una gran multitud entorno a los escombros, Evan comenzó pronunciando las siguientes palabras: "Espartanos.....todos y cada uno de ustedes se habéis ganado un lugar en este ejército, y os agradezco que lucheis a mi lado con honor y por Esparta...." los hombres lo interrumpieron con un grito de guerra unánime de todos a la vez, luego prosiguió, "....Si, todos amáis a nuestra patria y de ello estoy orgulloso, más esta vez les tengo que pedir un sacrificio de vuestra parte", los hombres comenzaban a insinuar y murmurar cosas "Les oh' de pedir que dadas la situación, debéis luchar con vuestras propias mujeres" los soldados se exaltaron y algunos comenzaron a cuestionar y esparcir el desorden entre la multitud, Evan intento calmarlos "por favor no os desespereis y guardad la calma, se que lo que os pido suena a una locura y tal vez lo sea pero es ahora la única manera de que Esparta no sucumba por problemas internos, por que ellas, las que vosotros amáis se han revelado ante nosotros y Esparta y es algo que no puede tomar lugar, así que, necesito su apoyo, ¿Lo harán por Esparta?", todos se preguntaban que hacer, no podían abandonar Esparta en este momento de guerra y tampoco podían asesinar a sus mujeres, ninguno tomaba una decisión y antes esto, de entre todos salio Orfeo, quien dirigió a sus soldados en todo la campaña aunque sin llamar mucho la atención, y dijo: "Un momento..." mientras se dirigía junto a Evan encima del montón de escombros "Todos vosotros tenéis mujer...o bueno quizás no tengáis, o por ultimo bastantes mujeres...bueno el punto es que sea como sea, todos peleais por algo, y ese algo siempre ha sido el mismo, defender nuestro pueblo, y ahora el se ha revelado, o mas bien ellas se nos han puesto en contra después de todo lo que nosotros sacrificamos por defenderlas, de todo lo que ponemos en juego por su bienestar, de todo lo que arriesgamos en el campo de batalla por un día mas con ellas y por que nuestra patria viva, no os' pido que me acompañeis a luchar, pero si os' ruego que al menos lo consideréis tomando en cuenta el esfuerzo de todos y de cada uno de ustedes en especial...¿Por Esparta?" Orfeo esperó la respuesta junto a Evan parado en el monticulo, anhelando que sea un si, solo un si, y después varios segundos de silencio, el ambiente se volvía mas tenso a cada segundo y fue entonces cuando Nestor, alzo su mano de entre todos y dijo: "Yo os' acompañare", todos lo miraron y luego París también levantó su mano y dijo: "Yo también os' acompañare", todos voltearon y le miraron, y así varios más alzaron sus manos hasta que todos los hombres, o al menos una gran parte, se unió al desafío, si se podría llamar así, a lo que Evan, emocionado con el gesto, agradeció de forma bastante varonil a Nestor, y luego se dirigió a sus hombres: "Bien espartanos, dejadme guiaros a la gloria y ¡Acompañadme que haremos historia!", luego dio la vuelta para salir de Esparta, los soldados le afirmaron y lo siguieron, en el aire había un ambiente de orgullo y valentía que de una u otra forma impulsaba a los hombres a seguir luchando, los caballos a paso lento e incesante galopaban junto a la infantería que traginaba sus escudos, espadas y lanzas, las colosales armas de asedio se quedaban atrás por su enorme peso, y los pobres esclavos eran los que ahora tiraban de ellas y las jalaban con tanto desden que parecía que ni se movieran, pero poco a poco se iban aproximando a las afueras donde esperaban encontrar al enemigo, finalmente Evan, que se hallaba al principio dirigiendo a los miles de miles que le seguían; fue a pie hacia el campo de batalla, con las espada en la funda y el escudo cargando y puesto en el antebrazo, era el más fuerte del montón, listo para pelear, aguerrido como nadie.
Luego de unos minutos pisaron arena volviendo al desierto donde se suponía que las mujeres habían huido, todos se comenzaron a formar calmadamente y las armas de asedio se colocaron atrás para no usarse pues sería un combate de infantería.
-Las mujeres por otra parte, aguardaban su momento y quien las dirigía era una joven de nombre Iris, quien vestía una armadura ligera, sin la parte de la pechera pues no encajaría, solo llevaba, como todas de hecho, las hombreras de metal, rodilleras, mallas y cascos, por supuesto con abajo sus ropas. Estaba a punto de comenzar a caminar para dar inicio a la batalla, todas la mujeres se encontraban detrás de una gran duna de arena, pues efectivamente huyeron al desierto, les ordeno a todas que tomaran lanzas y escudos, y que las que pudieran montaran a caballo pues su numero no las favorecía y esa era la única ventaja que tenían, ya todo listo, Iris camino al cima de la duna y choco miradas con sus hombres.

Vida Espartana :VolumenI Guerra por EspartaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora