Capítulo 20

506 37 8
                                    

Capítulo 20

¿Y ahora qué?

Estoy tan pérdida en el encanto de este maldito hombre que ni siquiera ayuda quiero pedir.

Y tal vez siempre tuvo que ser así, quiero decir, nuestros cuerpos siempre luchando por separarse y el destino tomándonos del brazo para unirnos de nuevo una y otra vez, y las veces que fuera necesario.

Calum y yo éramos algo y lo supimos desde el momento en que los dos aceptamos que nos necesitábamos el uno al otro.

Tan imposible se vuelve evitar lo inevitable.

Oh Calum...

—Eres hermosa. Dijo dando un suspiro.

Pude sentir su respiración sobre mis labios, mientras acariciaba mi frente con su pulgar.

—Me estás sofocando. Respondí.

—Maldita sea, Kristen. ¿Por qué todo lo tienes que arruinar? Bufó mientras se acomodaba en donde me estaba aplastando minutos antes sobre el sofá.

—No es eso, Calum. Pero me da miedo cada que te empiezas a comportar de esa manera.

—¿Miedo?

—Porque eres un maldito bipolar.

—Y tú una amargada.

—¡Yo no soy amargada!

—¿A no? ¿Y entonces porque cada que quiero intentar tener algo contigo te resistes y arruinas el momento?

—No lo sé, dímelo tú.

Me miró con ganas de matarme, pude sentir la tensión. Se rascó la cabeza y se cubrió la cara con las manos.

Y debo confesar que parte de lo que decía Calum era cierto, todo lo arruinaba. Estos últimos tres días que hemos pasado juntos en su departamento han sido lo mejor que me ha pasado en la vida y no quiero que se terminen.

Acabo de descubrir una parte del mechones rubios que nunca imagine que existía. Su semblante ha cambiado y sus ojos recuperan su brillo poco a poco, pero el saber que me iré en dos días de Sídney me hace querer estar con el todo el tiempo que sea posible antes de partir hacia Los Ángeles. Y ya sé que se supone que lo cuidaría solo tres días pero escuchar el "aún te necesito aquí conmigo" de sus labios me volvió loca y decidí quedarme hasta que ya no pudiera más, hasta que el mismo reloj me obligara a salir de ahí.

Sus ataques de "necesito un pase, solo uno" se habían estado reduciendo de cinco a solo dos veces por día y eso me ponía feliz y me jodía la vida al mismo tiempo.

***

—Tú eres la única razón por la cual no he necesitado la droga estos últimos días, Kristen.

—Eso no es cierto, Calum. Tú eres el único que decide necesitarla o no. Y lo estás haciendo muy bien.

—Gracias a ti. Dijo acercándome más a su cuerpo.

Los dos yacíamos en su cama en posición fetal formando la famosa "cuchara" en donde Calum descansaba su brazo sobre mi cintura, mientras yo podía escuchar perfectamente lo que me decía con sus labios en mi oído para después quedar rendidos en un profundo sueño.

***

Se levantó del sofá y fue hacia la mesa del comedor, puso sus manos en puños sobre ella para recargarse y después golpearla tan fuerte como su cuerpo le permitía. Mis ojos solo se cerraban y abrían una y otra vez al presenciar el acto. Mi mente pedía un descanso, solo uno. Todo estos días había sido un constante "estira y afloja" por parte de Calum y debo confesarlo, por parte mía también. Los arranques del cabeza de emparedado me tenían exhausta y cada vez que sentía que podría venir uno, mi mente entraba como en un tipo de trance dejándome sin habla. Era como si mi cuerpo hiciera todo el trabajo y fuera hacia el rescate del pobre joven drogadicto.

Recuerdo abrazarlo y susurrarle que todo estaría bien, recuerdo la forma en que el evitaba mis abrazos y el sonido de mi voz con sus gritos desesperados pidiendo, rogando, suplicando por un toque, una pastilla, un trago, lo que fuera que lo pudiera dejar inconsciente.

—Tranquilízate, Calum.

—¿Cómo quieres que me tranquilice si lo único que pide mi cuerpo es una maldita pastilla?

—Has podido con ese sentimiento todo estos días, no veo porque no hacerlo una vez más.

—Tienes razón, no es eso lo que me tiene así. Susurró escondiendo su rostro entre sus brazos sobre la mesa.

—¿Entonces? ¿Quieres que llame al doctor? Pregunté, intentando acercarme un poco a la mesa.

—No.

—¿No? Entonces, ¿qué es lo que pasa, Calum? Pregunté en un tono pesado y alargando las palabras un poco más de lo acostumbrado.

—¿Cómo quieres que pretenda estar bien si la persona que he elegido no me ha elegido a mí?

—¿De qué hablas?

—¡Maldita sea, Kristen! Gritó, volviendo a golpear la mesa.

—¡Tranquilo! Romperás el cristal y te cortarás.

Quitó sus puños de la mesa y fue hacia donde me encontraba parada observando sus movimientos. Me miró por unos segundos y después se fue. Pude escuchar como azotó la puerta de su habitación.

Mis ojos se cerraron y sentí como algo caía dentro de mí, algo muy pesado e imposible de volver a colocar en su lugar. No sabía qué hacer, como reaccionar, lo único que sabía era que deseaba sentir los brazos de Calum rodeando mi cuerpo de nuevo.

Había estado evitando lo inevitable todo este tiempo, mi corazón pedía a gritos al mechones rubios y mi cuerpo ya estaba cansado de luchar contra él. Y ya no lo haría.

Ya no.

Toqué la puerta dos veces y después escuché la voz de Calum diciendo que pasara.

Lo encontré en la cama recostado sobre su brazo mirando el techo.

Me saqué los tenis y gateé sobre la cama hasta encontrar su cuerpo y abrazarlo de la espalda, enredando mis piernas entre las de él y escondiendo mi rostro entre su cuello. Pude sentir como soltó un gran suspiro y relajó su cuerpo.

—Lo siento. Susurré aun escondiendo mi cara en su cuello.

—¿Por qué?

—Por todo.

—Debería ser yo quien debería estar diciéndote eso a ti.

—Como sea, ¿me perdonas?

—¿Entonces soy yo a quien has elegido, Kristen? Dijo con voz casi inaudible.

—Siempre has sido tú, Calum.

Pude haber jurado que una sonrisa se le había dibujado en su rostro y ganar.

—Entonces...

—¿Entonces? ¿Qué?

—Entonces necesito algo.

—Mientras no sea un toque, está bien. Puedes decirme. Sonreí.

—Un beso.

—¿De quién?

—Mierda, Kristen. Lo estás haciendo aún más vergonzoso.

—Está bien, pero si sigues dándome la espalda no podremos hacerlo realidad.

Sonrió y giró su cuerpo de modo que quedáramos uno enfrente de otro.
Sus ojos hicieron su magia en los míos y sin previo aviso, sus labios ya estaban acariciando los míos. El beso era dulce y desesperado. No me estaba obligando a nada, ni siquiera estaba ejerciendo ningún tipo de fuerza sobre mi como solía hacerlo y eso hacía revolotear mi corazón en su lugar haciéndolo feliz.

Separó un poco sus labios de los míos para decirme "Only One In Color de Trapt", para después seguir probando el sabor de mis labios, se sentía tan bien que podría acostumbrarme a ellos sin ningún problema.

¿Only One In Color? ¿Trapt? ¿Qué mierda?

La única razón (Calum Hood)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora