Capítulo 25

351 22 8
                                    




—Funcionará Kristen, haré que funcione. Susurró.

Mis ojos seguían húmedos y entre más pasaba el tiempo, más me rehusaba a dejar Australia y volver a Los Ángeles. No era solo el simple hecho de estar en ese país, era la persona con la que estaba, los amigos que había hecho y la experiencia de conocer otros lugares del mundo que me ponía sentimental, aún recordando que así como había experimentado situaciones difíciles de explicar y contradictorias al amor que me estaba prometiendo Calum me habían cambiado, de alguna forma, que en ese momento no hubiera podido explicarlo, pero que después le encontraría un significado posible de expresarlo con palabras. Me sentía tan sensible que hasta había olvidado que mis padres contaban con la solvencia económica para regalarme todos los viajes alrededor del mundo que yo pudiera pedir, dejar el trabajo en Headline Records e Incluso darme el dinero suficiente para estar en cada lugar en el que estuviese el cabeza de emparedado, pero simplemente mi ideología de vida no era esa. No porque fuera algún tipo de rebelde sin causa como mi madre siempre me llamó, o una niña estúpida como estoy casi segura que mi padre siempre creyó. Quería algo más, algo que pudiera ser la razón por la cual levantarme al siguiente día, algo porque soñar, porque luchar, algo que me mantuviera viva hasta mi último día en la tierra. Y claramente, el tenerlo todo en las palmas de mis manos no lo era, al menos para mí, nunca lo había sido.

—Promételo. Contesté levantando la cabeza para mirarlo fijamente.

De un momento a otro sus ojos oscurecieron, me tomó de la nuca con las dos manos y me besó. La fuerza de sus manos sobre mi me obligaban a abrir un poco más los labios y profundizar el beso. Fue ahí cuando di mi primer beso francés. Su lengua se deslizó entre mis labios hasta sentir su calidez dentro de mi. La emoción que sentía mi cuerpo ante ese hecho era vibrante y abrumadora que tuve que tomarlo de las muñecas para reforzar el agarre y evitar caerme sobre mi propio peso.

—Te lo prometo. Respondió sonriente después de romper el beso.

Cada que sonreía no podía evitar sentir ese dolor en mi estómago. No se lo dije, pero desde ese momento él también se había convertido en mi vista favorita.

Recordé la escena que había presenciado Luke minutos antes y apuré al cabeza de emparedado para que se vistiera y pudiéramos salir a desayunar con todos los chicos.

—No olvides ponerte tu abrigo. Ordenó Calum desde una esquina de la cama donde se colocaba sus botas.

—No tengo abrigo. Respondí.

—¿Lo olvidaste?

—No, solamente no lo traje. Estamos en Sydney, ¿lo recuerdas?

—Las mañanas en Sydney en este mes del año son frías.

—Es el primer día del mes, no creo que las mañanas se se vuelvan frías de un día para otro.  Respondí sin percatarme que lo había irritado con mi indiferencia hacia lo que me estaba diciendo.

Mientras aplicaba un bálsamo en mis labios frente al espejo, caminó hacia a mí y esperó a que lo viera a través del mismo, hizo una señal con su cabeza queriendo decir que me girara para estar frente a él, me rodeó la espalda con su chaqueta de cuero e hizo que abriera los brazos para colocarla completamente.

—Mucho mejor. Susurró.

¿Desde cuándo hacía lo que Calum decía? ¿Desde cuándo le permitía tener ese tipo de control sobre mí? ¿Desde cuándo me ordenaba?

Desde siempre, Kristen, desde siempre.

Tragué saliva y quise protestar, pero decidí callar porque de alguna manera me estaba dando cuenta de todo lo que incluía el estar saliendo con el cabeza de emparedado, quería saberlo, vivirlo, experimentarlo... y después decidiría si en verdad estaba dispuesta a tomarlo por completo.

La única razón (Calum Hood)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora