23. ¿Lo quiero? |parte uno|

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KEIDAN'S POV.

—...Y luche contra dragones que escupían fuego, vencí a Hulk que traía un control remoto. Tu papi salvo la tierra y a la damisela obesa en apuros...

—¿Es necesario que le digas mentiras?—me interrumpió—. Espera, ¿Obesa? Obeso tu culo.—empujo mi cabeza que estaba en su pecho.

—Que agresiva, ni porque es tu cumpleaños.—murmuro, ella me voltea a ver rápidamente. Trato de esconder mi sonrisa.

—¿C-cómo sabes que es mi cumpleaños? —preguntó confundida.

Son las 11:20 así que sigue siendo su cumpleaños, después de que sus padres se fueron dejándole un regalo. Que no quiso abrir claro. Yo ya sabía que hoy cumplía años. No, no soy un psicópata, suena a pata, bueno, sigamos. La amiga de Kaily, Lisa me dijo que hoy cumplía años. Si no me dice ella no me entero por nadie. Llame a Axel para que me ayudara a comprarle algo, simplemente quería hacerlo. No supe que cómprale, nunca he comprado un regalo que no sea para mí madre. Exacto, a Sharon nunca le regale nada. O bueno la verdad sí pero mamá siempre era la que lo buscaba, no yo. Después de dos horas de tortura al tener a Axel dos horas chillando que tenía hambre encontré algo perfecto.

Igual de perfecto que ella.

—Bueno, me lo dijo un pajarito.

—Lisa.

—Sí.—sonreí.

—Que fácil te sacan la sopa a ti.—rio, sonreí de lado, ella se recostó en la cama apoyando su espalda en la cabecera. Mordí mi labio inferior nervioso. ¿Y ahora que hago? ¿Cómo se supone que se hace esto? Agh.

—Sí, bueno... te compre algo—metí mi mano al bolsillo trasero donde se encontraba la cajita. Y no, no le voy a pedir matrimonio. Están locas si piensan eso. Trago saliva por la intensa mirada que me está dando. Odio que me miren fijamente. Y lo peor de todo... ella lo hace todo el tiempo.

—No voy a casarme contigo.—se apresura a decir. Frunzo el ceño.

—No, no es eso.

—¿Entonces no quieres que me case contigo?

—¡No! ¡Digo sí! ¡Agh! ¡Solo tómalo! —agarre su mano y puse la cajita, Kaily sonrío enseñando sus dientes blancos. La verdad la cajita no era tan chiquita como lo son dónde vienen los anillos.

—No te hubieras molestado.—susurra sin apartar la mirada de la cajita negra.

—Ni siquiera lo has abierto. No sabes que tiene adentro. Ábrelo.—hago un ademán con la mano y le dedico una pequeña sonrisa. Ella muerde su labio inferior antes de abrirlo. Diablos, este es el momento donde quiero besarla.

¿Por qué siempre quiero besarla? Esa pregunta me la hago todos los días. Que digo todos los días, cada segundo.

Con su mal humor, gorda y sus hormonas alborotadas, la quiero besar siempre.

—¡Dios, Keidan! ¡Es hermoso! —hago una mueca por su chillido con todas las ganas de taparme los oídos. Aún así le sonrió.

—Sabía que te iba gustar. ¡Es perfecto para ti!

—¡Hasta tengo ganas de comerlo! —exclama emocionada—. ¡Gracias! —extiende los brazos hacia a mí. Sonrío antes de acercarme y sentarme a un lado de ella para que me pueda abrazar.

Paso mis brazos por su cintura, ella se abraza a mi cuello pasando una de sus piernas al otro extremo. Dios, quiere matarme.

—Pues no lo comas que luego te tapas.—rio con nerviosismo al tenerla encima de mi.

¿¡Qué es esto en mi barriga!? [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora