26. ¿Buena impresión?

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KAILY'S POV.

Trato de mantenerme calmada, limpio mis manos llenas de grasa y sudor por el nerviosismo en el vestido floreado. Tomo otra fajita de pollo y la meto a mi boca.

Debo concentrarme en lo que hago, no quiero parecer una tonta. Mastico el pollo en mi boca, se siente como gloria. Tomo el pequeño vaso lleno de malteada y llevo la pajita a mis labios.

No pude resistirme al pasar por esa tienda de comida grasosa, me llamaba a gritos. Y Keidan tuvo que bajarse a comprarlo.

A veces creo que lo exploto, un día lo dejare pobre, lo sé.

—Deja de comer, después no vas a tener hambre allá.—me da una pequeña mirada y sigue manejando.

Me encojo de hombros y sigo comiendo, parece que no conoce a esta gorda glotona que no se llena con nada.

—Sí sigues hablando te voy a comer también a ti.

—Ya lo hiciste ayer en la noche, ¿a caso no te sacias de mí? —sonríe egocéntrico.

—Te voy a pegar con mi zapato si me lo sigues diciendo.—hice el ademán de quitarme mi hermoso zapatito.

Keidan suelta una carcajada. Frunzo el ceño malhumorada.

—Así me gustas, fiera.—se muerde el labio y no puedo evitar que un leve sonrojo me invada.

Tomo una fajita de pollo lentamente y se la avienta en la pura cara.

—Sufre la maldad del pollo.—tomo un pequeño botecito de salsa y sumerjo mi fajita. Al darle la primera mordida mis ojos se abren como platos—. Pica, pica.—dejo todo en su lugar y tallo mi lengua.

—Sufre el poder del chile.

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—¿Me veo bien? ¿Ya no tengo restos de pollo en mi cabello? ¿Mi cara volvió al color natural? —pregunto mientas aliso mi vestido con mis manos.

—Espera, tienes un poco de malteada.—susurra y siento sus manos en mis pechos.

Abro los ojos y lo empujo levemente—cosa que no pude ni moverlo un centímetro—

—Ora, ¿por qué me andas toqueteando? —frunzo el ceño en su dirección.

Antes de que Keidan pueda decir algo la puerta de madera enfrente de nosotros se abre. Quito las manos del chico enfrente de mí de golpe. Miro atentamente a la señora que es muy parecida a Keidan. ¿Será por qué es su madre? Sí, creo que es por eso. Al primero que abraza no es a su hijo, sino a mi.

—Hola, es un gusto conocerte—se separa un poco—. Kei me ha hablado mucho de ti—me sonrojo un poco por su comentario, ¿Keidan le habla de mi?

—Hola, un gusto—susurro tímidamente.

Si me hubieran dicho que yo iba estar embarazada a los diecisiete, conocer a mis suegros y me iba comportar tímida...me hubiera echo pipí de la risa. Y aquí estaba, embarazada a los diecisiete, en la casa de mis suegros y con ganas de ir al baño. Lo peor es que seguía el postre. ¡No quería perderme el postre!

—Keidan, vámonos.—susurre muy bajito en el oído del chico. Lo que menos quería era que se enterraran sus padres.

—¿Por qué? —volteo a verme con el ceño fruncido.

¡Por qué tu hijo está aplastando mi vejiga y tengo que ir a descargarme!

—Tengo que ir al baño.—hice puchero, un puchero que esperaba lo convenciera.

¿¡Qué es esto en mi barriga!? [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora