Solo muerte y dolor

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Los ejércitos chocaron por fin, el estruendo fue tal, que a algunos se les reventaron los tímpanos y se desangraron, las lanzas de los espartanos atravesaron a casi toda la primera fila de los sirios, en cambio ellos no lograron matar a ninguno de ellos.

Por unos breves segundos, los escudos de los adversarios quedaron pegados a los de los espartanos, haciendo fuerza cada bando por su parte, hasta que el lado espartano logró rechazar el empuje de los sirios y hacerlos para atrás. Algunos cayeron al suelo por el empujón y masacrados al instante por lanzas y espadas, todo el ejército sirio dio unos pasos en dirección opuesta a la ciudad, dejando unos cuantos metros de distancia entre los dos bandos.
Los espartanos comandados por Evan rompieron formaciones y atacaron sin piedad, mientras que los sirios caían de espaldas o simplemente los invadía el terror. Las lanzas atravesaron todo lo que encontraban, las espadas rebanaban y cortaban sin discriminación a nadie, y los escudos golpeaban duro contra todo lo que quisiera doblegarlos; fue una matanza atroz, ya un cuarto del ejército sirio yacía en el suelo muerto, y sólo habían transcurrido unos minutos de combate.

Los sirios, aunque temerosos, seguían luchando, Otto no quería rendirse y luchaba con furia, Evan hacia exactamente lo mismo y por ello la pelea se prolongó más de lo esperado. Cuando se hizo de tarde, los soldados, tanto sirios como espartanos, estaban agotados y los comandantes decidieron parar el combate y tomar aliento, ambos ejércitos se separaron lentamente, ya cuando alcanzaron una distancia segura, los soldados bajaron sus armas y comenzaron a buscar un lugar donde acampar. Los sirios no contentos con esta distancia entre los bandos, retrocedieron más hasta que ya los espartanos casi no los veían, Evan notó esto y ordenó vigilar la zona y levantar las tiendas. Los soldados se dirigieron a los caballos, sacaron todas las tiendas y estacas que necesitaban y se pusieron a trabajar.

Durante todo el tiempo que el sol aún seguía en el cielo, los espartanos trabajaron en el armado de las tiendas y al esconderse todo estuvo listo, encendieron las antorchas y las colocaron arriba de las tiendas, cada grupo de hombres hizo una fogata para ellos y comieron lo traído en los caballos. Evan convocó a una reunión a Paris, los estrategas reales Máximo, Ulises y Mateo, los tres mejores soldados de su ejército, Andreus, Damian y Orfeo, y Paris también trajo consigo al mejor arquero de su fuerza, Néstor.
Todos reunidos en la tienda de Evan, se abrió la reunión para discutir como se podría vencer a los sirios sin que la lucha se prolongue durante días, Paris fue el primero en hablar:

"Lo mejor será que mandemos a un mensajero a llamar a Calisto y que él traiga la caballería"

-Calisto era el general encargado de la caballería-

Evan concordó con Paris:

"Creo que tal vez si sería la forma más rápida de terminar esto"

Luego Néstor agregó:

"Si, mientras Calisto llega, los arqueros podemos acabar con los sirios a distancia para retenerlos un tiempo"

París asintió y Mateo dijo:

"Pienso que la caballería será inútil sin infantería que la proteja a su lado, tenemos que sólo colocar caballos en los flancos e infantería en el medio, arqueros atrás, y antes de que los sirios lleguen las flechas tienen que llover desde atrás y terminar con sus filas para que nuestra armada tenga ventaja"

Evan lo pensó y dijo:

"Bueno....esa estrategia también es muy buena, pero tienen que tomar muy en cuenta que la precisión impera en ese plan"

Orfeo también opinó:

"Apoyo a Mateo, pero para nuestras primeras filas sería muy arriesgado, pues nuestra formación es bastante amplia tanto de ancho como de largo, y los arcos que poseemos no tienen mucho alcance, los arqueros podrían acabar con muchos de nuestros soldados".

Damian también se incluyó:

"Yo apoyo a Mateo, nosotros podemos hacer una formación más ancha y menos larga, así los arqueros acabarían con muchos sirios y las filas que les siguen serían presa fácil, además de que los arqueros del puerto Galos ya están en marcha para ayudarnos"

Evan finalmente confirmó:

"Entonces queda acordado, esto haremos, pero que los arqueros sean muy precisos, y quiero ver esos arcos tan doblegados como sea posible, ¿Esta bien Paris?"

Paris asintió y no opinó nada más, todos se pararon, y se apresuraron cada uno a su puesto de batalla, Paris envió a un mensajero a caballo a que llamara a Calisto, y a la caballería completa. Evan ordenó que todos se organizaran en una formación más delgada, los soldados acataron las órdenes, y los arqueros, atrás, cargaron sus arcos y marcharon a donde les correspondía.
No había señales aún de los sirios así que Evan y Paris conversaron entre ellos:

"Paris, ¿Te parece si algunos arqueros se infiltran entre mis tropas y provocan daño directo después de la primera oleada de la arquería?"

Paris respondió:

"Claro que si, aunque no serán demasiados, porque si queremos formar un ataque devastador con flechas a los sirios, necesitaremos muchos hombres"

Evan le contestó:

"Perfecto, y, tranquilo que no serán muchos"

En ese momento llegaron Calisto y Filemón, Evan sonrió y se sorprendió pues de Filemón no se esperaba su llegada, los cuatro generales se saludaron e intercambiaron palabras amistosas. Tras la llegada de Filemón, idearon que en vez de que Paris infiltre hombres entre las tropas de Evan, los arqueros de Filemón lo hagasen. Luego de charlar amenamente durante unos minutos más, unos soldados alertaron la llegada de los sirios, Evan avisó a todos sus hombres, Paris fue a alistar a la arquería en la parte de atrás, Filemón infiltró a sus arqueros en la infantería y Calisto formó a todos sus jinetes en los flancos, todos ya estaban listos, los sirios corrían en dirección a ellos, Evan se colocó en las filas y ordenó que los escudos se cerraran en forma de barrera, cogió su lanza con penachos rojos en la punta, y esperó a que los sirios estuvieran a una distancia más o menos cercana para darle la señal a Paris, quien esperaba atrás listo con todos sus arqueros.
Los sirios se aproximaban rápidamente, ya estaban cerca pero no lo suficiente, Evan aguardaba el momento perfecto, los soldados ya se preguntaban si iba a dar la señal, pues no sabían del plan que se había preparado, los sirios cada vez estaban más y más cerca, Evan aún seguía inmóvil, y sus hombres se preparaban para un fuerte choque.
Los sirios ya estaban tan cerca que parecían sobre ellos, casi a unos cincuenta metros, Evan pensó que era el momento y levantó su lanza, Paris la vió y gritó:

"!Disparen ahora¡"

Vida Espartana :VolumenI Guerra por EspartaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora