Capítulo 26

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—¿Estás segura de lo que estás haciendo?

—¿Por qué me preguntas esto cada que tienes la oportunidad? Suspiré tratando de lidiar con todos los sentimientos que estaba experimentando dentro de mi.

—No lo sé, simplemente quiero asegurarme que todo esto te hará feliz y no más insegura de lo que ya eres.

—Hey. Dije soltando un leve golpe su hombro.

—Sabes a lo que me refiero, Kristen. Respondió serio.

—Lo sé, Andrew. Me lo repites todos los días, "si no puedo amarme a mí misma, no podré amar a nadie más". Tragué saliva mientras formaba unas comillas con mis manos para citar la frase célebre de mi mejor amigo hacía a mí cada que sentía que me estaba descuidando. —Pero trabajaré en ello, te lo prometo. Sonreí.

—Kristen, mereces todo el amor, la comprensión y la seguridad en una relación. Si ese chico no puede brindarte esas tres cosas, por favor... déjalo.

Mis ojos se cristalizaron ante las palabras de mi mejor amigo, tanto que ese día no dejé de agradecerle a la vida por haberlo puesto en mi camino.

***

La voz de una mujer me despertó de la siesta en la que me había sumergido desde que el avión había partido de Australia. Era oficial, estaba de vuelta en Los Ángeles. Una vez que recogí mis maletas, pedí un taxi para que pudiera llevárselas a mi departamento y yo tomar otro hacia el departamento del cabeza de emparedado. Minutos antes había recibido un mensaje en donde me decía la dirección exacta y me avisaba que Duke ya estaba esperando por mi.

Una vez que el taxista me confirmó que habíamos llegado a mi destino, salí del auto y observé el departamento por fuera, y a decir verdad, no lucía como un departamento, era una casa. Una casa que probablemente estaba vacía todo el tiempo.

Saqué las llaves de la bolsa de mis jeans y dirigí hacía la entrada. El sonido de pequeñas patitas cruzando el corredor de la casa me provocaron una gran emoción y el ver al adorable perrito que rascaba mis piernas tratando de recibir atención de una desconocida me hicieron caer rendida de amor.

Nunca me imaginé que Calum tuviera el tipo de corazón que se necesita para tener una mascota. Y a juzgar por su expresión al hablar de él, lo amaba, y eso me causaba cosquillas en el estómago. Después de todo... el cabeza de emparedado realmente tenía sentimientos sinceros y reales por un grupo muy exclusivo de seres vivos, entre ellos duke, entre ellos... yo.

Tomé al perrito en mis brazos y empecé a inspeccionar la casa. El estilo era un poco egocéntrico para mi gusto, pero no me incomodaba, al contrario, sentía una cierta conexión con la energía que mi cuerpo percibía estando dentro. No sé si el haber viajado por casi un día completo me había afectado el cerebro o el extrañar al cabeza de emparedado me estaba poniendo sentimental, pero podía jurar que su olor estaba impregnado por todas partes y mi nariz se sentía agradecida por percibirlo. Eché un vistazo a todas las habitaciones queriendo encontrar la suya, hasta que me topé con una que tenía varios bajos colgados en la pared.

Bingo.

Encendí las luces y me senté en una esquina de la cama king size con Duke en mi regazo. Mi mente estaba tan ocupada imaginando cómo sería mi vida si tomara la propuesta de Calum de vivir con él, en cuánto tiempo nos iba a tomar en adaptarnos uno al otro o si simplemente todo eso era una mala idea, que no me di cuenta que mi celular vibraba dentro de mis jeans.

Tomé la llamada aún sumida en mis propios pensamientos, sin darme cuenta que era una videollamada.

—¿Kristen?

La única razón (Calum Hood)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora