Capítulo 19

525 37 14
                                    






Capítulo 19

—Tardaste en venir. Espetó.

—Lo siento. No sabía que también controlabas mis tiempos. Contesté algo brusco.

Y a decir verdad, no lo sentía. Pero Calum sacaba todo lo bueno y lo malo en mí en un solo día. Se estaba comportando distante e irritable de nuevo.

El señor gruñón está de vuelta.

—Como sea. Volví a hablar. —¿Estás bien?

—¿Me veo bien?

—No entiendo por qué quisiste que viniera a verte si solo ibas a comportarte como un idiota de nuevo.

—¿De nuevo?

—Sí.

—¿Y desde cuando dejé de hacerlo?

Me estaba irritando y el sentimiento de compasión por el pobre drogadicto se me estaba pasando.

—Cállate.

—Me gusta verte enojada.

—¿Perdón? Dije cruzando los brazos.

—Me excita.

—¿Por qué sigo aquí?

—Porque te importo.

—No. Estoy aquí porque me mandaste a hablar con Luke.

—Bueno, si tanto te molesta estar aquí, vete.

Traté de respirar un poco más despacio y relajarme, porque a esas alturas ya estaba cabreada y sentía que en cualquier momento podría soltarse mi lengua y empezar a tirar mierda por todos lados, "mierda" de la que después me arrepentiría de haber dicho.

Cerré los puños y me acerqué a la cama en la que estaba conectado a muchos aparatos, que para ser honesta no sabía para que servían o cuál era el bien que le hacían al cabeza de emparedado.

—Me estás volviendo loca. Le susurré frustrada y llena de desesperación.

—¿Y tú crees que a mí no me estás volviendo loco?

—¿Entonces por qué me sigues llamando? ¿Por qué insistes tanto en que no desaparezca de tu vida? Si tanto daño te hago, ¿por qué no me dejas ir? Mi voz era casi inaudible.

—Por qué no me vuelves loco en la manera que tú estás pensando. Dijo mirándome a los ojos.

—¿Ah no? ¿Entonces en cuál?

—Me estás volviendo loco por tocarte, loco por hacerte mía y loco por tomarte para siempre.

Sus palabras fueron como una pieza musical entrando a mis oídos y saliendo como una vibración que recorría todo mi cuerpo. Era como si Calum me hubiera hecho suya antes de si quiera intentarlo.

Mi cuerpo empezó a generar sudor y traté de reponerme de lo que había escuchado.

¿A quién quería engañar? El cabeza de emparedado también me estaba volviendo loca en la misma manera en la que yo lo hacía en él.

—¿Cómo puedes pensar en eso estando en estas condiciones? Hablé tratando de sonar coherente.

—Todo está bien. Solo fue una crisis.

—¿Una crisis? ¿La primera o la sexta? ¿Cuántas has tenido, Calum? ¿Y cuántas más necesitas experimentar para darte cuenta de lo mal que te estás poniendo?

—Tranquila, copia barata. Esta ha sido la primera. Y no quiero hablar de eso contigo.

—No te entiendo, mechones rubios. Y creo que nunca lo haré.

La única razón (Calum Hood)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora